La zona donde se yergue la catedral, desde tiempo inmemorial fue un lugar santo de gran importancia. Por cesar nos podemos trasladar a un tiempo en el que se reunían los jefes y el sacerdote de la tribu celta de los Carnutos. Entonces la colina estaba poblada por viejas encinas que rodeaban un manantial que los celtas consideraban sagrado.
Cuenta la leyenda que uno de los sacerdotes druidas tuvo una visión en la que le era revelado que una ” virgen” daría a luz en ese lugar a un niño. Los druidas tallaron una imagen de madera de la virgen y la colocaron en la cámara que protegía al dolmen, junto al pozo sagrado, y recibió el nombre de “virgen bajo tierra”. Una virgen negra, representación de las fuerzas de la Madre Tierra. Una Tierra en gestación que alumbrará la semilla-niño manifestando la perpetua alianza de la Tierra con el Hombre.
Esa misma estatua encontrada por los primeros cristianos en Chartres, allá por el siglo III, fue adorada como la virgen negra y aquella cámara en la que se encontraba el antiguo dolmen y de la que manaba el pozo de aguas sanadoras fue llamada la Gruta del Druida y más adelante Pozo de Fuertes. Dicho lugar en el que se encontró la estatua fue elegido para construir en el siglo VI la primitiva iglesia cristiana de Chartres, lugar sobre el que después se construyeron todas las demás y desde entonces pasó a ser conocida como Virgen de la Cripta siendo objeto de suma veneración de tal forma que dos siglos más tarde era plenamente conocida y recibió una curiosa reliquia llamada el “Velo de la Virgen”.
La gruta del Druida, justamente donde estaba la cámara y el dolmen, fue el lugar escogido para colocar la cripta de la Iglesia ( no si tontos no eran no! ). Desde entonces hasta nuestros días siempre ha existido una iglesia es ese emplazamiento, en total fueron 6 en un período de 1500 años; las 5 primeras fueron destruidas por el fuego.
Con la ocupación y posteriormente la cristianización, las encinas se talaron y posiblemente de tal madera fuera la primera talla de la virgen María, luego habrían otras, hasta llegar a la del siglo IX, destruída durante la Revolución Francesa.
Según la tradición de la “vieja crónica” de la catedral medieval, los druidas ya habían venerado a una “virgen que iba a dar a luz” en la cueva del pozo sobre la que se levantarían varios templos, paganos y cristianos. Esta leyenda no es inverosímil en la medida en que los pueblos de la Antigüedad han reconocido el aspecto femenino de la Divinidad: maternal en cuanto a que es origen de todas las cosas ( e incluso contenedor) como virgen por su naturaleza inmutable . No es de extrañar por tanto que en el 876 Carlos el Calvo, nieto de Carlomagno ofreciese la reliquia de la ”sancta camisia” o la túnica que vestía al dar a luz al niño Jesús ; un rectángulo de seda traído de Bizancio. Antes de la eclosión del culto mariano, ya Chartres resultaba ser el santuario más importante de la Madre de Dios.
Así describe el abad Aymón de Dives los antiguos cultos de Chartres y la construcción de la catedral:
“Nadie ha visto ni oído nada semejante en pasadas generaciones. Gobernantes, príncipes y potentados, con todos los honores y riquezas deseables; damas de alta prosapia y someten sus antes erguidos y finos cuellos a la dureza del correaje para tirar de las carretas.
Haciendo de caballerías, transportan a la casa de Dios, el vino, el trigo, el aceite, el mortero, piedras o vigas que son necesarias para la construcción de la catedral. Es de admirar cómo, a veces, más de mil hombres y mujeres se asocian para arrastrar una carga:¡tanto es grande y pesada!
El numeroso grupo tira silencioso y, a menos que no lo vierais con vuestros ojos, no creeríais que fueran personas las que movieran la carreta. Solo cuando se hace un paro se oyen confesiones de los pecados y oraciones pidiendo perdón para el pecador. Si alguno se retrae a hacer pública confesión o se resiste a aceptar la admonición de los clérigos; inmediatamente es separado de la compañía.
Se relatan curaciones conseguidas por uncirse a la carreta: mudos han empezado a hablar en alabanza de Dios, endemoniados han obtenido salud.
Veríais a los eclesiásticos que han dirigido el trabajo de cada carreta exhortar a las gentes postradas y besando el polvo; viejos y jóvenes, hasta tiernos niños, llaman a la madre de Dios con gemidos y suspiros que arrancan del fondo del alma. Todo esto es, ciertamente, la obra de Cristo; pero obligada por la Virgen, pues ella es la que se ha manifestado más atenta a todos estos sucesos.
Ella hizo famosa la primera iglesia de los cielos, que todo lo gobierna […] llegados a la iglesia que quieren ayudar a construir, forman a su alrededor, con sus carros, como un campamento espiritual y, durante la noche siguiente, el Ejercito del Señor vela y canta salmos y cánticos.
En cada uno de los carros se encienden cirios y lámparas; se coloca en ellos a los lisiados y a los enfermos; para procurarles alivio, se traen las reliquias de los Santos y se reza con ellos.[…]y se implora con un nuevo fervor la Clemencia del Señor y de su dulce Madre para obtener la curación completa de los enfermos”
Crispta de la catedral de Chartres,Francia.
Otro testigo, Robert de Torigny comenta “ Aquel mismo año, se vio por primera vez en Chartres, a los fieles engancharse a carros cargados de piedras, de madera de trigo, y de todo lo que podía servir para las obras de la catedral, cuyas torres se elevaron por encanto. El entusiasmo se propagó, por decirlo así, a toda Francia y Normandía. En todas partes la gente se humillaba, en todas partes se hacía penitencia, en todas partes se perdonaba a los enemigos.
Por todos lados se veía a hombres y mujeres arrastrando pesadas cargas a través de marismas fangosas, pidiendo los golpes de la disciplina y celebrando con cantos de triunfo, los milagros que Dios realizaba ante sus ojos”
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