25 Abr 10

Archivo:CoA fr Martinique.svg

Escudo de la isla de Martinica

Lema:”No posee”

Archivo:LocationMartinique.png

La erupción del Monte Pelée de 1902 fue un cataclismo volcánico de gran magnitud ocurrido entre el 2 y el 8 de mayo de 1902 en la isla francesa de Martinica que afectó a la ciudad colonial de St. Pierre y lugares aledaños con un saldo fatal de 29.933 víctimas. Las coordenadas geográficas son: 14°49′0″N 61°10′0″O / 14.81667, -61.16667(Wikipedia)

La isla de la Martinica (en francés: Martinique) es un departamento de ultramar francés ubicado al norte de Santa Lucía, en aguas del Mar Caribe (como tal, constituye una región ultraperiférica de la Unión Europea). Debe su nombre a Cristobal Colón, quien la descubrió en 1502. Se llamaba Jouanacaëra-Matinino y estaba habitada por los caribes.[2] Esta isla pertenece al grupo de las llamadas Antillas Menores y dentro de éste pertenece al grupo de las llamadas Islas de Barlovento. Pertenece a Francia desde 1635. Es montañosa y de origen volcánico.

Archivo:1902-pelee-map.jpg

Cronología de los hechos

El Mont Pelé (montaña pelada) es un volcán que domina la isla con sus actuales 1.397 msnm. Para 1902, entrando al siglo XX, la altura era mucho mayor. El Monte Pelée había dado señales de actividad en 1792 y en 1851, aunque en ambos casos las erupciones fueron leves.

Archivo:Common lancehead.jpg

Víbora fer -de- lance

Bothrops lanceolatus, vulgarmente conocida como fer-de-lance, víbora cabeza de lanza, víbora de Martinica o cabeza de lanza de Martinica es una víbora venenosa endémica de la isla mencionada. Hasta hoy, nadie ha podido explicar por qué medran en ella y están ausentes de todas las demás islas del Caribe, incluidas las más inmediatas.

Algunos científicos reservan el nombre de fer-de-lance para esta especie, mientras que otros llaman así a todas las del género Bothrops. No se conocen subespecies.

Endémica sólo de la isla de Martinica, sin embargo el Museo Británico de Historia Natural posee dos únicos ejemplares procedentes de Guadalupe.

000000000

EL AVISO DEL VOLCÁN

Desde la quincena de abril de 1902, el monte había empezado a dar señales de actividad con ruidos subterráneos, temblores leves y agrietamientos en parcelas desde las cuales salían fumarolas despidiendo azufre.

St. Pierre, fundada a orillas del mar Caribe, era una próspera colonia francesa de más de 20.000 almas desde la cual se comerciaba la preciada caña de azúcar. Era el segundo asentamiento más importante después de Fort-de-France, distante a 24 km al sur. A solo escasos 7 km de St. Pierre se elevaba el volcán.

El jueves 1 de mayo de 1902, el volcán empezó a lanzar ceniza a su alrededor que cubrió los sembrados aledaños y además contaminó las aguas cercanas al puerto mismo.

Archivo:Stratovolcano lmb.png

Diagrama de un estrato-volcán como el Pelée

Se encontraban anclados varios navíos, algunos italianos, otros noruegos, aunque la mayoría eran estadounidenses en tránsito.

St. Pierre días después de la erupción en 1902, el Monte Pelée al fondo semicubierto por neblina.

LA DESIDIA DEL GOBERNADOR

El gobernador, Louis Mouttet, fue recibiendo partes y avisos que indicaban una inusual actividad volcánica en desarrollo, pero por razones políticas intentó bajar el perfil de los sucesos resistiéndose a la evacuación general de St. Pierre. Durante la noche, los seismos de baja intensidad acompañados de ruidos subterráneos no dejaban dormir tranquila a la población.

VIERNES 2 DE MAYO

El viernes 2 de mayo se recibieron partes de aparición de fumarolas, aluviones de lodo caliente y una incesante lluvia de ceniza fina volcánica. Algunos cónsules optaron por cerrar sus edificios y ordenaron embarcar a su personal en los barcos anclados en el puerto; de hecho, algunos capitanes decidieron zarpar por considerar que la isla corría peligro.

Archivo:Mont Pelée.jpg

El Mont Pelée,Martinica

SÁBADO 3 DE MAYO

El sábado 3 de mayo la ladera occidental del Monte Pelée estaba completamente cubierta de ceniza blanca y numerosos grupos de refugiados y comarcanos que huían de este sector llegaron a St. Pierre. Estos comentaron que varios de los 22 ríos colindantes estaban desbordándose y que el Roxelane, un río muy cercano al volcán, estaba completamente contaminado con cadáveres de animales y algunos cuerpos humanos en sus orillas. Ante las consultas desesperadas de los habitantes, el alcalde de St. Pierre, Roger Fouché, junto con el gobernador intentaron calmar a la población e insistieron en que los sucesos cesarían y que nada malo ocurriría.

DOMINGO 4 DE MAYO

Desde el 4 al 7 de mayo, el Monte Pelée entró en una fase de actividad pirotécnica lanzando alrededor proyecciones clásticas incandescentes y una fumarola empezó a tomar las alturas por sobre St. Pierre.

LA SEÑAL DE LOS ANIMALES

Un enjambre de alimañas que incluía hormigas, ciempiés, arañas de todo tipo, además de víboras venenosas, invadió las calles de St. Pierre escapando de la muerte que presentían e hicieron que la población se encerrara en sus viviendas.

Calle de St. Pierre después de la erupción.

Un descomunal aluvión de barro irrumpió en el mar y provocó una marejada que rompió las amarras de varios barcos en la bahía.

Para ese momento, St. Pierre ya tenía una población de refugiados que sobrepasaba los 30.000 habitantes, provocando de esta manera una gran escasez de alimentos.

JUEVES 8 DE MAYO: UNA LLUVIA DE FUEGO

El jueves 8 de mayo, a las 7.30, el volcán entró en fase de erupción cataclísmica declarada, arrojando grandes cantidades de lava. Una colosal y densa columna piroclástica se elevó a más de 10 km de altura, desarrollándose con gran rapidez. Treinta minutos más tarde esta misma columna, al ceder la presión inicial de empuje vertical, colapsó y con una temperatura de entre 400-500 °C descendió por las laderas cubiertas de lava incandescente hasta cubrir el terreno y asolando completamente St. Pierre y el mismo puerto.

El “Pouyer Quertier”, un vapor francés que estaba arribando al lugar, fue testigo de la destrucción de la ciudad. El radiotelegrafista envió un mensaje urgente a Fort-de-France:

St. Pierre destruida por erupción del Pelée, envíen toda la ayuda posible.

La ciudad estalló en llamas, toneladas de cañamales y azúcar se inflamaron y alrededor de 30.000 personas perecieron asfixiadas unas, incineradas otras. Para muchos la muerte adquirió características horribles.

Afiche de presentación de beneficencia para los damnificados de la erupción.

Varios barcos anclados fueron alcanzados por la nube piroclástica e incendiados , resultando toda su tripulación muerta, transformándose en osarios flotantes; entre ellos, los barcos estadounidenses, tales como el buque mixto SS Roraima con 50 personas a bordo, el vapor Rodman, el SS Tamaya y Grappler que se hundieron más tarde. La extensión de los daños abarcaron los 58 km² de destrucción absoluta. Ningún edificio quedó en pie.

DOS SUPERVIVIENTES DE LA TRAGEDIA ( Y TRES MÁS….QUE DURARON ALGO)

Increíblemente, hubo al menos en tierra dos sobrevivientes: un zapatero de veintiocho años llamado León Compère-Léandre (1874-1936) que estaba en un sótano y un obrero llamado Louis-Auguste Cyparis, o Ludger Sylbaris, (1875-1929), que se encontraba preso en una celda que fue cubierta por la ceniza inicial que lo salvó del calor reinante después.

Algunas otras fuentes citan a tres sobrevivientes más: una niñita llamada Havivra D’Ifrile, una sirvienta apellidada Laurent y una mujer llamada Filotte. Las dos primeras relataron los hechos antes de morir en Fort-de-France debido a la gravedad de sus quemaduras. La tercera, murió poco después de ser encontrada.

En su momento, se dijo que solo tres de ellos sobrevivieron: Louis-Auguste Cyparis, un delincuente que estaba acusado de herir a un amigo con un puñal y era mantenido encerrado en una celda subterránea de la prisión de la ciudad.

Louis-Auguste Cyparis, más conocido por su nombre artístico de Ludger Sylbaris, (1875? - 1929), fue un prisionero afrocaribeño encerrado en una prisión de Martinica célebre por haber sobrevivido a la monstruosa erupción del Monte Pelée en 1902.

Encarcelado aproximadamente a los 27 años de edad por haber matado a uno de sus amigos en un duelo con puñales, el obrero Cyparis esperaba su ejecución en una celda subterránea de la prisión gubernamental francesa de St. Pierre, entonces capital administrativa y centro económico de la isla de Martinica.

Salvado por la celda [editar]

La mazmorra en que se encontraba solo se ventilaba a través de un ventanuco que miraba en dirección contraria al volcán. Por la mañana temprano del 8 de mayo de 1902, un enorme flujo piroclástico fue eyectado del volcán, y se dirigió a St. Pierre a una velocidad de 670 km por hora. La temperatura interna de la nube era de más de 1.075ºC. La ciudad fue arrasada y murieron en la tragedia más de 30.000 personas.

La erupción fue tan devastadora que un testigo declaró:

“La montaña explotó en pedazos sin aviso”.

Otro dijo que

“Fue como presenciar la explosión de una refinería de petróleo gigante. Hacia nosotros vino una gigantesca pared de fuego, y su sonido parecía el disparo de mil cañones. La ola de fuego nos cubrió como si fueran relámpagos estallando sobre nosotros. Era un huracán de fuego”.

Un tercero expresó:

“La ciudad se desintegró ante nuestros ojos”[1] .

Un navío militar intentó aproximarse a la costa a las 12:30, pero el intenso calor de la tierra le impidió amarrar hasta después de las 3 de la tarde. Los restos de la ciudad ardieron durante varios días. El flujo piroclástico arrasó un área de 21 km2.

Los otros sobrevivientes

Ruinas de la prisión de St. Pierre. A la derecha se observa la celda con la pequeña ventana que salvó la vida de Cyparis.

LOS SUPERVIVIENTES DEL JUICIO FINAL

En un primer momento se dijo que sólohabían sobrevivido tres personas, y Cyparis fue una de ellos —los otros dos fueron el zapatero Léon Compère-Léandre, que escribió un impresionante recuento de la erupción en sí y de los padecimientos de los escasos sobrevivientes y la niña Havivra Da Ifrile—. La nube ardiente destruyó la prisión pero no tocó el subsuelo. Con horrible quemaduras en los miembros y la espalda, Louis-Auguste se debatió de dolor durante cuatro días, hasta que sus quejidos desesperados alertaron a un grupo de rescate que lo desenterró.

Testimonio, perdón y vida posterior

Cyparis manifestó

Archivo:Cyparis.jpg

Cyparis enseñando sus quemaduras

correctamente que la erupción tuvo lugar a la hora del desayuno (la explosión principal ocurrió a las 7:52 de la mañana), que sufrió un calor intenso y que el aire estaba lleno de cenizas.

Archivo:Prison Saint-Pierre Martinique.JPG

Finalmente fue perdonado de su delito y terminó trabajando en el célebre Circo Barnum, donde se lo exhibía como “El hombre que sobrevivió al Juicio Final”, un final paradójico para un sentenciado a muerte que fue premiado, precisamente, por haber sobrevivido. Se lo podía ver mostrando sus quemaduras, dentro de una réplica exacta de su celda de St. Pierre.

Cyparis fue el primer hombre de color en convertirse en estrella del espectáculo en una época de gran discriminación racial.

Murió por causas naturales en 1929.ICAS

EL INCREÍBLE ZAPATERO QUE SOBREVIVIÓ A TRES ERUPCIONES VOLCÁN

Otro de los supervivientes fue Léon Compère-Léandre, un zapatero que vivía en las afueras del pueblo

Léon Compère-Léandre (1874?-1936), zapatero de la ciudad de St. Pierre, entonces capital del Departamento francés de Ultramar de la isla francesa de Martinica. Alcanzó la notoriedad al resultar ser uno de los únicos tres sobrevivientes al enorme flujo piroclástico que incineró la ciudad en la monstruosa erupción del Monte Pelée del 8 de mayo de 1902, que arrojó un saldo de 30.000 muertos.

No se conocen demasiados datos de Léon Compere-Léandre, porque luego del trágico episodio, decidió retirarse de la vida pública y sumergirse en el anonimato. Ni siquiera se sabe a qué raza pertenecía, existiendo algunas fuentes que afirman que era blanco mientras que otras dicen que se trataba de un mulato.

Razones de su supervivencia [editar]

Las razones de su supervivencia tampoco se han establecido con certeza. Algunos autores manifiestan que se arrojó al mar justo antes de que lo tocara el flujo piroclástico. La gran temperatura que alcanzó el agua le provocó graves quemaduras por ebullición, pero le permitió salir con vida. Otras fuentes señalan que el flujo lo sorprendió durmiendo la siesta en su sótano[1] , mientras que hay quien dice que consiguió apartarse del camino de la nube ardiente. Esta última hipótesis es altamente improbable, ya que el fenómeno se desplazaba a 670 km por hora.

Sobreviviente de tres catástrofes [editar]

Como haya sido, los rescatistas lo hallaron corriendo enloquecido entre las ruinas de St. Pierre y lo enviaron a un hospital improvisado en la ciudad de Fort-de-France, donde se le diagnosticó demencia. En apariencia, esto se debía solamente al estado de shock, ya que pocos días después se lo nombró oficial de policía, se le entregó un arma y se lo envió a las ruinas de la capital para protegerlas contra los saqueadores. Luego de una semana de cumplir servicio de tal suerte, renunció el 20 de mayo de 1902 y escapó al flujo piroclástico de la segunda erupción, al que también sobrevivió.

La destrucción de Morne Rouge.

Este hombre de suerte increíble se estableció en Mourne Rouge, en la ladera opuesta del Pelée, justo a tiempo para recibir el 30 de mayo la tercera explosión piroclástica que destruyó también esta ciudad. Por tercera vez se convirtió en uno de los poquísimos sobrevivientes.

De tal forma, Compère-Léandre se convirtió en el único ser humano que enfrentó tres flujos piroclásticos y vivió para contarlo.

Descripción autógrafa [editar]

Compere-Léandre escribió un impresionante relato de la erupción. Parte de él dice:

“Sentí soplar un viento terrible, la tierra comenzó a sacudirse y el cielo se oscureció de repente. Traté de volverme y buscar refugio en mi casa. Con grandes dificultades trepé los tres o cuatro escalones que me separaban de mi habitación, y sentí que me quemaba los brazos, las piernas y el cuerpo. Me caí sobre la mesa. En ese momento, cuatro personas también buscaron resguardo en mi cuarto, gritando con desesperación y llorando de dolor, a pesar de que sus ropas no mostraban señales de haber estado en contacto con el fuego. Tras unos diez minutos, una de estas personas, la niña de los Delavaud, de diez años de edad, cayó muerta; los otros se fueron. Me levanté y fui a otra pieza, donde encontré a Delavaud, el padre de la niña, todavía vestido y acostado sobre la cama, muerto. Estaba violeta e hinchado, pero sus ropas estaban intactas. Enloquecido y desesperado, me tiré sobre una cama, inerte y a la espera de la muerte. Me recuperé tal vez en una hora, cuando me di cuenta de que el techo se incendiaba. Teniendo todavía algunas fuerzas, con las piernas sangrando y cubiertas de quemaduras, corrí a Fonds-Saint-Denis, a seis kilómetros de St. Pierre”[2] .

A pesar del volcán, siguió viviendo en la isla hasta su muerte en 1936, a consecuencia de las heridas recibidas en una caída.

LA TERCERA SUPERVIVIENTE

La tercera fue la niña Havivra Da Ifrile,

Por la mañana temprano del día 8, Havivra se dirigía con su madre a la Catedral de St. Pierre para oír misa. Sin embargo, la madre la envió a llevar un recado a la pastelería de su tía, ubicada junto a una atracción local denominada “El Sacacorchos”. El Sacacorchos era un sendero turístico de senderismo, que se internaba en la montaña y conducía a un cono volcánico satélite y a un antiguo cráter, a media altura en la falda del volcán.

A medida que la pequeña se aproximaba al Sacacorchos, observó que del cráter se elevaba una columna de humo. Describe su visión de la siguiente manera:

“El fondo del pozo brillaba con una luz roja, como si hirviera, con pequeñas llamas azules saliendo de él”.

Vio a tres personas bajar corriendo por el sendero, tratando de evitar

“…ser tragados por una nube de humo azul”.

No lo consiguieron, y

“…cayeron como muertos”.

Fugitiva

Havivra huyó hacia St. Pierre.

“Cuando llegué a la calle principal vi una masa hirviente explotando en la cima del Sacacorchos y derramarse colina abajo. Primero corrí por la calle, pero como la corriente se hacía cada vez más grande, iba devorando las casas a ambos lados de la calle. Entonces, vi un enorme río rojo y ardiente que venía desde otra parte de la montaña, cortando las vías de escape de la gente que salía corriendo de sus hogares”.

Asustada, la pequeña corrió hasta la playa, saltó al bote de su hermano y se dirigió, siguiendo la línea de la costa, hasta una cueva donde solía jugar a los piratas con sus amigos.

“Pero antes de llegar miré hacia atrás, y todo el flanco de la montaña que miraba hacia St. Pierre se había roto, y caía hirviendo sobre la gente que gritaba. Sufrí muchas quemaduras por las piedras calientes y las cenizas que venían volando hacia el bote, pero conseguí llegar a la caverna”.

Una vez en ese lugar seguro, escuchó el fuerte siseo producido por el flujo piroclástico al tocar el agua. Lo último que recuerda antes de perder el sentido es el agua creciendo rápidamente hacia el techo de la cueva.

El rescate

Fue encontrada a la deriva en su bote perforado y quemado por el crucero francés “Suchet” dos millas mar adentro y rescatada.

En realidad, hubo un gran número de sobrevivientes que se las arreglaron para salir del pueblo antes de que lo tocara el flujo ardiente. Muchos de ellos terminaron horriblemente quemados y una gran parte murió posteriormente como consecuencia de sus heridas. Cierto número de hombres y mujeres consiguieron llegar a Le Carbet refugiándose detrás de un risco que los protegió del contacto con la nube hirviente, y fueron rescatados por oficiales militares.

La prisión de St. Pierre, que salvó la vida de Cyparis.

Al ser interrogado acerca del catastrófico episodio, Compère-Léandre dio el siguiente testimonio:

“Sentí soplar un viento terrible, la tierra comenzó a sacudirse y el cielo se oscureció de repente. Traté de volverme y buscar refugio en mi casa. Con grandes dificultades trepé los tres o cuatro escalones que me separaban de mi habitación, y sentí que me quemaba los brazos, las piernas y el cuerpo. Me caí sobre la mesa. En ese momento, cuatro personas también buscaron resguardo en mi cuarto, gritando con desesperación y llorando de dolor, a pesar de que sus ropas no mostraban señales de haber estado en contacto con el fuego. Tras unos diez minutos, una de estas personas, la niña de los Delavaud, de diez años de edad, cayó muerta; los otros se fueron. Me levanté y fui a otra pieza, donde encontré a Delavaud, el padre de la niña, todavía vestido y acostado sobre la cama, muerto. Estaba violeta e hinchado, pero sus ropas estaban intactas. Enloquecido y desesperado, me tiré sobre una cama, inerte y a la espera de la muerte. Me recuperé tal vez en una hora, cuando me di cuenta de que el techo se incendiaba. Teniendo todavía algunas fuerzas, con las piernas sangrando y cubiertas de quemaduras, corrí a Fonds-Saint-Denis, a seis kilómetros de St. Pierre”.

Una mujer también sobrevivió a la explosión piroclástica; lo único que recordaba era un calor súbito. Murió poco después de ser rescatada.

Entre las víctimas se cuentan los tripulantes y pasajeros de los buques amarrados en el puerto de St. Pierre. Un barco de pasajeros, el “Roraima”, que se perdió el 26 de abril, fue reportado como tragado por la nube de cenizas de una de las erupciones preliminares. Sin embargo y desafortunadamente, no se había ido a pique y consiguió alcanzar el muelle segundos antes de la erupción principal, y todos sus elementos combustibles fueron volatilizados por el flujo piroclástico. Se hundió poco después, y sus restos aún son visibles frente a la costa de St. Pierre. Murieron sus 28 tripulantes y todos los pasajeros excepto dos: una pequeña y su niñera créole.

00000000000

El SS Roraima se convirtió es osario flotante al incendiarse su carga de nitrato de potasio que cargaba en sus bodegas, de las 50 personas a bordo, se salvaron solo 15 con graves quemaduras y se hundiría dos días más tarde.

Pasarían al menos cuatro días hasta que llegara ayuda de Fort-de-France por vía marítima, sólo para rescatar a las personas ya citadas y abandonar las ruinas de la ciudad-osario, gemela de la Pompeya napolitana.

El cono del volcán había desaparecido en al menos 300 m., quedando sólo una formación geológica de forma de columna de huso de unos 300 m de altura que más tarde se derrumbó.

Archivo:Mount Pelée 1902 refugees.jpg

Refugiados de la erupción de 1902

EL 20 DE MAYO VOLVIÓ A ESTALLAR

El 20 de mayo, el Monte Pelée volvería a estallar aún más violentamente, pero sin víctimas ,porque ya no había ningún ser viviente en el sector.

Esta erupción ha sido considerada una de las más violentas del siglo XX, siendo superada solo por las del monte Pinatubo en 1991 y el monte Santa Helena en 1980. En muchos aspectos, los hechos se asemejan a los de Pompeya en el año 79.

000000000000000000000000000000000000

8 de mayo de 1902. 07:30 horas

Cómplice del santoral (Día de la Ascensión) una colosal y densa columna piroclástica se elevó a más de 10 km de altura sobre el Mont Pelée . La penumbra proyectada anticipó las ’sombras’ que se acechaban.

30 minutos después de la explosión, al ceder el empuje vertical, la columna colapsó y descendió a más de 150 Km/h por las laderas cubiertas de lava incandescente hasta alcanzar y asolar completamente todo St. Pierre y el mismo puerto.

La nube consistía en una masa incierta de vapor y gases volcánicos con polvo y cenizas, a temperaturas superiores a los 1000 °C que en menos de un minuto había cubierto toda la ciudad, consumiendo al instante todo aquello combustible y atrapando ‘pompéyicamente’ a sus 30.000 habitantes en un sarcófago de lava y ceniza de 21 kilómetros cuadrados.

3 de mayo de 1902

El volcán no dejaba de mandar avisos, el mar retrocedió unos 100 metros para seguidamente volver a su posición inicial desenmascarando las presiones que los movimientos internos ejercían al lecho marino. La montaña no dejaba de producir fuertes detonaciones, fumarolas y emisiones de ceniza fina (piedra pómez). Los animales de granja comenzaron a morir de hambre y sed, ya que sus fuentes de agua y alimentos fueron contaminadas con ceniza.

LA INVASIÓN DE SERPIENTES VENENOSAS

Quizás el suceso más sorprendente de todos los desencadenados por las ’señales’ del Mont Peleé fue la invasión de serpientes. Escapando de los vapores malsanos y venenosos que generaba la montaña, una miríada de serpientes emigró de forma forzosa y acelerada hacia Saint-Pierre . Cientos de serpientes, de casi dos metros de largo , invadieron la ciudad. Estas víboras amarillas (Bothrops lanceolatus), una de las serpientes más venenosas del mundo, pertenecen a una especie única que sólo existe en la isla de Martinica.

Todo aquel animal o persona que se cruzó en su camino murió. Los soldados y los gatos gigantes de Martinica las mataron mientras pudieron, pero fueron muchos los que murieron, estimándose en unas 50 personas las bajas causadas por este extraño incidente.

Archivado en: ACTUALIDAD, ARTÍCULOS, Arqueologia, Ciudades, Curiosidades, General, OPINIONES, PERSONALÍSIMO

Trackback Uri