Descripción de la ciudad de Babilonia según Herodoto y Plinio |
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Con sus auges y caídas, la historia de la ciudad de Babilonia -literalmente «la Puerta del dios», en lengua acadia- está jalonada por los acontecimientos más importantes de la historia del Próximo Oriente Antiguo.
Su nombre aparece ya en los textos de Sargón de Akad (ca. 23340-2284 a.C.) y alcanzó su mayor gloria primero con Hammurabi (1792-1750 a.C.) y, siglos más tarde, con el caldeo Nabucodonosor II (604-562 a.C.). Conquistada por el rey persa Ciro el Grande en 538 a.C., Heródoto la describe tal como era un siglo más tarde, mientras que, todavía quinientos años después, Plinio evoca la grandeza de una capital eclipsada en su época por las vecinas capitales Seleucia del Tigris y Ctesifonte.
La primera dinastía de Babilonia terminó cuando los hititas saquearon la ciudad hacia el 1595 a. C. Aunque siguió siendo una ciudad santa de peregrinación para toda Mesopotamia, la inestabilidad de la zona y los asirios destruyeron la ciudad por completo hacia el año 689 a. C. Una nueva dinastía de reyes independientes logró deshacerse del yugo asirio y devolver a Babilonia su resplandor original e incluso crear un imperio comparable al de Asiria.
La nueva ciudad capital del imperio neobabilónico.
Nabucodonosor II ( 604-562 a. C.) fue quien más empeño puso en crear una urbe bellísima. Tal fue el resultado que entre las listas que los griegos elaboraban sobre las Maravillas del Mundo Antiguo, llegaron a estar incluidas en ellas los Jardines Colgantes y las murallas de la ciudad. Herodoto, que se cree que la visitó hacia el 460 a. de C. hizo una larga descripción de ella y llegó a afirmar ” que supera en esplendor a toda ciudad del mundo”. Se conocen sus principales monumentos gracias a la labor de excavación y reconstrucción que hizo el arqueólogo alemán Robert Koldewey desde 1899 hasta 1917. Estos edificios son modelos de las características arquitectónicas mesopotámicas.
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La primera dinastía de Babilonia terminó cuando los hititas saquearon la ciudad hacia el 1595 a. C. Aunque siguió siendo una ciudad santa de peregrinación para toda Mesopotamia, la inestabilidad de la zona y los asirios destruyeron la ciudad por completo hacia el año 689 a. C. Una nueva dinastía de reyes independientes logró deshacerse del yugo asirio y devolver a Babilonia su resplandor original e incluso crear un imperio comparable al de Asiria.
La nueva ciudad capital del imperio neobabilónico.
Nabucodonosor II ( 604-562 a. C.) fue quien más empeño puso en crear una urbe bellísima. Tal fue el resultado que entre las listas que los griegos elaboraban sobre las Maravillas del Mundo Antiguo, llegaron a estar incluidas en ellas los Jardines Colgantes y las murallas de la ciudad. Herodoto, que se cree que la visitó hacia el 460 a. de C. hizo una larga descripción de ella y llegó a afirmar ” que supera en esplendor a toda ciudad del mundo”. Veamos sus principales monumentos gracias a la labor de excavación y reconstrucción que hizo el arqueólogo alemán Robert Koldewey desde 1899 hasta 1917. Estos edificios son modelos de las características arquitectónicas mesopotámicas.
Denominado tradicionalmente el «padre de la Historia», Heródoto (ca. 485-425 a.C.) nació en Halicarnaso, en la costa suroccidental de Asia Menor, viajó a Egipto, Fenicia, Mesopotamia y Escitia, y residió en la Atenas de Pericles, donde formó parte en 444/443 a.C. de la expedición destinada a fundar la colonia panhelénica de Thurios en Magna Grecia. Dedicando cada uno de los nueve libros que la componen a una de las Musas redactó su Historia, una obra inacabada que alcanza desde la época mítica hasta la Segunda Guerra Médica (479 a.C.), centrada en el enfrentamiento entre Europa y Asia, y salpicada de excursos de carácter etnográfico referidos a las tierras por las que viajó su autor.
Construcción de la zigurat de Marduk
Cayo Plinio Segundo el Viejo vivió entre los años 23 y 79 d.C. Amigo del emperador romano Vespasiano, ocupó importantes cargos en la administración imperial. De su obra literaria sólo se conserva la monumental Naturalis Historia, dedicada a Tito, primogénito de Vespasiano, en el año 77, y publicada tras la muerte del autor por su sobrino e hijo adoptivo Plinio el Joven. Se trata de una extensa obra enciclopédica dividida en treinta y siete libros que contiene todo tipo de informaciones, agrupadas por materias y procedentes de multitud de obras más antiguas. (Pilar Rivero-Julián Pelegrín).

De esta manera, pues, estaba fortificada Babilonia. La ciudad, por otra parte, tiene dos sectores, pues por su mitad la divide un río, cuyo nombre es Éufrates, que procede del país de los armenios; es un río grande, profundo y de curso rápido que desemboca en el mar Eritreo. Pues bien, por uno y otro lado de la ciudad, la muralla se ve prolongada en ángulo hasta el río, y, a partir de su confluencia, se extienden, a lo largo de las dos orillas del mismo, los contramuros interiores en forma de un vallado de ladrillos cocidos. La ciudad propiamente dicha, que se halla plagada de casas de tres y cuatro pisos, está dividida en calles rectas, tanto las paralelas al río como las transversales que a él conducen. Precisamente frente a cada calle transversal, en el vallado que bordea el río, había unas poternas en número igual al de las callejas. Esas poternas eran, asimismo, de bronce y daban acceso a la orilla misma del río.
Jardines colgantes de Babilonia
Ese muro es, en suma, como una coraza, y por la parte interior corre, paralelo a él, otro muro no menos resistente que el primero pero sí más estrecho. Asimismo, en el centro de cada uno de los dos sectores de la ciudad se alzaba un edificio fortificado; en un sector, el palacio real, dotado de un recinto grande y sólido; y, en el otro, un santuario de puertas de bronce -que todavía existía en mis días- consagrado a Zeus Belo, formando un cuadrado de dos estadios de lado [= unos 355 m]. En la parte central del santuario hay edificada una torre maciza de un estadio de altura y otro de anchura; sobre esta torre hay superpuesta otra torre, y otra más sobre esta última, hasta un total de ocho torres. La rampa de acceso a ellas está construida por la parte exterior, dispuesta en espiral alrededor de todas las torres. Y hacia la mitad de la rampa hay un rellano y unos asientos para descansar, donde se sientan a reponer fuerzas los que suben. En la última torre se levanta un gran templo. (…)
Vista general de Babilonia
El gran santuario de Babilonia cuenta, asimismo, con otro templo abajo en el que hay una gran estatua sedente de Zeus(=Marduk), en oro, y a su lado una gran mesa de oro, siendo el pedestal de la estatua y el trono, asimismo, de oro. Estas piezas, al decir de los caldeos, están hechas con ochocientos talentos de oro. Fuera del templo hay un altar de oro y hay, además, otro altar de gran tamaño sobre el que se inmolan las reses adultas, ya que sobre el altar de oro sólo se pueden inmolar lechales. (…)
Por cierto que, entre los numerosos reyes de la ciudad de Babilonia que sin duda ha habido -a ellos aludiré en mi historia sobre Asiria- y que adornaron sus murallas y santuarios, se cuentan, en concreto, dos mujeres. La que reinó en primer lugar, que vivió cinco generaciones antes que la segunda y cuyo nombre era Semíramis, mandó construir a lo largo de la llanura unos diques que merecen contemplarse, mientras que antes el río solía desbordarse por toda la llanura. Por su parte, la reina que vivió con posterioridad a la susodicha, cuyo nombre era Nitocris y que fue más perspicaz que la que le había precedido en el trono, dejó unos monumentos que yo pasaré a describir con detalle, y, de paso, viendo que el imperio de los medos era pujante y que no permanecía inactivo, antes al contrario, que, entre otras ciudades, se habían apoderado, incluso, de Nínive, adoptó contra ellos todas las precauciones que pudo … Como la ciudad tenía dos sectores y el río pasaba por en medio, en tiempos de los reyes que la precedieron, cuando se quería pasar de un sector a otro, había que hacerlo en barca, cosa que, a mi juicio, resultaba molesta. Pues bien, ella subsanó también esta contingencia, ya que, tras excavar el depósito del lago, merced a esta obra pudo dejar este otro monumento. Mandó co rtar unos enormes bloques de piedra y, cuando tuvo listos esos bloques y excavado el emplazamiento del lago, desvió todo el caudal del río hacia el lugar que había hecho excavar; y mientras el depósito se iba llenando, entretanto, cuando el antiguo cauce se quedó seco, primero canalizó con ladrillos cocidos, con arreglo a la misma disposición que en la muralla, las márgenes del río a su paso por la ciudad y las bajadas que llevaban de las poternas al río; luego aproximadamente en el centro de la ciudad construyó un puente con los bloques de piedra que había hecho extraer, ensamblándolos con hierro y plomo. Y sobre el puente, al rayar el día, hacía colocar unos maderos cuadrangulares, por los que los babilonios pasaban al otro lado; pero, durante las noches, por lo general quitaban los maderos en cuestión con objeto de evitar que, merodeando a favor de la noche, se robasen unos a otros. Y, cuando el depósito que había sido excavado se transformó, merced al río, en un lago lleno de agua y estuvo concluida la construcción del puente, volvió a desviar el río Éufrates desde el lago a su antiguo cauce. Así la transformación de la excavación en una zona pantanosa pareció una obra oportuna y los ciudadanos tuvieron un puente a su disposición.
Heródoto, Historia, I 178-186, traducción de Carlos Schrader, Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1977.
Babilonia según Plinio el Viejo (siglo I d.C.)
Babilón, la capital de las naciones caldaicas, consiguió una gran celebridad entre las ciudades del mundo entero, a causa de lo cual el resto de Mesopotamia y de Asiria recibió el nombre de Babilonia. Estaba rodeada por dos muros de sesenta mil pasos, con una altura de doscientos pies y una anchura de cincuenta, siendo la medida de cada pie mayor que la nuestra en tres dedos; por el centro corría el Éufrates con admirables construcciones en uno y otro lado; todavía se conserva allí el templo de Júpiter Belo; él fue el descubridor de la ciencia de las estrellas. Con todo, esta ciudad se ha transformado en un paraje deshabitado, absorbida por la proximidad de Seleucia , fundada a tal fin por Nicátor a menos de cuarenta millas de distancia, en la confluencia del Éufrates, desviado por un canal, y del Tigris. Seleucia, sin embargo, recibe el sobrenombre de Babilonia y hoy es una ciudad libre e independiente, y además con las costumbres de los macedones. Dicen que la ciudad tiene seiscientos mil habitantes y, en cuanto a la configuración de sus murallas, que es la de un águila extendiendo las alas, y que sus campos son los más fértiles de todo el oriente. A su vez los partos, para despoblarla, a tres millas de distancia, en Calonítide, fundaron Ctesifonte , que es ahora la capital de sus reinos, y, al no conseguir ningún resultado, el rey Vologeso fundó no hace mucho otra ciudad, Vologesocerta, en sus proximidades.
Plinio el Viejo, Historia natural, VI 30, 121-122, traducción de María Luisa Arribas, Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1998.
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