El Allium sativum es una planta perenne que consiste en una cabeza compuesta por encima de la cual surge un tallo de unos 25 a 100 cm. de longitud; presenta unas hojas planas de unos 8 mm de anchura. Puede presentar flores blancas, púrpuras o verdosas si bien, a veces, son inexistentes. La cabeza del ajo está constituida por unas partes más chicas que denominamos popularmente dientes o granos de ajo.
La planta del ajo parece que nació en Asia central , cerca del hostil ambiente de Siberia. Pertenece a la familia de las liliáceas como los tulipanes, las azucenas y los narcisos.
E n La Odisea, Homero nos habla de las virtudes del “ajo dorado” que Hermes proporcionó a Ulises para evitar que la cruel maga Circe convirtiera al héroe en cerdo tal y como hizo con sus compañeros. También, en el mito del Vellocino de Oro, Medea, hija del rey de la Cólquida, untó el cuerpo de Jasón con zumo de ajos para protegerlo de los toros del monarca.
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El ajo entre los griegos
El ajo era, además, planta sagrada de la diosa de la oscuridad y de la brujería, Hécate. En la antigüedad, en los cruces de las ciudades había estatuas triples de la diosa en las que los griegos ofrecían ajos.
En cambio, en la Antigua Grecia, se prohibía la entrada al Templo de Cibeles a aquellos que habían ingerido ajo dado que, para sus devotos, el olor de este alimento en el aliento era considerado una ofensa a la diosa.
Divinidad del Antiguo Egipto
La planta del ajo fue introducida en el Mediterráneo a través de los antiguos egipcios. Se usaba no sólo como especie en varias comidas sino también como remedio curativo.
Papiro médico Ebers
En el papiro médico Ebbers (1550 aC), uno de los más antiguos tratados médicos conocidos., redactado en el antiguo Egipto, cerca del año 1500 antes de nuestra era; está fechado en el año 8º del reinado de Amenhotep I, de la dinastía XVIII.constan fórmulas sanativas en las cuales interviene el ajo. Se aconseja su uso contra infecciones, tumores, picaduras de insectos y enfermedades cardíacas.
De acuerdo con el gran historiador romano Plinio el Viejo (23-79 dC), cuando los egipcios prestaban juramento, ajos y cebollas se invocaban tal y como si se trataran de deidades. Otra referencia del ajo aparece en el libro hebreo del Éxodo dónde se puede ver que el ajo constituía la dieta de los inmigrantes israelíes en Egipto. De hecho, el régimen alimentario de los esclavos egipcios consistía básicamente en cebollas y ajos. En la actualidad, todavía en Egipto se celebra la fiesta de “aspirar las brisas” durante la cual el ajo se consume y es emplazado alrededor de los marcos de las puertas y sobre las repisas de las ventanas con el fin de combatir las fuerzas maléficas.
Entre el bien y el mal
Ya sea por su sabor o por su aroma inconfundibles, el ajo se ha considerado tanto un símbolo del bien como del mal. En términos negativos, por ejemplo, existe una leyenda turca dónde se narra que después de que Satanás abandonara el Jardín del Edén, crecieron un ajo y una cebolla allá dónde habían quedado estampadas sus huellas izquierda y derecha respectivamente.
También en varias sectas y denominaciones del Cristianismo, del Islamismo, del Budismo Zen o del Hinduismo, el ajo se ha calificado como alimento impuro. En cambio, en otras culturas y religiones, el ajo ha sido considerado elemento protector contra vampiros, diablos y otros seres malignaos. De hecho, lashuna (ajo en sánscrito o antiguo indoario) significa “asesino de monstruos”. Es curiosa la leyenda sánscrita que narra como el ajo se originó a partir de la sangre del rey Rahu, quien había robado el elixir de la vida a Vishnu, el dios hindú preservador del Universo. Como castigo, Vishnu cortó la cabeza del rey y, de la sangre derramada, brotó el ajo. Las propiedades antidemoniacas del ajo se han extendido desde la China hasta los Balcanes a lo largo de la historia.
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