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13 feb 10

Tolerancia y represión de la prostitución en la España medieval y moderna.

“Ruega por ella”, Goya. Tinta china a pincel.
Fuente de la imagen.

latinajadediogenes.blogspot.com/2010/01/to

1.- LA TOLERANCIA

Una doctrina que se impuso en la Iglesia en la Edad Media y se generalizó al principio de la Edad Moderna era la que recriminaba el sexo por placer. Basada en ideas de San Agustín que a su vez se fundamentaba en la teoría platónica.

Para Platón el hombre era una dualidad formada por alma y cuerpo. El alma es eterna y perfecta y pertenece al mundo superior de las ideas. El cuerpo, por el contrario, es efímero, inferior, atrapado en este mundo, del que saldrá con la propia muerte. El cuerpo viene a ser una cárcel de la que sólo puede uno liberarse sujetando las pasiones, los instintos, es decir: refrenando el placer. Una especie de purificación o catarsis para preparar al hombre para el mundo superior de las ideas. San Agustín parte de esta idea de Platón para señalar que debemos controlar la pasión y el desenfreno, usando sólo el sexo para la procreación.

Más tarde, Santo Tomás unió a lo anterior la idea de pecado: la lujuria, es decir, el sexo no encaminado a la procreación sería pecado, incluso dentro del matrimonio. Y por supuesto, un pecado mucho mayor cuando se realiza fuera del matrimonio o entre personas del mismo sexo, porque se impide la posibilidad de procrear.

Así que ya sabemos de done viene la teoría: La sexualidad es pecado si su fin NO es la procreación.

¡Vaya con Santo Tomás….”de aquí no “¡ , no la vayamos a liar….

Éxtasis de Santo Tomás….¡Como para ligar estaba el pobre¡….

Así se llegaban a considerar como muy graves la masturbación, la sodomía o el coitus interruptus, por imposibilitar la reproducción. Eran graves, pero no tanto, aunque moralmente repugnantes, el adulterio, el incesto, el estupro y la violación. Y menos graves la barraganía, el amancebamiento y la prostitución, ya que aunque estas conductas no preveían la reproducción, podría ocurrir ésta accidentalmente y dar algún sentido al coito.

Yo creo que esto son barbaridades.Es “enmendar la obra de Dios.Simplemente absurdo. Todo lo que gusta es malo.El placer es pecado.¡

Pues vaya mierda de vida, si solo hay que sufrir ¡…

Goya, capricho titulado: “Ya van desplumados”

La prostitución se vino a considerar como “un mal menor”, una forma de evitar otros delitos más graves, como la sodomía o la violación. Por esa razón hubo algo de tolerancia tanto por el derecho canónico como por el seglar. No se aprobaba pero quedaba impune por razones de utilidad social: una forma de apaciguar los impulsos sexuales incontenibles de hombres jóvenes o solteros.

Esta idea nos la confirman los autores del “Ocaso de las mancebías castellanas” (ver bibliografía): “En el otoño medieval, como es sabido, la prostitución estaba plenamente institucionalizada en buena parte de las ciudades de la Cristiandad. No simplemente se toleraban los burdeles, sino que éstos estaban organizados por la autoridad y regulados a través de meticulosas ordenanzas. La Teología, por su parte, daba carta de licitud a esta situación.”


2.- LA REPRESIÓN

Hasta finales del siglo XVI no se vino a poner en entredicho el ejercicio de la prostitución. En las primeras décadas del siglo XVII se llegó a prohibir de forma taxativa. Una de las razones que impulsaron la ilegalización del comercio del sexo fue la delincuencia y alteraciones del orden público que aquella actividad generaba. La cuestión se complicaba con la crisis económica de aquel tiempo que multiplicaba en las ciudades el número de menesterosos y de gente abocada al delito.

Un lance, de Francisco Domínguez Marqués.

La Contrarreforma católica nacida al amparo del Concilio de Trento añadía una argumentación moral a la prohibición de esta actividad, al proponer como camino para la salvación una conducta personal intachable. De esta manera fueron apareciendo argumentos que apuntaban en la dirección del cierre de las casas de mancebía. Felipe III fue el primer rey en fundar una cárcel para mujeres, “La Galera”, en donde concurrían ladronas, vagabundas, alcahuetas y algunas prostitutas no regladas, es decir aquellas que trabajaban en la calle y por su cuenta y no en las conocidas casas de mancebía que, en tiempos del rey citado, llegó a haber más de 800. Fue su hijo Felipe IV quien, aconsejado por los jesuitas y entre ellos el Conde Duque de Olivares, procedió a la tajante prohibición:

Ordenamos y mandamos que, en adelante, en ninguna ciudad, ni villa, ni aldea de nuestros reinos, se pueda tolerar, y que, en efecto, no se tolere, lugar alguno de desorden, ninguna casa pública donde las mujeres trafiquen con sus cuerpos. Nos, prohibimos e interdecimos estas casas y ordenamos la supresión de las que existen. Encargamos asimismo a nuestros consejeros vigilen con particular cuidado la ejecución de este decreto, como una cosa de grande importancia, y a las justicias el ejecutarlo cada uno en su jurisdicción, bajo pena, para los jueces que toleren estas casas o las autoricen en cualquier lugar que sea, de ser condenados por este hecho a la privación de su empleo y a una multa de 50.000 maravedís, aplicables: un tercio a nuestra cámara, uno al juez y otro al denunciador; y queremos que el contenido de esta ley se ponga por capítulo de residencia.”

Pragmática Real de Felipe IV, febrero de 1623

La prohibición resultaba un tanto paradójica, porque todo el mundo sabía que este rey era muy aficionado al sexo fuera y dentro del matrimonio. Así, el 10 de febrero de 1623, se prohibió la existencia de “casas públicas” en España, lo que provocó un efecto no deseado: que muchas prostitutas se lanzaran a la calle a seguir ejerciendo su oficio. Porque…¿Quién pone puertas al campo?

Francisco de Quevedo

El cierre de las casas de mancebía sentó muy mal a muchos ciudadanos quienes, como Quevedo, expresaron de alguna manera su malestar y su queja, como en estos afamados versos titulados

Sentimiento de un jaque por ver cerrada la mancebía (*)

Viendo cerrada la manfla, (**)

con telaraña el postigo,

el patio lleno de yerba…

enternecido les dijo:

¡Oh, mesón de las ofensas,

oh, paradero del vicio,

en el mundo de la carne

para el diablo baratillo!

¿Que se hizo de tanto padre,

de sólo apuntados hijos?

¿Dónde fue el pecar a bulto,

si más fácil, menos rico,

en donde los cuatro cuartos

han sido por muchos siglos

ahorro de intercesiones,

atajo de laberintos?”

(*) Jaque: valentón, rufián.

(**) Manfla: mancebía.

http://personal.us.es/alporu/Images/sevillahist/sodomia_elbosco.jpg

Sodomia,El Bosco

Además de la prostitución, otras conductas van a ser severamente reprimidas, como por ejemplo “el bestialismo” o la zoofilia , que solía castigarse con la pena capital.

Henry Kamen, nos trae una anécdota extraída de los “Avisos” de Barrionuevo de 1659 :

El viernes quemaron en Alcalá al enamorado de su burra y el mismo día vino aviso que quedaba preso en las montañas otro que se echaba con una lechona. Como si no hubiera mujeres tres al cuarto.”

Y comenta Kamen a continuación:

“Los culpables de este crimen eran siempre los mismos: gente rústica, la mayoría de muy limitada inteligencia y sin acceso a mujeres, como los marineros. En 1665 el Tribunal de Barcelona castigó a un marinero danés a tres años de galeras por haber sodomizado a una borrica.”

_________

Bibliografía básica de referencia en los siguientes enlaces:

La represión en la prostitución en la Castilla del siglo XVII, de Isabel Ramos Vázquez. Universidad de Jaén.

Ocaso de las mancebías castellanas, de Francisco Vázquez García y Andrés Moreno Mengíbar. Biblioteca Gonzalo de Berceo.

Inquisición y sexualidad, de Henry Kamen. Biblioteca Gonzalo de Berceo.

Algunos artículos de blog recomendables:

http://paseandohistoria.blogspot.com/2009/12/adulterio-en-la-edad-media.html

http://paseandohistoria.blogspot.com/2009/03/la-prostitucion-en-la-edad-media.html

El aragonés D. José María Llanas Aguilaniedo.

www.acondearanda.com/…/acto05/acto05r.ht

Para quien desee conocer a fondo la figura y la obra de Llanas Aguilaniedo recomiendo el libro “Un Olvidado: José María Llanas Aguilaniedo” de Justo Broto Salanova. En este completo libro está todo lo que se pueda saber de este autor aragonés, y desde luego si alguien quiere aportar algo más sobre Llanas, suponiendo que esto sea posible, ineludiblemente tendrá que partir del estudio del Sr. Broto.

http://www.acondearanda.com/memoria00_01/acto05/images/acto05_libro.jpg

Y el titulo del libro que vamos a tratar es “La Mala Vida en Madrid”. Se trata de un libro muy serio e importante, escrito junto con D. Constancio Bernaldo de Quirós, famoso penalista, que ha estado silenciado y oculto en España desde mediados de siglo pasando al olvido. Este libro recientemente reeditado por el Instituto de Estudios Altoaragoneses está prologado por D. Luis Maristany, que murió al poco de escribir el prólogo.

EL Sr. Márquez Reviriego describe y compara las obras Baroja y Llanas.

“La Mala Vida en Madrid, Estudio Psicosociológico con Dibujos y Fotografías del Natural”, es un estudio de sociología de finales de siglo, que sin embargo tiene unos altos valores literarios, pues tanto Llanas como Quirós escribían extraordinariamente. Llanas fue un hombre muy importante en el modernismo español y lo hubiera sido más si no hubiera muerto joven. Se trata de un libro directo, escrito con escrupulosa sinceridad, puesto que los autores no ahorraron ninguna visita a todos los prostibulos, cárceles, asilos, hospitales, barrios bajos, suburbios, etc…

PROCEDENCIA DE LA PROSTITUCIÓN EN MADRID

Sobre la prostitución, Llanas cifra su procedencia en muy buena parte del servicio domestico y del gremio de la costura.
Cuentan de una viuda con tres hijos que se va a inscribir como prostituta al Servicio de Higiene. Allí le dicen que siendo una mujer honesta y con hijos que busque un trabajo decente, ella replica: “¡Qué busque trabajo! ¿dónde?, de modista ganaría 6 reales diarios, de camisera 4, de criada 2, y cualquier otra ocupación no me produciría más, ¿comerían con eso mis hijos?.

Llanas describe que el 65% de la prostitutas eran analfabetas; que había matriculadas 2.000 prostitutas en los servicios de higiene, y que existían 17.000 clandestinas, que eran las que no estaban censadas. Llanas cuenta 150 Mancebías en Madrid, y Baroja habla de la calle del Amor que era la calle de La Ceres, situada por donde hoy discurre la Gran Vía, y donde había un elevado número de mancebías. Llanas clasifica a las prostitutas , que van desde: pupilas, carreristas, golfas pajilleras etc. hasta la buscona de gran represantacion elegante y altiva.

Interior de mancebíaBaroja describe al chulo en un pasaje donde “El Chirina” maltrata a una prostituta llamada “La Manila” para que le de el dinero recaudado. Llanas dice que la prostituta sólo reconocía el amor bajo la forma del maltrato.

D. Víctor continuó leyendo pasajes de “La Mala Vida en Madrid”, que hicieron las delicias del publico asistente. Culminó su intervención de forma distendida resaltando varias anécdotas o hechos que le habían llamado la atención del libro.

Por un lado destacó que por las estadísticas que Llanas realiza se llega a la conclusión de que la longevidad, contra todo lo que se pueda pensar, es carácter de la mala vida.

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15 ene 09

Fuentes

  • Ciceron, De inventione II.1.1-2
  • Servius, In Aeneida I.526, XI.262
  • Lactantius Placidus Commentarii in Statii Thebaida
    1. Apolodoro. Biblioteca mitológica iii,10,7.
    2. Apolodoro. Biblioteca mitológica iii,10,7; Epítome i,23; Higino. Fábulas 79.
    3. Pausanias. Descripción de Grecia ii,22,6.
    4. Homero. Ilíada iii,445; Apolodoro. Epítome 3,3.
    5. Eurípides. Helena; Pausanias. Descripción de Grecia iii,19,11; Platón. Fedro 44.
    6. Escolio a la tragedia Orestes 249.
    7. Escolio de Servio sobre la Eneida de Virgilio ii,33; Dictis Cretense. Diario de la guerra de Troya i,7; Dares Frigio. Historia de la destrucción de Troya 11.
    8. Apolodoro. Epítome 3,28; Heródoto. Historia ii,118. Según Partenio de Nicea, los encargados de reclamar a Helena fueron Diomedes y Acamante.
    9. Proclo. Crestomatía. Resumen de las ciprias.
    10. Homero. Ilíada iii,154.
    11. Homero. Ilíada iii,161.
    12. Homero. Ilíada iii,390.
    13. Homero. Ilíada xxiv,761.
    14. Partenio de Nicea. Sufrimientos de amor 34.
    15. Apolodoro. Epítome 5,9.
    16. Homero. Odisea iv,244.
    17. Trifiodoro. La toma de Ilíón 513.
    18. Quinto de Esmirna. Posthoméricas xiii,385. Higino. Fábulas 240. Aristófanes. Lisístrata 155 y escolio a este pasaje.
    19. Pausanias. Descripción de Grecia i,35,1.
    20. Homero. Odisea iv,12.
    21. Apolodoro. Epítome 6,29; Pausanias. Descripción de Grecia iii,19,13.
    22. Pausanias. Descripción de Grecia iii,19,9.

    He encontrado este artículo sobre Helena de Troya.

    El Financiero, lunes 14 de abril, 2008.
    Todas las versiones del mundo antiguo

    ¿Es este el rostro que lanzó a mil navíos y puso fuego a las altas torres de Troya? ¡Dulce Helena, dame la inmortalidad con un beso!, como pedía Fausto, en la obra de Christopher Marlowe, antes de darse cuenta que su alma se apega a tus labios y escapa de mí. ¡Ven, Helena, ven! Devuélvemela. Aquí me he de quedar, pues el cielo son tus labios y todo lo demás, si no es Helena, es polvo. Yo seré Paris y por tu amor no será saqueada Troya, sino Wittenberg.

    Y esta hermosa mujer, la más bella que el hombre haya imaginado desde tiempos inmemorables, es la inspiración de los poetas y es la fuente donde muchas generaciones han bebido para tratarla primero como diosa, luego, como princesa de Argos y también, ¿por qué no?, como una prostituta y Helena (con hache o sin ella), ha resistido todas y cada una de estas categorías.

    Helena diosa

    Tal vez por esto, Bettany Hughes, periodista y reportera de la TV —que debió de llamarse «Helen» Hughes, pues no canta nada mal las rancheras— hace de su investigación «en busca de Helena» un programa Helen of Troy para la PBS que ahora está disponible en DVD, donde parte de Esparta y los orígenes mismos de este mito en el Peloponeso, para llevarnos a Troya y Egipto, en busca de sus orígenes desde que se creía que era —y lo sigue siendo— una diosa que cada otoño es raptada para regresar, flamante, mostrando sus pechos firmes, voluptuosa, para regar su belleza por todo el campo, bañado de sol y de flores azules como las de lavanda, que perfuman las brechas por donde ella acostumbra caminar, mientras las muchachas espartanas hacían sus altares o unos pequeños templos para rezarle para que compartiera con ellas algo de esa famosa belleza.

    El origen divino de Helena, la espartana:Zoofilia al canto disfrazada de fábula mitológica
    Zeus, en forma de cisne, sedujo a Leda y yació con ella cuando caminaba junto al río Eurotas, pues fue violada por Zeus, transformado en cisne y fingiendo ser perseguido por un águilala misma noche que Tindáreo, esposo de Leda y rey de Esparta.
    Como consecuencia de ello, Leda puso dos huevos; de uno nacieron Helena y Pólux, ambos inmortales (considerados hijos de Zeus), y del otro Clitemnestra y Cástor, mortales (considerados hijos de Tindáreo). De todas maneras, se consideraba a Cástor y Pólux como gemelos y se los conocía como Dioscuros. Otras hermanas de Helena fueron Timandra y Filónoe.

    Archivo:Musée Picardie Beaux-arts 07.jpg

    Leda y el cisne, (1864), por Auguste Clésinger. Museo de Picardía, Amiens.

    Archivo:Helene Paris Louvre K6.jpg

    Helena y Páris, crátera ática

    Otra tradición recogida por Apolodoro, ( Apolodoro. Biblioteca mitológica iii,10,7. )decía que Helena había nacido de la unión de Némesis y Zeus, transformados respectivamente en oca y cisne. El huevo que puso Némesis fue encontrado por un pastor que lo entregó a Leda. Del huevo nació Helena y Leda la cuidó como si fuera su auténtica madre.

    Rapto de Helena por Teseo y Pirítoo

    Teseo llevándose a Helena. Ánfora ática de figuras rojas. Siglo VI a. C. Staatliche Antikensammlungen, Munich.

    Helena fue famosa por su belleza desde que era una niña. Un día, mientras realizaba un sacrificio a la diosa Artemisa, fue sorprendida y raptada por el héroe ateniense Teseo en compañía de su amigo Pirítoo. Tras capturarla, echaron a suertes la doncella, correspondiéndole a Teseo. Pero cuando éste volvió a Atenas, el pueblo ateniense no permitió la entrada de la muchacha en la ciudad, motivo por el que Teseo la condujo a Afidna, junto a su madre Etra. A continuación, Teseo y Pirítoo decidieron marchar al Hades a raptar a Perséfone con la intención de convertirla en consorte de Pirítoo. Durante su estancia en el Hades, los Dioscuros la rescataron. A su vez tomaron como prisioneras a la madre de Teseo y a la hermana de Pirítoo, que condujeron hasta Esparta para convertirlas en esclavas de Helena( Apolodoro. Biblioteca mitológica iii,10,7; Epítome i,23; Higino. Fábulas 79.)

    Hay una tradición recogida por Pausanias ( Pausanias. Descripción de Grecia ii,22,6. ) menciona que Helena y Teseo tuvieron como hija a Ifigenia pero que, cuando Helena fue liberada por sus hermanos, ella decidió entregar a su hija a su hermana Clitemnestra, que ya estaba casada con Agamenón.Pero la leyenda más extendida señalaba que Ifigenia era hija biológica de Clitemnestra.

    Boda con Menelao

    Helena, pintura de Anthony Frederick Augustus Sandys.

    Artículo principal: Juramento de los pretendientes

    Cuando Helena llegó a la edad de casarse, tuvo muchos pretendientes que acudieron desde todas las partes de Grecia, animados por la fama de su gran belleza y porque ella y su futuro esposo reinarían en Esparta. Tindáreo, temiendo provocar una guerra entre los pretendientes rechazados, siguió un consejo de Odiseo. A cambio, prometió a éste su ayuda para conseguir a su sobrina Penélope como esposa.

    El consejo de Odiseo consistía en arrancar a los pretendientes el juramento de acatar la decisión que se adoptase sobre quién sería el esposo de Helena y la obligación de acudir en auxilio del elegido si en algún momento su esposa le fuese disputada. Una vez realizado el juramento, Helena eligió como marido a Menelao, hermano de Agamenón, rey de Micenas (en otras versiones, de Argos), que, a su vez, se casó con su hermana Clitemnestra.

    Menelao y Helena tuvieron una hija, Hermíone.
    En Argos, el padre de la princesa Helena se propone encontrarle un marido y llega Menélao —hijo de Atreo, el rey de Micenas y perteneciente a la raza de Pélope— hermano de Agamenón —que ya se había casado con Clitemestra, la hermana mayor de Helena—, con un cargamento de regalos y preparado para competir en todas las competiciones programadas hasta ganarse la mano —y el resto— de esta mujer que abandona, por tener que asistir a la cremación de su padre en la isla de Creta, justo cuando el joven Paris, hijo del rey Príamo de Troya, los visitaba en su palacio para tratar de apaciguar la ambición de los griegos por sus tesoros o de firmar algún tratado comercial entre los dos reinos.

    Desde que llegó quedó deslumbrado por esa Helena, su anfitriona —dicen que la diosa Afrodita tuvo que ver en esta visita, pues se la había ofrecido a Paris como premio—, y tal como sucedía en el otoño, es raptada por este joven troyano para llevársela a su casa —sacándose la feria del tigre—, y por eso, el rostro de Helena impulsó a los mil navíos para que pusieran fuego a las altivas torres de Troya sitiándola durante diez años tal como lo escribió Homero en su Ilíada, obra mayor, que trasladó al español don Alfonso Reyes —en una versión en la que estamos trabajando en la flamante editorial M&A para coleccionistas—, y ahí está este fragmento donde aparece por primera vez el nombre de la bella Helena:

    —¡Alerta, hija de Zeus, escudero sin par!
    ¡Que se nos van los dánaos sobre el lomo del mar
    hasta su casa y tierra, dejando por presente
    —trofeo para Príamo y sus teucros— a Helena,
    la argiva por quien tantos, de su nación ausentes,
    en el polvo de Troya rodaron confundidos!
    Ve, persuádelos, háblales, a cada uno enfrena.
    No sea que estos bravos de bronce revestidos
    saquen las corvas naves y las echen al mar.
    La diosa de los ojos zarcos la escucha, y sin tardar
    vuela del alto Olimpo a los barcos aqueos,
    y dice al enfrentarse con el probo Odiseo,
    el prudente de Zeus que, en su alma despechado,
    junto al negro bajel se mantiene callado
    y ni a embarcar se anima ni a tocar los arreos:

    Bettany Hughes narra todas y cada una de estas leyendas complejas que han evolucionado desde la epopeya homérica, sobrecargada con esos elementos que han ido recubriendo el relato primitivo: en la época homérica su genealogía se confunde.

    Por un lado, Helena es hija de Zeus y de Leda, aunque tiene por padre al «humano» Tindáreo, por el otro, se dice que era hija de Zeus y Némesis, quien huyendo del primero, había recorrido el mundo adoptando mil formas hasta que se transformó en oca.

    Pero el cachondo dios de dioses se convirtió en cisne para unirse a ella en Ática y, de esta cópula, Némesis puso un huevo que abandonó en el bosque sagrado hasta que un pastor lo encontró y se lo llevó a Leda para depositarlo en una cesta hasta que se abrió y de él nació Helena, a quien Leda crió como si fuese su propia hija.

    .File:Helene Paris David.jpg

    Helena y Paris, Jacques-Louis David, 1788

    Así las cosas de los mitos, ¡qué maravilla! ¿No creen? Ese fue el rostro que inflamó las mil naves. Con razón.Lo curioso es que no sólo no existió, sino que parece ser que este mito narra el enfrentamiento por el comercio de los Estrechos del Bósforo en el Edad delBronce.

    Cfr.VÁZQUEZ HOYS,A.Mª:Historia de Grecia. Ed.Sanz y Torres,MAdrid 2005.i

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