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La astrología es el estudio de la influencia de los astros en el comportamiento y en el destino de los hombres. Practicada desde la más remota antigüedad, durante mucho tiempo se la confundió con la astronomía, a la que ayudó en su desarrollo.
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Las diferentes astrologías La astrología se desarrolló en todas las grandes civilizaciones del mundo. Sin embargo, esta disciplina, que estudia la correlación entre las configuraciones celestes y los sucesos terrestres, varía considerablemente según la cultura.
La astrología china. Esta descansa en un ciclo lunar basado en el ritmo anual de las lunaciones. Los doce signos, que corresponden a animales, varían por lo tanto según el año y no según el mes. Está permitido precisar un asunto integrando factores, tales como el compañero de ruta, determinado por la hora de nacimiento, y el elemento predominante, que se relaciona con cinco elementos: la Tierra, el Fuego, el Agua, la Madera y el Metal.
La astrología azteca. Para los aztecas, el mes (que consta de veinte días) de nacimiento es determinado por la presencia de la Luna, y el día de nacimiento se define por la posición del Sol. El horóscopo azteca también comprende doce signos.
La astrología india . Las prácticas astrológicas específicamente indias fueron desarrolladas a partir de un zodiaco lunar formado por 27 a 25 constelaciones, las rnaksatra. El trabajo más importante es el Brahajjataka, en el cual encontramos consideraciones acerca de la posibilidad de determinar astrológicamente las condiciones de una reencarnación posterior.
Hasta la época moderna, los astrólogos jugaron un rol importante en la vida política de las naciones: algunos soberanos, como Isabel I de Inglaterra, solicitaron sus servidos para desenredar los hilos del destino y orientar su acción política.
Un gran astrólogo isabelino
Cuando en 1558 Isabel sucedió a su padre Enrique VIII en el trono de Inglaterra, uno de sus primeros actos fue pedirle a su astrólogo John Dee que calculase el día más favorable para su coronación. Este propuso el 14 de enero de 1559, sugerencia que la reina aceptó, aparentemente para su felicidad: los 45 años de reinado de Isabel corresponden efectivamente a uno de los períodos más fastos del reino de Inglaterra. Sin embargo, ¿quién es este talentoso astrólogo al que puede atribuirse una parte de la gloria del «siglo isabelino»?
John Dee nació el 13 de julio de 1527 en Londres, en una familia modesta. Al término de brillantes estudios, obtuvo en 1546 el titulo de Bachelor of Arts en el Trinity College de Cambridge. Desde ese momento, se apasionó por las matemáticas, materia poco apreciada en esa época, y especialmente por las teorías de Pitágoras. Fue también en esa época cuando se inició en la alquimia y en el hermetismo. De 1547 a 1551, viaja a Europa y permanece principalmente en la universidad de Lovaina, una de las mejores del continente. En 1550 lo encontramos en la universidad de París enseñando la geometría de Euclides. De ahí en adelante su fama fue considerable, traspasando las fronteras de Europa. Mantvo vínculos con Inglaterra, a donde volvió en 1548, mostrando instrumentos de navegación jamás vistos hasta entonces.
En 1570, escribió el prólogo de una traducción de los Mementos de geometría de Euclides, contribuyendo así de manera magistral a la promoción de las matemáticas en los medios universitarios.
![]() La Luna, detalle de una carta del tarot: llamada de Carlos VI (colección particular). |
En 1551, volvió a establecerse definitivamente en Londres. Es entonces cuando Isabel lo puso bajo su protección. Redactó para ella confusos horóscopos, creó cartas geográficas, trabajó en un nuevo calendario y contribuyó a la elaboración de los planes de defensa naval de Inglaterra: los conocimientos que se consideran actualmente serios, no se distinguían en esa época de los demás. Por otra parte, continúba la fascinación de Dee por el ocultismo y trabajaba en la búsqueda de la piedra filosofal, tan cara a los alquimistas. En 1581, aunque aún no se comprueba su veracidad, recibió la visita de un ángel que le entregó una bola de cristal pulido, en cuyo interior haía un ángel llamado Uriel, y un espejo mágico de antracita negra; actualmente podemos apreciar la famosa bola de cristal en el British Museum, así como tablillas de cera sobre las cuales el astrónomo había grabado jeroglíficos matemáticos que utilizaba durante las ceremonias mágicas.
Ascenso y caída del Dr. Dee
Poco después de este hecho, también en el año 1581, Dee descubrió a un extraño personaje, llamado Edward Kelly (1555-1597), que afirmaba poder conversar con los difuntos, Dee lo tomó a su servicio, con el fin de que le ayudase a comunicarse con los espíritus de su bola de cristal y lo secundase en sus investigaciones alquímicas.
Pronto cundió el rumor de que ambos hombres lo lograron: se les cree capaces de transmutar el plomo en oro.
Fueron invitados por toda Europa y viajaron a Polonia, permaneciendo donde el príncipe Laski, al que prometieron fortuna. Sin embargo, el Papa Sixto V los acusó de necromancia, es decir, de invocar a los muertos, y logra su expulsión del país.
![]() El doctor John Dee (1527- 1608). Un ángel habría entregado al astrólogo de la reina Isabel una bola de cristal habitada por espíritus |
Por un tiempo se quedaron en Leipzig y luego en Hesse-Cassel.
El 18 de abril de 1587, una primera disputa enfrentó a ambos hombres, que entre tanto, habían contraído matrimonio.
![]() La influencia de los astros en el cuerpo humano. Ilustración del siglo XVII |
Kelly pretendía que un espíritu de la bola de cristal le ordenó que Dee y él mismo compartieran a sus esposas. Dee no lo acepta y tampoco su esposa Jane.
Se produjeron otras disputas y el cuarteto se separó. Dee se instaló entonces en Bremen mientras Kelly se fue a Praga, donde, según él, continuó transformando el plomo en oro. Sus proezas le valieron el efímero título de mariscal de Bohemia; poco después cayó en desgracia y fue incluso encarcelado en dos oportunidades por orden de Rodolfo II de Bohemia. Durante su segunda detención murióe al intentar escapar de su calabozo. Mientras tanto, Dee había vuelto a Londres, donde la reina renovó su confianza en él y le otorgó una pensión. Sin embargo, el retorno a su patria no fue completamente feliz: al llegar a su casa en Mortlake, Dee descubrió que ésta había sido asaltada y que habían desaparecido 500 de los 4.000 libros que había en su biblioteca, entre ellos unos manuscritos muy importantes. El final de su vida fue muy difícil, especialmente después de la muerte de Isabel y del conde de Leicester, uno de sus protectores. En 1603, Jacobo I, gran perdonavidas de brujos y magos, se negó a otorgarle una pensión, y en 1605 debió abandonar su cargo de rector del Colegio de Manchester. Murió en la pobreza en diciembre de 1608. Sin embargo, su fuerte personalidad, dividida entre sabio y mago, marcó su tiempo. Aún más, en el siglo XX, el alemán Gustav Meyrink le dedicó una novela: El Ángel en la ventana de Occidente (1927).
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