Entre todas las maravillas que se pueden conocer en Rusia, tal vez una de las que más me han impresionado sea la Cámara de Ámbar.
En 1710 Pedro el Grande regaló a su esposa Catalina I la zona donde en pocos ańos se construyó el maravilloso conjunto de parques y palacios, cuyo centro composicional es el Palacio de Catalina. El palacio se alzó en la epoca de la hija de Pedro I , la emperatriz Isabel, sobre una construcción previa propiedad de la madre de Isabel, encargándose del proyecto Bartolomeo Rastrelli en un estilo plenamente barroco, participando posteriormente C.Cameron y G. Quarenghi .
Una de las pocas imágenes que quedan de la Cámara de Ámbar original
El edificio se articula en varios edificios, el mayor de los cuales tiene una longitud de 340 m. Sus fachadas están decoradas con profusión de atlantes, columnas y grandes ventanales ornamentales, para los que se recurrió al ya característico contraste de colores del barroco ruso: azul, blanco, dorado…… Es un palacio diferente al lo que se esta acostumbrado a ver en la Europa Occidental, quizás demasiado recargado, pero que no deja de ser espectacular en todos los sentidos. Es sin nungun tipo de duda uno de los principales exponentes del estilo barroco en Europa.
La decoración de los interiores pasmaba por su magnificencia: las puertas lucían sutil veteado dorado, la enfilada de habitaciones daba sensación de estar adornada con encajes brillantes.
Entre las estancias del palacio destaca el gran Salón Dorado o Salón del Trono que es obra de Rastrelli. La visita a este salón puede abrumar al mas escéptico por la profusión de dorados que están presentes en cada minúsculo detalle de esta estancia, y que se multiplican hasta el infinito por la multitud de espejos.
En el techo podemos ver el fabuloso plafon de Giuseppe Valeriani “El triunfo de Rusia” de 1755. Otras estancias son: las Anticamaras, el comedor de caballeros, el comedor de cazadores, el salon de pilastras rojas de cristal, la famosisima Cámara de Ámbar, la Pinacoteca, el comedor verde de Cámeron, y de época mas tardía ,el despacho de Alejandro I y la escalera principal.
Durante siglos este palacio fue la residencia oficial de los zares en verano, y fue aquí donde el último zar Nicolás II vivió arrestado hasta poco antes de su ejecución
La joya del palacio es la llamada Cámara de Ambar - a la que se conoce como la octava maravilla del mundo.
Primeramente la habitacion fue instalada en el Palacio de Invierno, pero en 1755 la Emperatriz Isabel (Elizabeth) ordeno trasladarla al Palacio de Catalina en Tsarskoye Selo. Los paneles individuales de Ambar fueron traidos desde San Petersburgo a Tsarskoye Selo por 76 soldados a cuestas durante 6 dias. No habia suficientes paneles para decorar toda la superficie de 100 metros del nuevo interior, por eso los mosaicos y los espejos fueron añadidos y la parte inferior de la sala fue pintada imitando el ambar.
Durante la Segunda Guerra Mundial las tropas nazis se llevaron los paneles de Ambar y los trajeron a Alfredo Rode, el jefe del Museo de Artes de Konigsberg en Kaliningrado. Una parte de la Sala de Ambar se ha visto por ultima vez en la exposicion del Castillo de Konigsberg, antes de ser ocultada en las catacumbas. Desde aqui empieza la leyenda. Existen muchas leyendas e historias sobre la suerte de la Sala de Ambar, pero parece mas real el hecho que los paneles fueron escondidos en una de las minas de la Costa Baltica o que se quemaron .
Un equipo de maestros de ambar de “Tsarskoselskaya Yantarnaya Masterskaya” ha trabajado desde 1972, para recuperar la magnifica Sala de Ambar. Los maestros han estudiado y usado los antiguos metodos de trabajo en ambar. Su idea era no solo recuperar los paneles, sino tambien encontrar y repetir la manera original de los autores de la sala. Mientras que su misteriosa desaparición durante la Segunda Guerra Mundial sigue excitando a los cazadores de tesoros de todo el mundo, la Cámara de Ambar ya ha recobrado su antigua grandeza y esplendor gracias al trabajo de los restauradores contemporáneos, fue inaugurada en verano 2003 cuando San Petersburgo celebraba su 300 aniversario , al que asistieron grandes personalidades de todo el mundo.
La historia del arte ha producido pocas obras tan ambiciosas y valiosas como la Cámara de Ámbar, conocida en toda Europa como la octava maravilla del mundo. Sus enormes paneles profusamente ornamentados fueron enviados por Federico I de Prusia como regalo a Pedro el Grande de Rusia en 1717, y no tardaron en convertirse en el símbolo del esplendor imperial zarista.
La Cámara de Ámbar original (en ruso: Янтарная комната, esto es, Yantarnaya komnata) en el Palacio de Catalina de Tsárskoye Seló cerca de San Petersburgo , fue una lujosa habitación del palacio de los zares de Rusia cuyas paredes estában recubiertas por paneles de distintos tamaños, zócalos y muebles formados por miles de placas s de ámbar ,una resina fósil cuyo precio era doce veces superior al del oro.[1]
Esta Cámara fue un regalo del rey Federico Guillermo I de Prusia al zar Pedro I el Grande para estrechar las relaciones diplomáticas entre ambas naciones. Desde entonces fue ampliada y considerada el orgullo de Rusia, incluso tras la Revolución bolchevique.
Durante la invasión de la URSS durante la Segunda Guerra Mundial , los alemanes incluyeron la joya en la lista de obras de arte para su saqueo y la trasladaron al castillo de Königsberg, donde se perdió su rastro.
En 2003 fue remplazada por una copia, realizada con recursos de empresas alemanas, encabezadas por la compañía Ruhrgas AG. El presidente ruso, Vladímir Putin, y el canciller alemán, Gerhard Schröder, la inauguraron en el final de los festejos del trescientos aniversario de la ciudad de San Petersburgo.
Bibliografía
- ↑ Bascompte, Ernest, La Cámara de Ámbar - el tesoro desparecido de la zarina, nº 44 de Clío (revista), Madrid, junio de 2005, ISSN 1579-3532
-http://www.terra.com/arte/articulo/html/art1144.htm-Curiosamente, la cámara de ámbar, considerada un tesoro ruso expoliado por los alemanes, fue construida en Berlín, por orden del Rey Federico I de Prusia entre 1701 y 1711.
Sin embargo, la obra, una habitación completa hecha en ámbar, no duró mucho en la capital prusiana, porque Federico Guillermo I, conocido también como el rey soldado, se la regaló al zar Pedro El Grande, que se sintió fascinado por el trabajo de los artesanos berlineses durante una visita a su pariente germano.
La cámara de ámbar se instaló entonces en San Petersburgo, donde permaneció hasta 1760, cuando Catalina La Grande la hizo desmontar y trasladar a Tsaskoesolo, que usaba como residencia de verano.
Durante la II Guerra Mundial, la ironía de la historia quiso que los soldados alemanes que desmontaron la cámara de ámbar la llevaran precisamente a Koenigsberg, la actual Kaliningrado, precisamente la ciudad donde el primer propietario de la obra, Federico I, se había hecho coronar Rey de Prusia.
Cuando los rusos estaban a punto de llegar a Koenigsberg, la cámara de ámbar volvió a ser desmontada, algunos dicen que por un único soldado, y transportada a un lugar desconocido.
Con esa desaparición comenzó la leyenda y la búsqueda de la habitación, que hasta ahora sólo ha traído consigo resultados parciales, como el hallazgo de algún mosaico y un montón de publicaciones de prensa que suelen ofrecer pistas, generalmente ilusorias.
La cómoda, que debió ser construida hacia 1760, según la directora del Museo de Artes Aplicadas de Berlín, Barbara Mundt, se encontró en 1997.
Su pertenencia a la cámara de ámbar logró establecerse gracias a una fotografía que había sido publicada en 1920.
Durante tres años, el mueble se mantuvo en secreto, hasta que se decidió devolverlo a Rusia.
Probablemente, la cómoda volverá a Tsaskoeselo, donde podría instalarse en una reconstrucción de la cámara de ámbar que un grupo de artesanos rusos esperan terminar en el año 2002.
El desarrollo de esa reconstrucción ha estado también afectado por los vaivenes de la historia reciente.
La revolución pacífica de los países del Este dificultó la labor, ya que Polonia, de donde procede la mayor parte del ámbar utilizado, empezó a exigir divisas por el material.
Esto llevó a que, durante un tiempo, los artesanos no pudieran desarrollar sus labores en Rusia, lo que benefició al Museo de Artes Aplicadas de Berlín, donde algunos estuvieron trabajando en la restauración de varios objetos de ámbar.
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