Etiqueta: epigrafia latina



7 Jul 10

La fíbula prenestina es una fíbula o alfiler(imperdible ) de oro con una inscripción que se considera el primer testimonio escrito del latín antiguo, anterior a la inscripción Duenos, aunque algunos expertos como Guarducci hoy consideran que es falso. Fue descubierta en Palestrina, antigua ciudad y municipio del Lacio, Italia, y se cree que es del siglo VII a. C. Sin embargo, si se prueba la hipótesis según la cual se trata de una falsificación y la fíbula no es auténtica, entonces el primer testimonio del latín sería la inscripción Duenos que se data en el siglo VI a. C., es decir, cien años después. La fíbula actualmente se conserva en el Museo Pigorini de Roma.

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Fíbula de Praenete.Foto Flick

La inscripción

La frase, que tiene la peculiaridad de estar escrita de derecha a izquierda, dice lo siguiente:

Fibula-Palestrina.jpg
MANIOS MED FHEFHAKED NVMASIOI
/mánios med fhéfhaked numásioi/

La transliteración en latín clásico sería

MANIUS ME FECIT NUMERIO
/mánius me fékit numério/

que en castellano se podría interpretar como

«Manio me hizo para Numerio».

Praeneste fibula

Praeneste fibula


Manios med fhe fhaked Numasioi
Translation: Manio made me for Numerio
The piece may be among the oldest examples of Latin writing. Of fine quality and excellently persevered, it is a buckle (fibula) made of gold with the inscription of the artisan who made it (Manio) and the person it was made for (Numerio). This type of item is called a “speaking object” because what is written is considered to be spoken by the object itself. The writing is retrograde, following the characters of the Archaic alphabet, similar – as we have seen – to the Greek alphabet. All the same, there have been doubts about whether the piece, or even just the writing, are authentic.

In particular M. Guarducci wrote to denounce the falsification of the inscription, beginning with the obscure circumstances in which it was found. She identifies W. Helbig, the famous archeologist, eminent scholar of the German Archeological Institute at the end of the 19th century and well-known figure in Rome at the time. The question has not found a unanimously-accepted solution.

History of Latin alphabet (in Romance languages: Latin and the protolanguage;

The earliest Latinian text is an inscription on a cloak pin (fibula) of the 6th century bc, from Palestrina (Praeneste). Other Latinian inscriptions show marked differences from Roman Latin, for which there is, however, little evidence before the end of the 3rd century bc. What is certain is that the language changed so rapidly between the 5th century (the date of a mutilated inscription).

(Florencia, 20 de diciembre de 1902 - Roma, 2 de septiembre de 1999) fue una arqueóloga y epigrafista italiana, especialista en Epigrafía griega.

In 1980 Margherita Guarducci, a leading epigraphist, published a book claiming that the inscription had been forged by Francesco Martinetti, an art dealer, and Helbig, who were known to have collaborated in shady dealings. Its presentation in 1887, she claimed, was in fact a Hoax perpetrated to advance the careers of both men. This was the most formal but not the first accusation of its kind Georg Karo had said that Martinetti told him he had stolen the fibula unengraved from the Tomba Bernadini. This is, however, hearsay, and the evidence presented by Guarducci is circumstantial. She accuses Helbig of having forged the inscription himself, without direct evidence of the forging.

MARGHERITA GUARDUCCI Y LOS HUESOS DE SAN PEDRO

http://www.conoze.com/doc.php?doc=1506

  • La tomba di san Pietro. Una straordinaria vicenda, Bompiani, 2000

Qué dice desde hace siglos la tradición de la Iglesia? Dice que Pedro, el pescador de Galilea, que el propio Cristo consideraba protos, el primero de sus discípulos, el príncipe de los apóstoles en aquel momento, vino a Roma a predicar la buena nueva; en Roma murió mártir bajo el mandato de Nerón en el 64, en el Circo Vaticano, fue sepultado a escasa distancia del lugar de martirio y sobre su tumba, a principios del siglo cuarto, el emperador Constantino hizo construir la gran basílica vaticana.

Esta tradición secular de la Iglesia comenzó, a partir de cierto momento, a suscitar disensiones por parte de los adversarios de la Iglesia, y los disidentes llegaron hasta el punto de que alguno se creía en la obligación de decir, contra toda veracidad histórica, que Pedro no había ido jamás a Roma, para poder negar así la presencia de la tumba de Pedro en el Vaticano. Esto es de suprema importancia, ya que decir tumba de san Pedro en Roma, en el Vaticano, significa, en cierto sentido, decir primado de la Iglesia de Roma.

Es necesario llegar a Pío XII, hombre de altísimo ingenio, de gran cultura, de enorme humanidad y dotado de un espíritu verdaderamente previsor. A penas elegido Papa, en 1939, quiso abrir a la ciencia los subterráneos de la basílica vaticana y buscar respuesta a la pregunta centenaria.

Las excavaciones comenzaron, y duraron hasta 1949. Fueron unas extrañas excavaciones, en las cuales muchos hallazgos se destruyeron y se cometieron cosas casi inauditas.

Altares como “matrioscas”*

Encontraron una necrópolis, un antiguo y vasto cementerio, que se extendía de este a oeste, paralelo al Circo de Nerón, el mismo circo en el que Pedro había sufrido el martirio. Esta gran necrópolis estaba repleta de tierra, porque Constantino, o alguien en su nombre (el papa Silvestre fue su gran consejero), quería construir la base sobre la cual se debía fundar la primera basílica en honor a Pedro.

¿Qué encontraron sobre el altar papal? Una sucesión de monumentos y de altares: unos debajo de otros, unos dentro de otros. Esto significaba que aquel lugar, el lugar de la confesión, había sido ya desde hacía tiempo, desde siglos atrás, objeto del culto a Pedro. Debajo del altar papal, que es el actual altar de Clemente VIII (1594), se encontró uno anterior, el de Calixto II (1123); dentro del altar de Calixto II, se encontró el altar de Gregorio Magno (590-604); el altar de Gregorio Magno, a su vez, se apoyaba sobre el monumento que Constantino, aún antes de construir la basílica, había mandado erigir sobre el lugar de la tumba de Pedro, y este monumento constantiniano puede ser datado entre el 321 y el 326. El monumento de Constantino comprendía otro más antiguo que se remontaba al siglo II, el primer monumento a Pedro. Después ¿qué se incluyó? Se incluyó una parte de un pequeño edificio que se encontraba adosado a un muro revocado en rojo que hacía de fondo al primer monumento de Pedro. En este pequeño edificio, había un muro cubierto de símbolos y de antiguas inscripciones (naturalmente anteriores al monumento de Constantino, ya que fueron incluidas dentro de este), cubiertas de epígrafes que indicaban, por su abundancia, la inmensa devoción de los fieles. Después, detrás de esto, se ve que el primer monumento de san Pedro tenía en el pavimento una tapadera, la cual indicaba la presencia de una antigua tumba en la tierra, sobre la que se habían superpuesto todos estos monumentos. Bajo esta tapa, desgraciadamente, no había nada. Se encontró la tierra devastada y vacía.

Mensaje de radio revolucionario

Este era el estado de las cosas cuando concluyeron las excavaciones del 1940-49. Pío XII, en su mensaje de radio de la Navidad de 1950, notificó al mundo lo sucedido en las excavaciones y dijo que se había hallado la tumba de Pedro.

Comencé a ocuparme de las excavaciones de san Pedro, después de que hubieran terminado y se publicara la relación en 1952.

Uno de los excavadores había publicado, si bien no correctamente, uno de los epígrafes que se había encontrado en el lugar donde estaba el muro cubierto de inscripciones del que he hablado antes.

Ya había tenido ocasión de ver uno de los epígrafes, en el que había intuido la lectura “Petros eni” (”eni” en el sentido de “enesti”: Pedro está dentro).

Fue entonces cuando pedí a Pío XII visitar las excavaciones, pues nadie podía acceder a ellas. Pío XII me concedió el permiso. Entonces comencé a buscar la inscripción, este “Petros eni”, y no estaba porque uno de los excavadores se lo había llevado a casa.

Entrado ya el 1952, trabajé hasta el 1965, han sido años de un trabajo muy intenso.

Comencé a estudiar el muro de las inscripciones, que estaba dentro del monumento constantiniano. Ahora, este muro era una selva salvaje, y yo desesperaba de la empresa pero con paciencia, empecé a tratar de descifrarlo.

Esta tarea duró meses. Fue una de las más difíciles que había hecho. Después, en un determinado momento, aferré el hilo de la madeja y llegué a comprender. Se había usado una criptografía mística, es decir, se jugaba, en cierto sentido, con las letras del alfabeto. Allí sobreabundaba el nombre de Pedro, expresado con las letras P, PE, PET, vinculado normalmente al nombre de Cristo, con el símbolo de Cristo, con la sigla de Cristo y con el nombre de María, y sobre todo dominaban, en este muro, las aclamaciones a la victoria de Cristo, Pedro y María. También se recordaba a la Trinidad, a Cristo, segunda persona de la Trinidad y así sucesivamente. En fin, toda la teología del momento estaba allí, exhibida en este muro.

A golpe de martinete

Después empecé a interesarme por los huesos de Pedro. En un primer momento ni se me pasaba por la cabeza la idea de que un día llegaría a encontrar los huesos de Pedro.

Sin embargo, mientras aún estaba descifrando las inscripciones (todavía en 1953), me acercaba cada vez más a los huesos de Pedro. Los huesos de Pedro estaban en la tumba, en la tierra, bajo la tapa, como había sostenido siempre la tradición de la Iglesia. Después, cuando Constantino quiso hacer el monumento en honor al Apóstol, los huesos fueron sacados de la tierra y envueltos en un precioso manto de púrpura y oro y depositados en este nicho, y después, se cerró el nicho para siempre. Sucedió que durante las excavaciones, los excavadores, queriendo indagar en este lugar que la tradición indicaba como el lugar de la sepultura de Pedro, no se anduvieron con chiquitas. A golpe de martinete (un instrumento para clavar los palos en el terreno duro) derribaron el altar de Calixto II para llegar, lo antes posible, a la tumba. ¿Y qué pasó? Bajo los fuertes golpes del martinete cayó, del interior del muro, una cantidad de escombros, del interior y del exterior, quiero decir, del antiguo muro revocado en rojo, y todo se volcó en esta cavidad, sobre los desgraciados huesos que Constantino había depositado en el nicho del monumento. Así, aparecieron un montón de deshechos y no se reconocieron los huesos.

En aquel momento, el jefe de la Fabrica de San Pedro era un hombre inteligente, muy pío, muy sensible para no dejar al descubierto los huesos de quien fuese, fuesen cristianos o paganos. Monseñor Cas (hombre de confianza de Pío XII) notó que entre los escombros del nicho había unos huesos. Hizo apartar los escombros, guardar los huesos dentro de una caja y la metió en un armario de las grutas vaticanas, donde permanecieron ignorados durante diez años.

Había algunos huesos con hilos de oro y minúsculos pedacitos de tejido color púrpura.

Un antropólogo de mi confianza, el profesor Correnti, examinó el grupo de huesos de la caja, y me dijo: “Mira, hay algo extraño, porque todos los otros grupos que me han hecho examinar eran de distintos individuos, estos son de uno solo”. Le pregunté: “¿De qué sexo?”. Me dijo? “Masculino”. “¿Edad?”. “Avanzada”. “¿Complexión?”. “Robusta”.

No por “casualidad”

En el 64, las investigaciones habían terminado. En el 65 salió mi libro Las reliquias de san Pedro bajo la confesión de la basílica vaticana, y allí comenzó a desencadenarse la tempestad porque algunos, muchos de hecho, estaban contentos con el resultado; otros no. Después de mi revisión del libro, que salió en el 67, Pablo VI se vio obligado a anunciar que los huesos de Pedro se habían vuelto a encontrar.

Nosotros sabemos que Cristo fundó su Iglesia sobre la roca de Pedro y le prometió la victoria sobre las fuerzas del mal. Ahora, creo que no es simple casualidad que los huesos del príncipe de los apóstoles, se hayan - por una excepción milagrosa - conservado y que estén, precisamente, dentro de la basílica vaticana, esto es, en el centro de aquella Iglesia que - por definición - es universal. Ustedes saben que catholicós significa en griego universal.


El mundo secreto bajo San Pedro

latunicadeneso.wordpress.com/…/

30 Abril 2009



7 Jul 10

Ilustración del «kernos Duenos» por Dressel.Wikipedia

La inscripción Duenos es uno de los primeros registros escritos del latín. Se trata de un texto de tres líneas inscrito en un vaso triple de arcilla, un kernos, tres jarrones juntos(one of the earliest known Old Latin texts, dating from the early 6th century BC. It is inscribed on the sides of a kernos, in this case a trio of small globular vases adjoined by three clay struts) , descubierta por el arqueólogo alemán Heinrich Dressel en 1880 en la ciudad de Roma. Recibió su nombre por la primera palabra – Duenos, que significa «bueno» en latín arcaico – de la tercera línea que es la que se pudo descifrar con la mayor seguridad. Según la datación más aceptada, la inscripción debe ser del siglo VI a. C., con más exactitud, alrededor de 580–550 a. C.

El texto descifrado

  • La inscripción dice lo siguiente:
IOVE|SATDEIVOSQOIMEDMITATNEITEDENDOCOSMISVIRCOSIED / ASTEDNOISIOPETOITESIAIPACARIVOIS / DVENOSMEDFECEDENMANOMEINOMDVENOINEMEDMALOSTATOD
  • La transcripción en latín arcaico sería esta:
iovesat deivos qoi med mitat nei ted endo cosmis virco sied
asted noisi opetoi tesiai pacari vois
duenos med feced en manom einom duenoi ne med malos tatod
  • Y la traducción al latín clásico podría esta:
iurat deos qui me mitat ni in te comis virgo sit.
at te nisi [OPETOITESIAI] paca rivis.
Bonus me fecit in [MANOM EINOM] bono. ne me malus tollito.
  • Las Primeras líneas son bastante confusas:
  1. [el] que te envió [a mi] pide a los dioses, si [la] virco (=joven? Proserpina?) no es buena contigo
  2. y ni te (?) apacigua [estos] ríos
  • Solamente la tercera línea se puede traducir de forma más o menos inequívoca:
a) «[Un hombre] bueno me hizo en buen fin [para un hombre] bueno, [que] no me robe [un hombre] malo».
b) «[Un] buen hombre me hizo con buen propósito para [un] buen hombre, [que] el mal no me lleve», etc.

Nota: El significado de manom einom es incierto, porque estas palabras ya no se usaban en el latín clásico. Según el consenso lingüístico, la expresión se traduce como “en buen fin”.

Bibliografía

  • Colonna (1979) • G. COLONNA, Duenos = Studi Etruschi, 47(1979), 163–172.
  • Degrassi (1957) • Degrassi, A. (1957), Inscriptiones Latinae liberae rei publicae.
  • Eichner (1988–1990) • EICHNER (1988–1990)
  • Flobert (1991) • Flobert, P. (1991), L’apport des inscriptions archaïques à notre connaissance du latin prélittéraire, Latomus 50, 521-543.
  • Fraser (1932) • Fraser, A. D. (1932), The inscribed kernos of Duenos, AJPh 53, 213-232.
  • Gierstad (1960) • E. GIERSTAD, Early Rome, III, 160–165 = Septentrionalia et Orientalia Studia B. Karlgren…dedicata, Stockholm, 1959, 133–143.
  • Gordon (1975) • Gordon, A. E. (1975), Notes on the Duenos-Vase Inscription in Berlin, CSCA 8, 53-74.
  • Krogmann (1938) • Krogmann, W. (1938), Die Duenos-Inschrift, Berlin.
  • Peaks (1911) • M. B. PEAKS, The Date of the Duenos Inscription = Transactions and Proceedings of the American Philological Association (TAPhA), 42(1911), 39–41.
  • Prosdocimi (1979) • Prosdocimi, A. L. (1979), Studi sul latino arcaico, I, Note (epi)grafiche sull’iscrizione di Dueno, Studi Etruschi 47, 173-183.
  • Rix (1985) • Rix, H. (1985), Das letzte Wort der Duenos-Inschrift, MSS 46, 193-220.
  • Romanelli (1964) • ROMANELLI (1964)

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8 Jul 09

Marble Cinerary Urn in the Metropolitan Museum of Art, February 2008

http://www.flickr.com/photos/elissacorsini/2625106743/

Marble Cinerary Urn
Roman, Flavian period, 69-80 AD

On loan to the Metropolitan Museum of Art from the Collection of Shelby White and Leon Levy, Accession # L.2007.8.10 a, b

This cinerary urn is one of a group of funerary monuments (L.2007.8.7-10 a,b) that belong to various members of a family centered around the matriarchal figure of Vibia Drosis. The inscription indicates that the urn contained the ashes of a man, Gaius Vibius Herostratus, and a freedwoman, Vibia Haeresis. The exact nature of their relationship to the other Vibia, her father, and her son- who appear on the three stele in this group- is not known.

Text from the Metropolitan Museum of Art label.

——

La inscripción que leo es

C.VIBIVS HEROSTRATVS / VIBIA C.L./ HAERESIS

Teniendo en cuenta el elemento Vibius en los nombres de los dos difuntos, ambos pertenecen a la familia

de Vibia Drosis, tal vez libertos ambos , aunque el hombre lleva los trianomina (es ciudadano romano ) y no hace constar ya su condición de liberto, lo que si hace constar aún la mujer .

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