21 Feb 10

Otra clase de prostitución: las “mujeres enamoradas”

personal.us.es/…/histsevilla/prostitucion.htm

cortesana
Cortesana pintada por Tintoretto en 1545 (Museo del Prado). La cortesana era la más refinada de las mujeres de torpe vida; eran las “queridas” de hoy en día, aunque aquellas solo estaban mientras había dinero

La institucionalización de las mancebías como únicos lugares autorizados para el amor venal no significó acabar con la prostitución incontrolada. En las ciudades bajomedievales no era infrecuente la presencia de mujeres que vivían de alquiler entre los vecinos, trabajando en ocupaciones que no exigían cualificación laboral y siempre mal remuneradas, que también se prostituían aunque sin hacer de la prostitución su único medio de vida. Denominadas mujeres enamoradas, su presencia en las ciudades suponía una desleal competencia para las trabajadoras de la mancebía.

En algunas ciudades andaluzas como Málaga se toleraban, pues el poder municipal consideraba que desempeñaban una función de utilidad pública, ya que la mancebía no era lugar apropiado para determinados hombres pudientes que frecuentaban la ciudad y deseaban conversar con mujeres, en particular mercaderes, capitanes, maestres y patrones de navíos, así como otra gente de honra y de las armadas reales. Sin embargo, como hemos visto en la Ordenanza del Ayuntamiento, en Sevilla se prohibieron a primeros de siglo las casas de citas o “monasterios de malas mugeres“.

CORTESANAS O “MUJERES SERVIDAS”

En la Sevilla renacentista también recibieron el nombre de “mujeres enamoradas” las cortesanas o “mujeres servidas”. Son las que tradicionalmente han sido denominadas como “mantenidas” o “queridas”: mujeres que dedican sus encantos a un solo hombre a la vez mientras éste pueda sufragar sus gastos, su alojamiento y sus caprichos. Tradicionalmente fueron muy criticadas por los predicadores y teólogos, quienes la contemplaban como un peligro mucho más amenazante para la estructura familiar que a las rameras de burdel, ya que su trato supone una relación afectiva continuada, un adulterio estable, un menoscabo para los herederos legítimos, un menosprecio público de la sufrida esposa.

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Igualmente graves eran las consecuencias en caso de haber “pescado” a un joven soltero de buena familia: en ese caso, la cortesana, como las de la parábola del Hijo Pródigo, no se daba por satisfecha hasta sacarle el último maravedí de la herencia. El canónigo sevillano Ferrán Xuárez aprovecha su experiencia en la ciudad para prevenir a los incautos, narrando las desventuras de mozos que consumieron en dos meses lo que sus padres ahorraron en cincuenta años.

Pocas pistas sobre su existencia han dejado en la ciudad estas prostitutas “estables”; pero la riqueza de muchas familias hispalenses, junto con la estancia permanente de prósperas colonias de forasteros, favoreció la floracion de esta singular especie de tusona. A juzgar por un requerimiento real de 1515, parece que fueron los genoveses los más aficionados a instalar a sus queridas en casas del centro de la ciudad, quizá en imitación de las costumbres habituales en las ciudades italianas. El documento dice:

“…que en esa cibdad ay munchos ginobeses e otras personas estranjeras que son casados e que tienen casas pobladas con mançebas e hazen vida en uno…”

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