Parece que la costumbre de adornarse con perlas tuvo origen en la India y otros puntos de Asia, desde donde los fenicios la propagaron por Europa.
According to Rebbenu Bachya, the word Yahalom in the verse Exodus 28:18 means “pearl” and was the stone on the Hoshen representing the tribe of Zebulun. This is generally disputed among scholars, particularly since the word in question in most manuscripts is actually Yasepheh - the word from which jasper derives; scholars think that refers to green jasper (the rarest and most prized form in early times) rather than red jasper (the most common form). Yahalom is usually translated by the Septuagint as an “onyx“, but sometimes as “beryl” or as “jasper”; onyx only started being mined after the Septuagint was written, so the Septuagint’s term “onyx” probably does not mean onyx — onyx is originally an Assyrian word meaning ring, and so could refer to anything used for making rings. Yahalom is similar to a Hebrew word meaning hit hard, so some people think that it means diamond. The variation in possibilities of meaning for this sixth stone in the Hoshen is reflected in different translations of the Bible — the King James Version translates the sixth stone as diamond, the New International Version translates it as emerald, and the Vulgate translates it as jaspis — meaning jasper. There is a wide range of views among traditional sources about which tribe the stone refers to.
[edit] Christian Scriptures

Religious pendant showing Christ blessing, framed with rubies and pearls, from the Byzantine empire, 12th or 13th century
In a Christian New Testament parable, Jesus compared the Kingdom of Heaven to a “pearl of great price” in Matthew 13: 45-46. “Again, the kingdom of heaven is like unto a merchant man, seeking goodly pearls: Who, when he had found one pearl of great price, went and sold all that he had, and bought it.”
The language of symbolism was in common use around the time of Jesus Christ; most people were familiar with the symbolic meanings. The circle is a symbol of God because it has no beginning and no end. The circle or pearl was considered to represent Love, Knowledge (the combination of equal amounts of Love and Knowledge is a symbol of Wisdom, the 2 circles intertwined (owl eyes) is symbolic of Wisdom. Some other pearls are Truth, and Faith.
The twelve gates of the New Jerusalem are reportedly each made of a single pearl in Revelation 21:21, that is, the Pearly Gates. “And the twelve gates were twelve pearls; every gate was of one pearl: and the streets of the city were pure gold, as if transparent glass.”
Holy things are compared to pearls in Matthew 7:6. “Give not that which is holy unto the dogs, neither cast ye your pearls before swine, lest they trample them under their feet, and turn again and rend you.”
Pearls are also found in numerous references showing the wickedness and pride of a people, as in Revelation 18:16. “And saying, Alas, alas, that great city, that was clothed in fine linen, and purple, and scarlet, and decked with gold, and precious stones, and pearls!”
The metaphor of a pearl appears in the longer Hymn of the Pearl, a poem respected for its high literary quality, and use of layered theological metaphor, found within one of the texts of Gnosticism.
The Pearl of Great Price is a book of scripture in The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints.
[edit] Islamic references
The Qur’an often mentions that dwellers of paradise will be adorned with pearls:
22:23 God will admit those who believe and work righteous deeds, to Gardens beneath which rivers flow: they shall be adorned therein with bracelets of gold and pearls; and their garments there will be of silk.
35:33 Gardens of Eternity will they enter: therein will they be adorned with bracelets of gold and pearls; and their garments there will be of silk.
The handsome young boys in paradise are similarly depicted:
52:24 Round about them will serve, [devoted] to them, youths [handsome] as pearls well-guarded.
[edit] Hindu References
The Vedic tradition describes the sacred Nine Pearls which were first documented in the Garuda Purana, one of the books of the Hindu holy text Atharvaveda. Ayurveda contains references to pearl powder as a stimulant of digestion and to treat mental ailments. According to Marco Polo, the kings of Malabar (now known as the Coromandel Coast) wore a necklace of 108 rubies and 108 precious pearls which was given from one generation of kings to the next. The reason was that every king had to say 108 prayers every morning and every evening.[10] At least until the beginning of the 20th century it was a Hindu custom to present a completely new, undrilled pearl and pierce it during the ceremony.
The Pearl or Mukta in Sanskrit is also associated with many Hindu deities. The most famous being the Koustubha which Lord Vishnu wears on his chest. Apart from religious connotations, stories and folklore abound of pearls occurring in snakes, the Naaga Mani, and elephants, the Gaja Mukta.(Wikipedia)
http://en.wikipedia.org/wiki/File:Pearlofallahsm.jpg
Los griegos llamaron a la perla margarites, pero no parece que se generalizara su uso hasta después de la guerra de los persas y de las conquistas de Alejandro. En Asia Menor se extendió su empleo después de la conquista de Lidia por Ciro. En los Proverbios se habla repetidas veces de las perlas, lo cual indica que los hebreos las conocían. Durante la dominación de los Tolomeos en Egipto, el uso de las perlas adquirió proporciones extraordinarias, y más tarde los grandes señores de nuestras cortes de Europa se servían de las perla no sólo para adorno, empleadas en collares, brazaletes, pendientes, sortijas, etc., sino para bordados de vestidos o simplemente como guarnición de éstos.
Johannes Vermeer (1632-1675) - La muchacha con el pendiente de perla (1665)
Actualmente las perlas no tienen tanto valor monetario como en épocas pasadas, principalmente debido a que la mayoría de ellas son cultivadas, lo que las ha devaluado por aumento en la oferta.
De allí que numerosas parábolas y dichos que nos han llegado al presente referentes al proverbial valor de las perlas no tengan la misma resonancia y valor semántico hoy en día.
La perla Peregrina (Wikipedia)
La perla Peregrina es una de las pocas joyas que lleva tras de sí una historia tan fascinante. Una joya que ha peregrinado por diversos países desde que fuera descubierta por un esclavo, en Panamá, hace más de 400 años.
Las perlas en forma de lágrima son muy apreciadas por su belleza y escasez, y es por ello que la Peregrina se convirtió en objeto de deseo de la realeza de la época, como Margarita de Austria, Isabel de Borbón o María Luisa de Parma.
En 1580 la perla es llevada de Panamá a Sevilla y cae en manos del Rey de España Felipe II. La lucirían las sucesivas reinas que ocuparon el trono español. La reina Isabel de Borbón, primera esposa de Felipe IV, la luce en un retrato ecuestre terminado por Velázquez.
La Peregrina permaneció en España hasta 1808, cuando José Bonaparte ocupa el trono español en lugar de Carlos IV y exige que le entreguen las joyas reales más valiosas. Envía la perla a su esposa, que residía en París, si bien años después la pareja se separa y Bonaparte se lleva la perla a Estados Unidos. En su testamento, la lega al futuro Napoleón III, quien la vende hacia 1848 a un marqués inglés. Entre 1914 y 1969, la perla pasó por una firma de joyeros londinenses y por dos coleccionistas más.
En 1969 la Peregrina sale a subasta, y un enamorado Richard Burton la adquiere por la simbólica cantidad de 37.000 dólares, como regalo a su amada Elizabeth Taylor. Taylor la incorpora a un collar de rubíes y diamantes, diseñado por la prestigiosa joyería Cartier de París, haciendo a la Peregrina, todavía más si cabe, una pieza de valor incalculable. La luciría en la película A little Night Music en el año 1977. Actualmente Liz Taylor sigue siendo su propietaria, si bien según las malas lenguas, un caniche de la actriz mordisqueó la perla y le causó algunas muescas.
Una Corona despojada
Es sabido que en España, desde la Guerra de la Independencia, no hay joyas de la Corona, es decir, joyas vinculadas a la Institución. Todas las joyas que hoy poseen los Reyes son exclusivamente bienes privados. No hay tampoco joyas previstas para la coronación porque en España no hay tal, sino proclamación. Únicamente perduran en palacio una corona tumular y un llamado cetro -en relaidad un bastón de mando- que ha presidido las juras en las Cortes, desde Isabel II hasta Don Juan Carlos.
Pero el codicilo testamentario de Victoria Eugenia sitúa en primer plano las ocho piezas descritas al vincular su propiedad, ya por tres generaciones al Jefe de la Casa. Efectivamente, don Juan recibió aquellas joyas que, tras la renuncia a sus derechos históricos, pasaron a Don Juan Carlos y que hemos podido ver en numerosas ocasiones lucir a Doña Sofía. Parece lógico que estas ocho joyas pasen a propiedad de Don Felipe cuando sea Rey y que su prometida, doña Letizia, pueda lucirlas cuando sea Reina.
Como hemos visto, la mayoría de ellas proceden de la herencia de Alfonso XIII salvo el collar de perlas, que es de María Cristina, y el broche de perlas que sería de la Infanta Isabel, la «Chata». Hay sin embargo también una pieza que incluye la perla «Peregrina» y cuya descripción e historia merece capítulo aparte.
La perla «Peregrina»
No es la joya más valiosa de la colección real española, ni siquiera la de apariencia más brillante, pero no hay en todo el conjunto real, ni posiblemente en toda la historia de la joyería, una pieza que haya dado lugar a tanta literatura como esta perla, en forma de pera, llamada desde antiguo la «Peregrina».
Retrato ecuestre de Doña Margarita de Austria, pintado para el Palacio del Buen Retiro, al igual que el de su esposo el rey Felipe III. Veázquez.La reina lleva la perla Peregrina.
Sus orígenes, como corresponde a toda pieza valiosa, se pierden en la nebulosa de la leyenda, leyenda que comienza cuando la encuentran, en Panamá, en el siglo XVI. La primera referencia documentada, según cuenta el profesor Hernández Talavera, la sitúa en Sevilla en 1580, cuando llega a la capital hispalense don Diego de Tebes, Alguacil Mayor de Panamá, quien ofreció la perla a Felipe II. Según queda constancia escrita, pesaba 58 kilates y medio. Al morir el Rey Prudente, su testamentaría la describe así: «Una perla pinjante en forma de pera de buen color y buen agua, con un pernito de oro por remate, esmaltado de blanco, que con él pesa 71 quilates y medio (…). Compróse por el Consejo Real de las Indias de don Diego de Tebes en 9.000 ducados. Tasóse por Francisco Reynalte y Pedro Cerdeño, plateros de oro y lapidarios del Rey nuestro señor, en 8.748 ducados (…) . Tiénela la Reyna, nuestra señora…»
En un inventario del siglo XVII, vuelve a aparecer la perla formando parte de un joyel de oro labrado, de relieve, con figuras y frutas, que, con su caja, pesaba 33 castellanos y estaba valorado en 714. 650 maravedíes. Este joyel fue ostentado por diversas reinas de la dinastía austríaca y, en tiempos de Carlos II, tanto la «Peregrina» como el Estanque, se vincularon a la Corona habiendo permanecido hasta entonces como bienes libres de los monarcas.
Saqueo en Palacio
Aunque Mesonero Romanos llegó a decir que se había quemado en el incendio del Alcázar de 1734, la «Peregrina», junto a otras perlas similares que figuran en los inventarios posteriores, permaneció en palacio durante los reinados de Fernando VI, Carlos III y Carlos IV, quienes la usaron repetidas veces.
La Guerra de la Independencia provocó el saqueo de las joyas existentes en el Palacio de Madrid. Nos quedan referencias de aquel expolio gracias al exhaustivo inventario entregado al conde de Cabarrús por Juan Fulgosio, y que lleva fecha del 8 de mayo de 1808. En el se describe con gran precisión la perla así como su montura y sirve para conocer como, hasta aquel momento, no habían desaparecido joyas importantes de la colección regia. El monto total superará los 22 millones de reales. Pero, desgraciadamente, podemos asegurar que entonces la «Peregrina» salió de España. Las razones de aquella salida hay que encontrarlas en el encargo que, nada más llegar a España, ordenó el rey intruso, José I, a su mayordomía mayor para que hiciera entrega al ministro de Hacienda, conde de Cabarrús, de las joyas de la Corona Española. En un inventario, fechado en Madrid, el 30 de julio de ese mismo año, y guardado en los Archivos Nacionales Franceses, figura una relación de todas aquellas joyas en la que aparecen tanto «El Estanque» como «La Peregrina». Según este mismo documento, el propio ministro Cabarrús entregó las joyas al ayuda de Cámara de José Bonaparte, Cristóbal Chinvelli, quien las hizo llegar a Julia Clary, consorte del rey José, en París.
Cuando el ex rey José volvió a Francia en los años 40, tras su estancia en Estados Unidos, mantenía aun en su poder la perla que figuraba al fallecer entre sus propiedades en 1844. Según parece, dispuso que se la hiciesen llegar a su cuñada la ex reina Hortensia de Holanda con objeto de que sirviese para sufragar las actividades políticas de su hijo, el futuro Napoleón III, quien posiblemente la vendió hacia 1848 al entonces Marqués de Abercorn, convertido poco después en primer Duque de este título. Ya en el II Imperio los Abercorn mostraron en un baile de las Tullerías en París la perla al inefable Talleyrand.
Esta sucesión de propietarios parece confirmarse por Lord Frederic Hamilton, quien en su libro «Here, There and Everywhere» cuenta cómo cierto día, llegó el príncipe Luis Napoleón (futuro Napoleón III), que estaba exiliado en Inglaterra, a visitar a su padre y le hizo la confidencia de que se encontraba en apurada situación económica, rogándole le diera el nombre de algún joyero honrado que pudiera pagarle por la «Peregrina» el precio que el quería, extrayendo de su bolsillo la joya. El que luego ostentaría el título de Duque de Abercorn, después de examinarla, abrió sin decir palabra una gaveta, tomó un talonario de cheques, extendió uno y lo ofreció silenciosamente al Príncipe. Aquella misma tarde, le regaló la joya a lady Abercorn, la cual la perdió en varias ocasiones debido a que no se quiso taladrar, aunque tuvo la fortuna de recuperarla siempre.
Un documento clarificador
Hasta aquí la historia conocida. También se sabía, por referencias más o menos fiables, que el Rey Alfonso XIII había querido adquirir la famosa perla para regalársela a su futura esposa, la princesa Victoria de Battenberg. El interés del Monarca parecía lógico, pues se trataba de recuperar una joya histórica vinculada durante siglos a la Corona Española, pero no existían documentos que confirmasen este interés. Pues bien, en el archivo del Palacio Real de Madrid se conserva un documento, fechado el 24 de octubre de 1914, y que ha sido publicado por vez primera en «Las joyas de las Reinas de España», escrito por quien firma estas líneas y por José Luis Sampedro, en el que un representante de la joyería londinense R. G. Hennell & Sons da cuenta al Rey de España de que la perla «Peregrina» que ha comprado su firma a la familia Abercorn en 35.000 libras, se encontraba todavía depositada en un banco. La carta, acompañada de un interesante informe fotográfico, confirma, no sólo el interés del Monarca por la pieza sino que los joyeros ingleses ya intentaban vender la joya en aquellas fechas.
Duelo de «Peregrinas»
No habiéndose llegado a culminar su venta al Rey de España por las elevadas pretensiones económicas de R. G. Hennell & Sons, la «Peregrina» fue vendida al multimillonario Judge Geary, de quien, en 1917, la adquirió Henry Huntingdon. El 23 de enero de 1969, como lote número 129, la galería Parke Bernet de Nueva York subastó «una de las perlas de mayor significado histórico en el mundo» que identificaban con la «Peregrina» y que, al parecer, procedía de los Duques de Abercorn. La subasta había despertado una enorme expectación, pero la mayoría de los que pujaron se detuvieron en los 15.000 dólares. Hasta los 20.000 llegó Don Alfonso de Borbón Dampierre quien, en contra de lo que manifestó su abuela por aquellos días, estaba convencido de la autenticidad de la pieza y quería adquirirla, según declaró después de la subasta, para regalársela a Victoria Eugenia. El actor británico Richard Burton, representado por su abogado Arron R. Frosch, la compró por 37.000 dólares, es decir, 2.590.000 pesetas de la época, y se la regaló el 27 de febrero a su entonces esposa, la actriz Elizabeth Taylor, con motivo de su trigésimo séptimo cumpleaños.
Al día siguiente de la subasta, el Duque de Alba, don Luis Martínez de Irujo, a la sazón Jefe de la Casa de la Reina Victoria Eugenia de España, convocó a la prensa en Lausana. El comunicado, dictado por la Soberana, explicaba que la perla vendida en Nueva York no era la auténtica «Peregrina», toda vez que ésta era propiedad de su Augusta Señora, quien la había recibido de Alfonso XIII con motivo de su boda. La rueda de prensa se completó con la exhibición de la joya. La noticia fue acogida con escepticismo por los especialistas y expresamente desmentida por la Casa de Subastas.
La perla exhibida por el Duque de Alba será la misma que Doña Victoria Eugenia legará en su testamento a su hijo Don Juan, Conde de Barcelona, y que en 1977, con motivo de la renuncia de sus derechos dinásticos, éste transmitirá a su hijo Don Juan Carlos. Desde entonces, Doña Sofía la ha lucido en múltiples ocasiones. Hoy algunos de los más cercanos colaboradores de la Reina-su secretario José Cabrera y el que fuera Jefe de Protocolo, Alberto Escudero- han identificado también erróneamente esta perla con la Peregrina.
Según mi opinión, compartida con José Luis Sampedro, esta perla no ha de ser otra que la que el Rey Alfonso XIII regaló a Doña Victoria Eugenia con motivo de sus esponsales, colgando de un broche en forma de lazo de brillantes, realizado por la joyería Ansorena. Aquella perla pesaba 218, 75 gramos y su colgante se remodeló pocos años después para adaptarlo tanto a un collar de perlas de la Reina como a otro broche de forma circular con brillantes. Perla magnífica, sí, pero no la «Peregrina». Punto que vendría confirmado por doña Evelia Fraga, viuda del famoso joyero madrileño Ansorena, quien en una entrevista se refirió a la «Peregrina» en los siguientes términos:
«Mi marido conocía pieza por pieza todo el joyero de la Reina Victoria Eugenia, y puedo asegurarle categóricamente que nunca vio esa perla. La Reina tenía, eso sí, varias perlas en forma de pera, mas ninguna era la conocida por ese nombre».
Fernado Rayón es coautor, junto a José Luis Sanppedro, de «Las joyas de las reinas de España» (Ed. Planeta).
Elisabeth Taylor y la Pererina
http://www.abc.es/informacion/boda/biografia_Letizia%20Ortiz/07.asp
Digna de un Rey , la Peregrina fue entregada precisamente a Felipe II, quien se la obsequió a María Tudor de Inglaterra como regalo de boda.
Desde entonces “La Peregrina” lució en los escotes y vestidos de numerosas reinas españolas, aunque por desgracia, la perla salió con posterioridad de nuestro país para desembarcar en las cortes francesa e inglesa. Durante el reinado de Alfonso XIII se vuelve a tener noticias de la joya. El monarca español tenía el deseo de recuperar la pieza y regalársela a Victoria Eugenia. Sin embargo, al final no consiguió satisfacer sus pretensiones. Esto nos lleva a E.E.U.U. donde mas tarde se subastó y fue adquirida por Richard Burton. El actor galés la compró por 37.000 dólares para regalársela a Liz Taylor.
Liz Taylor mandó el magnífico presente a Cartier, para que lo integrara en un collar con rubíes y diamantes. El resultado fue un espectacular trabajo que a actriz a lucido orgullosa en mas de una ocasión. Sin embargo , antes de que “La Peregrina” fuese puesta en el espléndido collar, tuvo un destino del todo insólito. Cuando Burton le dio la perla a su esposa, colgaba de una fina cadena y, en medio de la emoción que despertó en ella, la perdió de vista. Cuando volvió a buscarla ya no estaba. La emoción se convirtió en pánico y finalmente en desaparición. Ya abatida, reparó e uno de sus perros y vió que mascaba algo extraño, se acercó y comprobó, entre sorpresa y horror, que “La Peregrina estaba en su boca , afortunadamente indemne.
www.indiansafran.com/2007/10/16/la-peregrina
Un perla negra natural
Perlas de Dos colores
Son consideradas mágicas. Conozco un excepcional que se conserva en el Tesoro de los Reyes de Baviera, en Munich
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