Roma, 19 dic (EFE).- El responsable de la conservación de los bienes arqueológicos del Ayuntamiento de Roma, Umberto Broccoli, planea devolver al monumento del Coliseo, los antiguos combates de gladiadores que se libraban durante el Imperio romano.
“No quiero hacer nada carnavalesco. Será una cosa muy seria”, asegura Broccoli, arqueólogo y presentador de programas de radio y televisión en Italia, en unas declaraciones que recoge hoy el diario italiano “La Repubblica”.
La intención del responsable de la arqueología romana es recrear para los turistas la verdadera atmósfera que se vivía en la época de la antigua Roma en el entorno del Coliseo y programar espectáculos con gladiadores que den mayor realismo a los actores que posan en la actualidad por sus alrededores.

“Yo no me escandalizaría por devolver los fingidos duelos entre gladiadores que se ven hoy delante del Coliseo. Por supuesto, se harían de otra manera, quizá no en la calle, quizá sobre un escenario, acompañados de los versos en los que Séneca habla de la vida de los gladiadores de su tiempo”, comenta Broccoli.
“No se tiene que temer la vulgaridad a la hora de contar en nuestros días la vida de aquellos tiempos”, apunta el arqueólogo, quien añade que “los gladiadores eran vulgares, estaban sudados, apestaban y decían palabrotas: ¿por qué no hacer que se vea cómo eran de verdad?”.
El Ayuntamiento de Roma estudia la posibilidad de ofrecer a los turistas una especie de casco en el que puedan verse recreaciones virtuales de la antigua capital del Imperio, a medida que se camina sobre las áreas arqueológicas más importantes.
“Menos carácter sagrado y más espectáculo”, propone Broccoli, quien apuesta por que museos como el del Coliseo hablen al público “con un lenguaje nuevo”.
“Habría que recrear -incide- los olores que se percibían por las calles. Sólo de este modo se puede conseguir que la visita a un museo se convierta en una emoción inolvidable.
Fragmentos de lápida de una tumba romana
****¡¡¡¡OLORES¡¡¡¡
Pienso yo que teniendo en cuenta que no había saneamientos públicos abundantes, las letrinas eran comunales, se hacia caca “en comandita”, en público, vamos , puede ser glorioso reproducir aquellos “olores”…

Letrina comunitaria romana
Todo se tiraba a la calle:caca, pis, alimentos estropeados, animales muertos…etc….
La recreación de los olores de la antigua Roma puede ser onírica y ciertamente INOLVIDABLE, sobre todo en el mes de agosto, a 50 grados a la sombra.¡Mamma mía¡ ( ¡¡¡ Y menos mal que es una arqueólogo pre-Bolonia¡¡¡)
Aunque eran unos guarros con perdón( según nuestras costumbres actuales, claro) , procuraban ser limpios, todo hay que decirlo:
“Cuestan tan poco las simples escobas, los trapos de cocina, el serrín! Descuidarte de tenerlos te cubre de vergüenza (…). Cuanto menos cuidado y gasto exigen esos detalles es más reprochable que si faltasen los refinamientos en las casas de los ricos.”
Letrinas romanas del teatro de Mérida
Este fragmento de las Sátiras del escritor latino Horacio señalan al afán de pulcritud en la sociedad romana. Debe señalarse que la limpieza, al igual que la mayoría de las tareas diarias, en los hogares con una cierta posición económica eran realizada por los esclavos, los cuales se convirtieron en un indicador de la posición de su dueño y garantizaban que su casa no se convirtiera en una zorrera.
Y lo que decían algunos:
Nosotros lo único que necesitamos es una esclava que sepa tejer, que sepa moler, cortar la leña, barrer la casa, que se aguante con los azotes y que guise diariamente la comida de la casa” Escribía el comediógrafo latin o Plauto.
¿ Pide mucho ?
Entre el olor a gladiadores sudorosos, rebozados de humanas y animales , sangre de las víctimas y moscas a miles que pican animales muertos y caca humana y animal más pis amoniaco puro…la atracción turística la encuentro un poco extraña…ahora que, como siempre digo: Siempre hay expertos. ¡Allá ellos¡.
Yo desde luego ni pienso usar en público las letrinas ni ir pisando mierdas por las calles de Roma o que me tiren pises desde las ventanas de las insulae, por muy verídica que sea la recreación de la realidad olorosa de la antigua Roma. En cuanto a lo de ir a los espectáculos del Foro para estar al lado de gente sin lavar en verano, ya tengo bastante con el Metro de Madrid.
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Recibía el nombre de gladiador quién luchaba con otro, o con una bestia, en los juegos públicos de la Antigua Roma. La teoría más aceptada sobre el origen de este vocablo es que deriva de la palabra Gladius, la espada que utilizaban algunos.
Estos combates eran algo m uy popular. Y en uno de sus poemas ,Juvenal decía de la plebe de Roma que “…duas tantum res anxius optat / panem et circenses” (“ansiosa sólo desea dos cosas, pan y juegos de circo”) y algo parecido dirá Frontón, Principios de la Historia V 11: “populum Romanum duabus praecipue rebus, annona et spectaculis, teneri” (“el pueblo romano está principalmente entretenido en dos cosas, el reparto del trigo y los espectáculos”).
Dos de las numerosas obligaciones de los Emperadores fueron precisamente alimentar a la plebe romana y entretenerla, entre otras cosas porque el POPULUS ROMANUS OPTIMO IURE era el “dueño de las perras ” y los magistrados eran los administradores . Al pueblo soberano había que darle lo que le correspondía, no porque tuviera estos gustos extraños.
Para lo primero solían realizar mensualmente distribuciones de alimentos en el Pórtico de Minucia para asegurarles su ración de pan diario; para lo segundo organizaban en diferentes escenarios laicos o religiosos –el foro, los teatros, el circo, el anfiteatro, etc.- espectáculos interminables que duraban varios días, manteniendo así a la población entretenida, no sólo con el dinerito del Estado sino del propio peculio de los magistrados, que no cobraban, sino que ponían su dinero para tales menesteres…
La proliferación de los juegos también tuvo razones sociales: se calcula que unos 150.000 itantes de la antigua Roma imperial no trabajaban y estaban bajo la protección del Estado; así, no sólo darles de comer, sino el tenerlos entretenidos era la mejor forma de evitar disturbios, contener y encauzar sus pasiones, desviar sus instintos y canalizar su actividad.
En contrapartida, el desembolso económico para celebrar los juegos y mantener este instrumento de control de la población era tremendo; en un principio, eran magistrados los que se encargaban de organizar y pagar de sus expensas estos espectáculos, pero cada vez con más frecuencias debía ser el propio Emperador quien los costeara de sus propias arcas; a ello se sumaba el orgullo de cada Emperador –salvo Tiberio-, que de manera general no podía permitir que los espectáculos del Emperador anterior fueran mejores que los suyos, por lo que cada vez eran más exagerados los gastos y los espectáculos. de todo género ofrecidos, no sólo en el anfiteatro (dos teatros, redondo) sino también el el Circo ( ovalado) o los teatros.
La proliferación de los juegos también tuvo estas razones sociales: se calcula que unos 150.000 romanos no trabajaban y estaban bajo la protección del Estado; así, no sólo darles de comer, sino el tenerlos entretenidos era la mejor forma de evitar disturbios, acaparar sus pasiones, desviar sus instintos y canalizar su actividad. En contrapartida, el desembolso económico para celebrar los juegos y mantener este instrumento de control de la población era tremendo; en un principio, eran magistrados los que se encargaban de organizar y pagar de sus expensas estos espectáculos, pero cada vez con más frecuencias debía ser el propio Emperador quien los costeara de sus propias arcas; a ello se sumaba el orgullo de cada Emperador –salvo Tiberio-, que de manera general no podía permitir que los espectáculos del Emperador anterior fueran mejores que los suyos, por lo que cada vez eran más exagerados los gastos y los espectáculos. de todo géneto ofrecidos, no sólo en el anfiteatro (dos teatros, redondo) sino también el el Circo ( ovalado) o los teatros.

El origen de los combates romanos de gladiadores parece que hay que buscarlo en las costumbres funerarias de los etruscos SEGÚN ALGUNOS AUTORES, en cuyas tumbass aparecen representados y, remontándose algo más, es probable que se encontrase alguna relación con la costumbre de inmolar los prisioneros en la tumba del héroe muerto en la guerra, practicada por algunos pueblos como se describe en la Iliada.�
Constituían una parte de los juegos fúnebres de los etruscos y parecen referirse al culto de Saturno, dios de los muertos , lo que indica que en un principio podían celebrarse durante las Saturnales. Dichos combates se introdujeron en Roma hacia el siglo III a.C.
En cualquier caso, en lo que si están de acuerdo los investigadores es en el origen funerario de los combates. Ya los escritores antiguos lo asumían así. Los juegos gladiatorios no se designaron con el término ludi , como los juegos circenses (ludi circenses) o las representaciones teatrales (ludi scaenici). Por el contrario, desde el principio se usó el término munus (en plural munera), sobre cuyo origen nos da una explicación Tertuliano en su tratado sobre los espectáculos:
“Es llamado munus por el deber, que tiene el mismo nombre. Con este espectáculo, en efecto, los antiguos creían satisfacer un deber respecto a los difuntos…[]…puesto que se creyó que las almas de los difuntos podían ser propiciadas con la sangre humana, durante los funerales fueron inmolados prisioneros de guerra o esclavos de poco valor adquiridos para la ocasión. Posteriormente, se quiso disimular la falta de compasión con el placer y ,por tanto,…[]…se sacrificaban cerca de las tumbas aquellos que habían sido adiestrados con las armas y el tiempo disponibles para que aprendieran a matarse” (Tertuliano, Espectáculos XII, 1-4).
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ARTÍCULO EN PDF:
Combate de gladiadores con lorarius, Caronte y tubicen junto a los luchadores. Reconstrucción procedente de CONNOLLY, Peter y DODGE, Hazel: La Ciudad Antigua. La vida en la Atenas y Roma clásicas, Madrid, 1998.
http://www.catedu.es/aragonromano/images/gladiat.jpg
Como no siempre había prisioneros que combatieran mientras el cadáver se quemaba en la pira, pues tal era el momento en que se producía el duelo gladiatorio, en que la sangre que se vertía era como un holocausto ofrecido al alma del difunto, no faltaban hombres temerarios que se prestaban libremente a combatir. Tales fueron los primeros gladiadores.
Como sucedió con otras muchas costumbres de la antigüedad, los combates de gladiadores, que habían comenzado por ser un rito fúnebre, acabaron por ser un espectáculo público que llegó a inspirar una pasión desenfrenada.
Según el escritor Valerio Máximo, los hermanos Marco y Décimo Bruto dieron el primer munus gladiatorium en el año 490 de Roma, 264 a.C., en el Foro Boario , en ocasión de los funerales de su padre.
Durante toda la República romana, los textos permiten observar un creciente interés por estos espectáculos de modo que en apenas dos siglos el número de parejas combatientes se amplió de tres hasta las trescientas veinte ofrecidas por César en el año 65 a.C.
Tanto gustaban al público que incluso en una ocasión, mientras se representaba una obra de Terencio, los espectadores abandonaron a toda prisa el teatro porque estaban a punto de comenzar unos combates de gladiadores.
A lo largo del siglo II, la gladiatura se extiende por toda Italia y las provincias, sufriendo a su vez una serie de transformaciones: por una parte va perdiendo algo de su carácter sagrado (aunque nunca lo perdió por completo) y por otra se hace cada vez más profesional, con una serie de normas y reglas establecidas por ley (lex pugnandi).
Como eran muchos los sistemas ideados para combatir y variados los lances y suertes de cada combatiente, se fijaron reglas , cuya enseñanza estaba encomendada a los lanistas o gladiadores más viejos y experimentados pero sobre todo, más expertos, ya que habían logrado sobrevivir a numerosos combates.
A cargo de éstos, estaban los gladiadores fiscales, o dependientes del fisco, pues el Estado los mantenía bajo un régimen especial y les pagaba. Otros lanistas reclutaban y mantenían muchachos para combatir en la arena, que luego alquilaban para funerales, comidas y otras solemnidades. No faltaron tampoco particulares opulentos que tenían gladiadores y los Emperador , como es lógico, poseían los mejores, no faltando algunso que combatieron, como Calígula y Comodo.
Los autores antiguos, especialmente Suetonio, dan muchos detalles de los combates de gladiadores y de la intervención que en tales fiestas tomaron algunas veces los Emperadores. Por ejemplo, Nerón hizo pelear un día en el anfiteatro a cuatrocientos senadores y doscientos caballeros. Trajano, de vuelta de su expedición al Danubio, hizo que, en los 123 días que duraron las fiestas organizadas, combatieran diez mil gladiadores.
Los gladiadores educados en las escuelas por los lanistas se alquilaban o vendían, de forma que los lanistas eran al mismo tiempo sus maestros y sus empresarios. Estas escuelas, que la gente rica se daba el lujo de sostener en los últimos años de la República, estaban repartidas en diferentes puntos del territorio romano.
Durante el Imperio se fundaron muchas otras: Domiciano estableció cuatro en Roma, llamadas Ludus Gallicus, Dacicus, Magnus y Matutinus. En Praeneste, Ravena y Alejandría, a causa de lo saludable de su clima, se establecieron de esta clase de instituciones imperiales y la escuela de Esgrima de Capua conservó mucho tiempo su antigua reputación.
La práctica de la lucha moderna de los gladiadores parece proceder de la zona del Samnio -una región histórico-geográfica de la Italia centro-meridional- y, como muchos otros aspectos de la cultura samnítica, fue adoptada por los romanos.
Su origen se suele vincular al munus (término que en latín tiene la doble acepción de “asignación” y de “regalo”). La costumbre de ofrecer espectáculos públicos en circunstancias particulares, como por ejemplo el duelo a muerte entre esclavos en ocasión del funeral de cualquier familiar, era muy celebrada.
Otra hipótesis supone que el nacimiento de los gladiadores debe vincularse necesariamente con el mundo etrusco.
Con respecto al posible origen etrusco de los juegos de gladiadores, algunos testimonios arqueológicos parecen demostrar las influencias de tal pueblo en las costumbres de Roma, y que algunos de estos combates se aprecian en las pinturas de las tumbas y se citan en algunas fuentes literarias.
En las paredes de dos tumbas de Tarquinia, respectivamente la Tumba de los Augures (segunda mitad del siglo VI antes de Cristo) y la tumba de las Olimpíadas (últimos veinticinco años del siglo VI antes de Cristo) se representa un grupo de personas donde aparece un extraño personaje enmascarado llamado Phersu, que conduce un perro feroz encadenado mientras éste ataca a un hombre con la cabeza cubierta por una bolsa, que se defienda con un clavo.
www.taringa.net/posts/info/1207831/%C2%BFQuie…
En esta cruenta escena de combate, según Raymond Bloch, debe interpretarse un anticipo de los futuros juegos de gladiadores romanos. De acuerdo con esta versión, derivarían entonces de los juegos fúnebres de la antigua Etruria en el curso del cual se ofrecía un hombre a las fieras para que intentara desesperadamente salvar su vida.
Cabe mencionar que en las urnas y sarcófagos etruscos se encuentran frecuentes representaciones de combates que también se leído como anticipos de la función de los futuros gladiadores romanos. También se encontraron escenas de combate entre famosos guerreros mitológicos, durante la Antigüedad clásica.

Tumba Andriuolo 58 de Paestum
Durante mucho tiempo se pensó que el origen de los combates gladiatorios era etrusco, basándose en una serie de factores etimológicos o en el examen de relieves y pinturas. Sin embargo, en la actualidad, algunos descubrimientos recientes como una tumba decorada del siglo IV a.C. hallada en Paestum (sur de Italia) con representaciones de pugilatos y duelos entre hombres armados han llevado a pensar en un posible origen samnita. Esta última teoría toma cada vez más consistencia, sobre todo si tenemos en cuenta que los primeros anfiteatros realizados en piedra de los que tenemos noticias se construyeron precisamente en Campania y que uno de los tipos más antiguos de gladiador es el samnis (samnita)
El Adiestramiento de los Gladiadores
Los galeotes y prisioneros de guerra, particularmente aguerridos y experimentados tras haber sobrevivido a años de lucha y sufrimiento, eran personajes marginales muy buscados y valorados para ejercer como gladiadores profesionales.
A menudo, muchos de ellos eran originarios de tierras lejanas como Numidia, Tracia o Germania, y se postulaban gustosos a la actividad, con la intención de progresar en esa carrera.
Además, era inconcebible para un romano incluir en un combate de gladiadores a cualquier persona que no fuese voluntario.
El adiestramiento de los gladiadores era todavía más profundo que el que se practicaba en la escuela militar romana. Ejercitaban la esgrima, el manejo de armas particulares y mejoraban su condición física mediante fatigosísimos entrenamientos.
Durante la Era Cristiana, la “gladiatura” se convirtió en un deporte de alto nivel en Roma; se consideró el núcleo de adiestramiento privilegiado para lograr los mejores combatientes y guerreros.
Las condiciones de vida de los gladiadores eran excepcionales, porque tenían las puertas abiertas a todos los espacios públicos y celebraciones organizados en Roma y su entorno.
El entrenamiento de los mismos se realizaba en la llamada “palestra”, unida al Coliseo gracias a un corredor subterráneo. Allí los atletas gozaban, además, de momentos de relajación y ocio, dependiendo del prestigio de su reputación.
Pero los nuevos gladiadores no tenían el privilegio de asistir a las noches de fiesta. El incremento de su notoriedad era un largo camino para el que había que esforzarse mucho; al menos eso pretendían tantos jóvenes gladiadores.
Kirk Douglas en el papel de Espartaco
La célebre revuelta de Espartaco tuvo lugar en el año 73 antes de Cristo, en una escuela de gladiadores de Capua. Para aquella época, este célebre y cruento deporte estaba todavía poco y mal reglamentado.

Los gladiadores eran habitualmente esclavos, prisioneros de guerra o bien condenados por algún delito grave. Practicando la lucha se les daba la oportunidad de conseguir su libertad, la fama y, en muchos casos, una considerable posición económica. Tampoco faltaron personas que ingresaron en los Ludi (escuelas de entrenamiento y formación de gladiadores) con el único afán de divertirse y conseguir fama. Dentro de las leyes romanas había una que castigaba al reo a la condena llamada Ad gladium, es decir a luchar a muerte con la espada en la arena del circo. Todos los gladiadores eran entrenados en los Ludi, cuyos propietarios eran los Lanistae.
Llegaron a existir hasta nueve tipos de gladiadores, que se distinguían por sus vestimentas y por las armas que portaban.
Los Andabatae se les conocían por su casco sin aberturas para los ojos.
Los Equites iban a caballo o en carroza (aurigas), por lo que solían luchar entre ellos.
Los Hoplomacus portaban tiras de cuero en muchas partes del cuerpo (tobillos, muñecas, rodillas) y una especia de “slip” para proteger de la visión sus partes más íntimas. Luchaban con grandes escudos, casco con visera y cimeras.
Los Mirmos provenían la mayoría de la Galia (actual Francia) y se caracterizaban por llegar en su casco un dibujo de un pez (en latín- Myrmo). Su indumentaria se basaba exclusivamente en un largo escudo rectangular y armas de procedencia gala.
Los Reciarius no llevaban protección ni en la cara ni en la cabeza y tan solo portaban una túnica con un cinturón ancho de cuero, un tridente, un puñal y un red.LLevaban red, un largo tridente y un puñal y eran conocidos por no llevar casi nada encima. Solían luchar contra los Secutors.
Los Secutors portaban espada, escudo, casco con visera y una espada. Tenían fama de ser muy valientes y de ganar en muchos encuentros gracias a su agilidad de sus movimientos.
Los Samnita: eran conocidos por los grandes escudos ornamentados que llevaban en el pecho, sus cascos con crestas y aletas. Utilizaban una espada corta y recta, además de un pequeño escudo,
Los Tracius: debían su nombre a sus largas espadas. Portaban tridente o espada corta, escudo cuadrado pero no casco. Sus piernas estaban protegidas.
Cornelius Scipion “Africanus”: El primer gladiador conocido de la historia. En el 206 a.C participó en los primeros juegos de gladiadores en honor a su difunto padre.

Espartaco: Famoso por acaudillar una rebelión de esclavos contra el poderío de Roma. Era un príncipe tracio y que vivió en el s. I a.C. Este soldado de las tropas auxiliares romanas de Tracia llegó a desertar y huyó buscando su libertad, siendo retenido y hecho prisionero. Gracias a su preparación física fue enviado con los gladiadores de Capúa.
En ella, famosa por haber albergado los juegos más sangrientos, Espartaco empezó a revolucionar a todos por sus ideologías en contra de los Gracos y por la pérdida de los poderes del pueblo más llano.

Estatua de Espartaco en los Jardines de las Tullerías, en París
Espartaco (Tracia, 113 a. C. - Lucania, 71 a. C.), esclavo tracio que dirigió la más grandiosa rebelión contra la Antigua república romana en suelo itálico (conocida como III Guerra Servil, Guerra de los Esclavos o Guerra de los Gladiadores), hecho ocurrido entre los años 73 a. C. y 71 a. C.
De acuerdo con las vagas referencias de los historiadores romanos Apiano y Floro, Espartaco era originario de Tracia (se cree que nació en la localidad de Sandanski, en la actual Bulgaria). Militó en las auxilia, las tropas auxiliares de Roma, de las que desertó. Al no ser ciudadano romano, una vez capturado fue reducido a la esclavitud. Fue destinado a trabajos forzados en unas canteras de yeso, pero gracias a su fuerza física, fue comprado por un mercader para la escuela de gladiadores de Capua de Léntulo Batiato. Todas las fuentes conocidas de esta rebelión (muy fragmentarias) coinciden en describir a Espartaco como un hombre culto, inteligente y justo.
Inicios de la rebelión
En el año 72 a. C., durante su permanencia en esta escuela, Espartaco ideó y llevó a cabo una rebelión a fin de escapar junto a varios compañeros. Unos 74 hombres, comandados por Espartaco, Criso y Enomao (estos dos últimos de origen galo huyeron de la ciudad armados de todo lo que encontraron). Por el camino se encontraron con un convoy que transportaba armas de gladiadores y se apoderaron de éste, tras lo cual se retiraron al monte Vesubio, desde donde empezaron a llevar a cabo acciones de pillaje contra las localidades vecinas. Espartaco estableció un reparto equitativo del botín entre todos sus hombres, lo que le atrajo gran número de seguidores entre los esclavos de las fincas aledañas al volcán.
Al tener conocimiento del motín, los romanos, sin darle gran importancia a este incidente, enviaron desde Capúa una pequeña brigada de soldados, que fue derrotada. Rápidamente los esclavos sustituyeron sus armas de gladiadores con verdaderas armaduras romanas. En consecuencia, los romanos se alarmaron y enviaron una unidad de 3.000 hombres al mando de Clodio Glabro
Contrario a la doctrina militar romana, y menospreciando completamente a los esclavos, Clodio Glabro estableció su campamento al pie de la montaña, donde descendía el único camino proveniente de la cúspide, sin establecer una valla de protección. Al tener conocimiento de este hecho, Espartaco adoptó un brillante plan. Hizo descender a sus hombres por la parte más escarpada del volcán, atados por cuerdas a la cepa de una vid silvestre, cayendo por sorpresa sobre los soldados romanos, causándoles numerosas bajas y obligando a los supervivientes a darse a la fuga desordenadamente, dejando el campamento en manos de los esclavos. Era la primera gran victoria de Espartaco, la Batalla del Vesubio.
Los esclavos hacen temblar a los amos del mundo
Los romanos enviaron contra los esclavos dos legiones tomadas de la frontera norte de Italia, al mando del pretor Varinio. Éste trató de cercar a Espartaco con una maniobra en tenaza, para lo que dividió sus fuerzas en tres partes. Espartaco, bien informado por sus espías (era un maestro del espionaje) aprovechó la división de las fuerzas romanas y derrotó separadamente a los dos ayudantes de Varinio, y luego atacó a las fuerzas comandadas directamente por éste, llegando al punto de capturar los lictores del pretor y su propio caballo. Varinio tuvo que huir vergonzosamente a pie.
Como resultado, el movimiento de los esclavos se extendió a todo el sur de Italia. Muchas ciudades fueron tomadas y saqueadas por los esclavos. El historiador romano Salustio habla de la masacre de los esclavistas y de las crueldades cometidas por los esclavos contra sus antiguos opresores. Espartaco, consciente que esas acciones terminarían por desmoralizar a los mismos rebeldes, se dedicó a organizar un ejército regular disciplinado, que pudiera enfrentarse con éxito a las poderosas legiones romanas.
De esta manera formó un ejército de unos 70.000 hombres, preparó la construcción de armas y organizó la caballería. Una vez ejecutado esto, formuló un plan de acciones futuras. Aunque no hay información precisa al respecto, se puede afirmar con bastante certeza que el plan de Espartaco consistía en reunir el mayor número posible de esclavos y sacarlos de Italia cruzando los Alpes. Esta era la única posibilidad de libertad para la mayoría de ellos, puesto que una vez fuera de Italia muchos rebeldes podrían escapar a territorios que aún no habían sido conquistados por Roma (como Germania.) Además, estaba consciente de que no podría sostener una larga guerra de desgaste contra la República romana, pues esta era inmensamente rica y podría reconstruir vez tras vez sus fuerzas armadas recurriendo a la conscripción obligatoria y a sus aliados; los romanos combatirían tenazmente, impulsados por el temor a que los esclavos de todas partes del mundo mediterráneo se decidieran a rebelarse, lo que pondría en peligro la existencia misma del Estado. Espartaco sabía además que ni siquiera los griegos, con toda su ciencia y su técnica, ni los cartagineses, con su poderosa flota ni sus mercenarios adiestrados, habían podido doblegar a Roma… lejos de ser cobarde, Espartaco era realista. Con el fin de llevar a cabo este plan, empezó a marchar con sus tropas hacia el norte.
El gobierno romano, habiendo notado las constantes derrotas de sus legiones, se dio cuenta de la gravedad del peligro, y envió contra los esclavos los ejércitos de ambos cónsules del 72, Léntulo y Gelio. En ese preciso momento surgieron disensiones entre los esclavos, cuyo resultado fue la separación de un grupo de unos 20.000 hombres, compuesto en su mayor parte por galos y germanos, al mando de Criso. Éstos empezaron a actuar de forma independiente, pero Criso no tenía la habilidad estratégica de Espartaco, por lo que que el ayudante del cónsul Gelio, el propretor Arrio, los interceptó y aniquiló en Apulia, cayendo el mismo Criso en el combate.
Este debilitamiento momentáneo del movimiento no significó el final de la rebelión, pues Espartaco, con maniobras brillantes en los pasos de los montes Apeninos, infligió una serie de derrotas a Léntulo, Gelio y Arrio, evadiendo las emboscadas tendidas para él por los romanos y continuó su avance hacia el norte. Sus tropas continuaron fortaleciéndose por el continuo afluir de esclavos escapados de todas partes de Italia, hasta el punto que Apiano dice que las tropas de Espartaco llegaron a un número total de 120.000 hombres.
Espartaco cambia de planes
Los romanos desesperaban al ver que sus legiones establecidas en Italia no eran suficientes para vencer a los esclavos. Sin embargo, hicieron un último intento de evitar su escape de la Península. El gobernador de la provincia de la Galia Cisalpina, el cónsul Casio Longino, reunió todas las fuerzas disponibles y aguardó la llegada de Espartaco al valle del Po, en la ciudad de Módena. Espartaco aceptó la batalla propuesta por el cónsul y lo derrotó, tras lo cual pudo cumplir su plan de cruzar los Alpes. pero en vez de eso, regresó hacia el sur.

Casco de gladiador
Aunque no hay una explicación clara de este asunto, se puede concluir que en ese momento los esclavos estaban tan entusiasmados por su rosario de victorias que no se podía ni hablar de escapar de Italia. Ellos deseaban culminar su venganza tomando Roma, y Espartaco se vio obligado a someterse. Más que por haberse dejado dominar por el entusiasmo de sus hombres, lo hizo para no perder completamente el control de su indisciplinado ejército.
En fin de cuentas, Espartaco se acercó a Roma. Sabiendo que no podría tomar la ciudad dadas sus poderosas fortificaciones, adoptó una postura pasiva. Los romanos, por su parte, habían confiado el mando supremo del ejército al pretor Marco Licinio Craso, adjudicándole las 10 legiones disponibles, aunque no eran de las mejores, pues ya los soldados estaban desmoralizados por las inauditas victorias de Espartaco.
Habiéndose acercado ambos enemigos, Craso ordenó asumir una posición defensiva mientras elaboraba una estrategia para derrotar a los esclavos, que consistía en encerrarlos en la montañosa región del Piceno, y recibía más refuerzos. Sin embargo, uno de sus ayudantes, Mummio, quien tenía órdenes de dirigirse a una posición más avanzada de la que ocupaban los esclavos con el fin de rodearlos, optó más bien por atacarlos directamente, siendo derrotado. Muchos legionarios arrojaron las armas (en signo de cobardía) y huyeron. Espartaco siguió su marcha hacia el sur.
En vista de esta derrota, Craso decidió tomar medidas severas para restablecer la disciplina entre sus tropas. A los que huyeron ante sus enemigos los diezmó, un castigo que no se utilizaba desde hacía mucho tiempo, el cual consistía en condenar a muerte a uno de cada 10 de los desertores. Como consecuencia de esta medida, nadie más osó violar las órdenes ni pretendió huir del enemigo.
Mientras tanto, Espartaco llegaba a Campania y avanzando más llegó a los alrededores de la ciudad de Turi, donde muchos mercaderes aparecieron para obtener el botín tomado por Espartaco. Necesitado de material para construir armas, este prohibió el intercambio comercial por encaje, oro o plata; los esclavos solamente debían aceptar hierro y cobre, pues estos eran los materiales utilizados para fabricar armas.

Lucha de gladiadores.s. III a.C. Es la más antigua representación que se conoce.Bolonia,Museo Arqueológico.
Más tarde Espartaco y su ejército llegaron al mar Tirreno, en la zona de Calabria. Aquí entró en contacto con los piratas de Cilicia, quienes prometieron darle una flota para transportar las tropas rebeldes a Sicilia con el fin de hacer de la isla un bastión inexpugnable. Sin embargo, los romanos se percataron de la intención de Espartaco, por lo que sobornaron a los piratas (hecho posiblemente realizado por el gobernador de Sicilia, Verres) y éstos traicionaron a Espartaco.
Craso, habiendo llegado desde el norte, y enterado de que los esclavos trataban de pasar a Sicilia, aprovechó la ocasión para encerrarlos en el extremo sudoccidental de la península itálica. Con este fin construyó de mar a mar una línea fortificada de unos 60 Km., compuesta de un amplio y profundo foso y una valla. Espartaco intentó forzar el paso una vez sin éxito, pero luego recurrió a la astucia. Durante una noche tormentosa reunió todo el ganado que pudo, les puso antorchas en sus cuernos y los arrojó hacia la valla. Los romanos se concentraron en el punto a donde se dirigían las antorchas, pero pronto descubrieron, para su sorpresa, que no eran hombres, sino reses. Los esclavos, por su parte cruzaron la valla por otro sector sin ser molestados y regresaron a Lucania (actual Basilicata), en la parte norte del golfo de Tarento.
El fin de la rebelión

Estatua de Espartaco en el Museo del Louvre, por Denis Foyatier
Craso, desesperado ya de no poder vencer a los esclavos por sí solo, pidió ayuda al Senado. Éste envió un mensaje a Cneo Pompeyo para que regresase inmediatamente a Italia desde España, donde había reprimido hacía poco la rebelión de Sertorio. A Licinio Lúculo, lugarteniente de Macedonia, se le dio orden de desembarcar con sus tropas en el puerto de Brindisi desde Grecia. La idea del Senado era cercar a los esclavos desde tres frentes: noroeste (Pompeyo), suroeste (Craso) y este (Lúculo.) En total, los romanos sumarían unas 20 legiones (alrededor de 120.000 hombres), de las cuales las de Pompeyo sobresalían por su valor y moral, ya que regresaban de una campaña victoriosa.
Justo en esta circunstancia peligrosa surgieron otra vez disensiones entre los esclavos. De nuevo los galos y los germanos, al mando de Casto y Gáunico (unos 30.000 hombres), se separaron de Espartaco y fueron derrotados por Craso. Si bien al comienzo de la rebelión la separación de un grupo similar no había tenido mayor importancia, ahora la situación era completamente distinta. Cualquier debilitamiento de las fuerzas rebeldes resultaría mortal, puesto que ya no había reserva de esclavos que pudieran unírseles. De esta manera, a Espartaco le quedaron alrededor de 80.000 hombres.
En fin de cuentas, Espartaco se acercó a Brindisi. Posiblemente pensó en cruzar el mar Adriático y desembarcar en Grecia o Iliria. Pero realmente no tenía la posibilidad de efectuar este plan, dado que no tenía medios de transporte… ni siquiera había podido atravesar el angosto estrecho de Messina, menos aún podría atravesar el mar Adriático. Sin embargo, Espartaco quiso hacer la prueba. Al llegar cerca de la ciudad, sus espías le informaron de que Lúculo ya se encontraba en ella. Entonces retrocedió para enfrentarse a Craso y Pompeyo.
En el año 71 a. C., en Apulia, se libró la última batalla (llamada por algunos historiadores como batalla del Rio Silario). Antes de la misma le llevaron su caballo a Espartaco, y él lo mató con su espada, diciendo: “La victoria me dará bastantes caballos de entre los enemigos, y si soy derrotado, ya no lo necesitaré.” Decidió combatir a pie con todos los demás. Los esclavos, impulsados por el ejemplo de Espartaco, dispuestos a vender cara su derrota y jamás volver a servir a los romanos, pelearon desesperadamente, pero no pudieron resistir la superioridad de las legiones romanas fogueadas en las campañas de España. 60.000 esclavos, entre ellos Espartaco, cayeron en la batalla; en cambio los romanos solo perdieron 1.000 hombres. No se pudo localizar el cadáver de Espartaco. Los romanos hicieron 6.000 prisioneros, y decidieron dar al mundo una lección: todos los esclavos prisioneros fueron crucificados a lo largo del tramo de la Vía Appia entre Capua y Roma.
Los remanentes de las tropas de Espartaco se dispersaron. Un cierto número de ellos logró huir y se refugió junto a los piratas de Cilicia. Pero los que no lo hicieron fueron sistemáticamente perseguidos: Pompeyo logró destruir a una tropa de 5.000 hombres que se dirigía hacia el norte, tratando de salir de Italia por los Alpes, como era la intención inicial de Espartac
Post mortem
Craso, al terminar con la rebelión, capturó con vida a la mujer de Espartaco, Varinia, y al hijo de ambos, que tenía unos meses de edad. Sin embargo, ella fue liberada junto con su hijo, y enviada a la Galia Transalpina (de donde era originaria) con una gran suma de dinero. Nunca más se supo de la descendencia de Espartaco.
Uno de los objetivos de la rebelión era acabar con el sistema esclavista, al menos en Italia. Si bien ese objetivo no se logró de inmediato, la rebelión de Espartaco puso en movimiento una serie de acontecimientos que muchos creen como una causa mediata en la caída de Roma.
El fin de la rebelión encabezada por Espartaco, Italia perdió al menos 100.000 esclavos, debilitando todos los aspectos de la producción. Los propietarios de esclavos empezaron a mostrar preferencia por los hijos de sus propios esclavos y que nacían en su casa, pues se los consideraba más fieles que los que eran adquiridos por compra en el mercado; sin embargo, esto no podía satisfacer las necesidades de mano de obra. Muchos esclavos serían liberados con el tiempo, lo que contribuyó al incremento de la ciudadanía parasitaria, que sólo vivía de las regalías de los políticos (el famoso Panem et circenses), hecho que terminó agotando a Roma. Muchos latifundios, base fundamental de la economía romana, fueron destruidos. Los propietarios, temerosos de nuevas rebeliones, optaron por el sistema de colonato, en el cual asignaban a algunos esclavos pequeñas parcelas de tierra, a cambio de una parte de la cosecha. Tomando en cuenta que el sistema esclavista convierte el trabajo en una actividad para esclavos, hemos de concluir que su rendimiento productivo era bajísimo, lo que se ve confirmado con fuentes como Columela y Plinio el Viejo.
Todo esto originó una aguda crisis agropecuaria en Italia, que fue extendiéndose a las provincias, y que, aun con todas las medidas que tomaron los posteriores emperadores romanos, nunca pudo resolverse. A la larga la población romana se empobreció, mientras que el Estado seguía exigiendo impuestos exhorbitantes para satisfacer sus necesidades militares en la lucha contra los bárbaros. Finalmente, agotado por completo y debilitada su capacidad de resistencia, el mundo romano terminó fragmentándose, llegando a reinar en las diversas partes resultantes, quienes habían sido los principales objetos de la explotación esclavista por parte de Roma: los bárbaros.
Referencias
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Maximus Decimus Meridius “El Hispano”, protagonista de la película Gladiator, fue un general romano, nacido en Merida, que vivió a finales del siglo II . Marco Valerio “Hispánico”: Ex general romano. Su historia se dió a conocer gracias a la película que protagonizó Russell Crowe en “Gladiator” con el nombre de Maximus Decimus Meridius “El Hispano”, nacido en Mérida (Extremadura). El auténtico vivió a finales del siglo II d.C (Año 180) y fue muy conocido en su época, sobre todo cuando el espectáculo de los gladiadores iba a menos y otra causa fue que el Imperio Romano era ya prácticamente cristiano.
Volvió al ejército y llegó a organizar un ejército de 40.000 hombres junto a los cónsules enviados por Roma, Léntulo y Publícola. Luchó con valentía por la libertad y la justicia. Espartaco fue preparado en Capua, lugar donde llegó tras ser hecho prisionero y en que entró en su escuela de gladiadores, y fue el instigador de la famosa rebelión de los esclavos contra Roma. Espartaco murió en el combate contra las tropas de Marco Licinio Craso y 6.000 de sus soldados fueron crucificados a lo largo de la Vía Apia.
Diocles, “El Hispano”: Llegó a vencer en 1462 carreras y en ganar una gran fortuna en épocas de Trajano y Adriano durante el I siglo d.C.
Aunque Constantino I el Grande proscribió las luchas de gladiadores e n el 325, continuaron celebrándose hasta aproximadamente el siglo VI.Las carreras de caballos, las menos perjudiciales desde el punto de vista moral, perduraron más tiempo, pero los combates de gladiadores desaparecieron pronto: en octubre del 326 Constantino ordenó cambiar la condena ad bestias –condena de criminales a ser devorados por animales salvajes en el anfiteatro- por trabajos forzados en las minas –damnati ad metalla-; a finales de ese siglo IV en Oriente desaparecen los espectáculos de los gladiadores y en el año 404 un edicto del emperador Honorio suprimía en Occidente las luchas de gladiadores. |
CARCOPINO, J.: La vida cotidiana en Roma en el apogeo del Imperio, Madrid, 1993
- CONNOLLY, P- DODGE, H.: La Ciudad Antigua. La vida en la Atenas y Roma clásicas, Madrid, 1998
- PAOLI, U. E.: URBS. La vida en la Roma Antigua, Barcelona, 1990
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Científicos austríacos creen haber identificado por primera vez un cementerio de gladiadores en Éfeso, un importante centro del mundo romano en la actual Turquía.
El análisis de los restos óseos así como el tipo de heridas que presentaban, ofrecieron nuevas pruebas de cómo vivieron, lucharon y murieron estos “héroes del deporte” de la antigüedad clásica.
Miles de huesos correspondientes a por lo menos 67 individuos de entre 20 y 30 años de edad y tres lápidas que representan claramente a gladiadores, permitieron concluir que el yacimiento arqueológico fue en el pasado una necrópolis exclusiva para gladiadores romanos.
Los profesores Karl Grosschmidt y Fabian Kanz, especialistas en patología de de la Universidad Médica de Viena, dedicaron los últimos cinco años a catalogar y analizar estos hallazgos.
Según la Dra. Charlotte Roberts, antropóloga de la Universidad de Durham, en Gran Bretaña, el trabajo de los científicos austríacos es “extremadamente significativo” y hace desvancer varios mitos acerca de los gladiadores.
Reglas estrictas
Para Grosschmidt y Kanz, uno de los aspectos más llamativos de sus análisis forenses son las cicatrices de heridas que muestran que los luchadores recibieron tratamiento médico… bueno y caro.
Uno de los cuerpos, incluso muestra signos de que fue sometido a una amputación quirúrgica.
Ninguna de estas heridas sugiere que hayan sido producto de caóticas golpizas, sino por el contrario, que se debieron a duelos organizados bajo estrictas reglas de combate.
Los patólogos descubrieron también heridas mortales, que se corresponderían a los relatos que hablan del “golpe de gracia” que a veces se les daba para acortar el sufrimiento del condenado.
La iconografía de los gladiadores es abundante en restos arqueológicos del imperio romano, así como relatos sobre las funciones en el circo.
Varios de ellos hablan de cómo la multitud muchas veces decidía la suerte final del gladiador que no había mostrado suficiente destreza o que había evidenciado cobardía, quien (si era condenado) debía permanecer inmóvil, “como un verdadero hombre”, mientras el verdugo ejecutaba su acto final.
Jubilado
La Dra. Roberts recuerda que si un gladiador lograba sobrevivir tres años combatiendo en la arena, ganaba su libertad. Varios de ellos a menudo continuaban como maestros en las escuelas de gladiadores.
Los patólogos austríacos encontraron por lo menos un esqueleto casi completo en Éfeso, de un hombre maduro, de mucho más edad que los otros, con heridas debidamente curadas, ninguna de ellas fatales.
“Vivió prácticamente lo que se considera la cantidad de años normales para un romano”, dice el profesor Kanz. “Creo que lo más probable es que haya muerto de causas naturales”.
La investigación sobre esta necrópolis de gladiadores en Éfeso, forma parte de un capítulo del programa “Time Watch” de la BBC, que será transmitido por el canal 2 de la televisión británica el próximo viernes 11 de mayo.
Fuente: BBC Mundo
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Lápida de un gladiador.Colonia.Museo Romano-germánico