¡Una receta para la cena de Nochebuena o la comida de Navidad¡
Huevos voladores
[ Un huevo quitado la clara y la yema por un agujero y después hinchido de rocío de mayo, y puesto al sol al mediodía, se alçará en el ayre fácilmente ]
Pero el sistema de vuelo aquí descrito (que obviamente nos recuerda el de Cyrano de Bergerac para llegar a la luna) ya contaba con una versión mejorada en las propias páginas de Nieremberg. Hablando de los imanes, nos da una excelente descripción de lo que hoy se conoce como «levitación magnética» (pp. 126-130). Por supuesto, quien quiera saber por menudo qué pensaban sobre el magnetismo en el siglo XVII que vaya a los libros de Athanasius Kircher, Magnes, sive de Arte Magnetica (Roma, 1641), y Magneticum naturae regnum (Amsterdam, 1667).
http://www.emblematica.com/blog/2007/02/huevos-voladores.html
PERO PA GÚEVOS VOLADORES ….LOS VASCOS,PUES…
Esta noticia se publicó en el Diario Vasco, y me parece divertidísima…aunque ya es
un poquillo atrasada.No se si seguirán con el concurso…creo que si, a juzgar por el final de la noticia.
Viernes, 11 de mayo de 2007
![]() Equipo que más lejos mando el proyectil: Ainhoa, Unai, Leire -con el diseño- y Jon. [KEPA OLIDEN]
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«And the winners…» Los ganadores de cada una de las tres categorías fueron, en distancia: el grupo Buart, formado por Miren Buruaga, Unai Saiz, Leire Lozano, Ainhoa Fernández de Arroiabe y Jon Anakabe, de 2º de D.I.; en estética, el grupo Los Huevones -nada que ver con su referencia semántica y gramatical- formado por Intza Arrieta, Irati González, Aizea Lekuona y Juan Ignacio Calvo, del mismo curso. Finalmente se alzaron -nunca mejor dicho- con el premio a la elegancia por el aire el grupo Patxi, compuesto por Roberto Sánchez, José Manuel Maneiro, Endika Bilbao, Aritz Legarretaetxeberria e Iván Zurita, de Ciclo Formativo.
El concurso, por huevos, tenía sus reglas. Por ejemplo: el lanzamiento debía ser desde una ventana del cuarto piso del insigne edificio que es la biblioteca de la Escuela Politécnica Superior de Mondragon Unibertsitatea. Más que nada, porque da al campo de fútbol, donde aterrizaba el artilugio volador con su huevo dentro. Lo contrario de los kinder sorpresa. El huevo era de gallina y no podía estar cocido ni empapado en vinagre -que endurece la cáscara-, la carcasa debía ser de cartulina, se usaba cuerda o hilo de bala y cola de contacto para sellar el misil con huevo.
Cada uno de los grupos fue disparando el artefacto relleno y los gritos de alegría o decepción de los espectadores iban acompañando el derrame de la yema y la clara de los que no resistieron el regreso a tierra.
Esta iniciativa tan peculiar, que cada año alcanza mayor éxito y va camino de pasar a ser una asignatura cada curso en la MU, nació del profesorado de Ingeniería y trata de promover en el alumnado el fomento del diseño industrial y de la capacidad de diseñar e innovar.
Y, manda huevos, que lo han conseguido.
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