Archivos - Abril, 2009



30 Abr 09

El arqueólogo inglés Charles Leonard Wooley (1880-1960) ha pasado a la Historia de la Arqueología como uno de los investigadores más importantes gracias al descubrimiento y excavación de la tumbas reales de Ur -hoy Tell Muqqayar-. Como dijo C. W. Ceram, se trataba del hallazgo más interesante y, al mismo tiempo, más espeluznante.

En otoño de 1922 descubrió el cementerio real, aunque la excavación propiamente dicha no llegó hasta el año 1926. Sin embargo, el hallazgo más aterrador se logró en la temporada 1928-1929 cuando, teniendo solamente a su esposa como colaboradora científica y 140 trabajadores, Wooley descubrió 450 tumbas, entre ellas las de los reyes de Ur y la fosa PG 1237, que por su contenido no dudaron en bautizar “fosa de la muerte”. Todos los sepulcros pertenecían a la época clásica de la civilización sumeria, hacia el 2500 a. C.

Allí encontró los restos de 74 esqueletos femeninos, al parecer damas de la corte enterradas frente a la tumba del rey. Entre el impresionante ajuar se hallaron numerosos instrumentos musicales de oro y plata y junto a la esquina suroeste el famosísimo carnero rampante de oro, irónicamente apoyado sobre el árbol de la vida, que se conserva en el Museo Británico de Londres. Los cadáveres aparecieron con los brazos doblados, llevándose las manos a la boca. Y además, junto a cada uno de los cuerpos, ricamente engalanados, se descubrió una copa.

El propio Wooley pudo reconstruir la macabra ceremonia siguiendo los restos allí descubiertos. “He aquí que se percibe el rumor de una procesión que se acerca por el pasillo (…) ?comenta el arqueólogo-. Luego vienen los carros con los animales de tiro, bueyes o asnos, aurigas, que los hacen bajar o los empujan hacia abajo. Cada hombre y cada mujer llevan una pequeña copa, lo único que necesitaban para la horrible ceremonia. Los músicos tocaban. Luego cada cual apuró su copa -en medio de la fosa de la muerte se hallaba un gran recipiente del que todos podían tomar bebida (opio o quizás hachís)- y después se acostaron en espera de la muerte”.

Para sorpresa del arqueólogo británico, la fosa de la muerte no era el único ejemplo de sacrificios humanos en las tumbas reales de Ur. En muchas otras los suelos estaban repletos de cadáveres de hombres y mujeres que habían sido inmolados allí mismo, aparentemente de forma violenta. Wooley también relata el caso de un auriga que fue asesinado sobre su carro y junto a sus bueyes. En otro ejemplo, en la tumba de la reina Shub-ad, se encontraron las damas de honor en dos filas y al final el cadáver del desdichado arpista tañendo las últimas notas de su macabra tonada.

Los seguidores de Osiris
No muy lejos de allí pero un milenio antes, los antiguos egipcios desarrollaron prácticas similares en los albores de su época histórica. Precisamente ningún egiptólogo ha podido encontrar una razón lógica a tan espeluznante costumbre. Nadie puede explicarse cómo la naciente civilización del Valle del Nilo, tras superar una serie de pruebas evolutivas y con un estado sólido, asentado sobre una base política fuerte, desarrolló una práctica cultural que todos podrían calificar como algo primitivo dentro del turbio pasado del origen del hombre. Sin embargo, las pruebas descubiertas por el arqueólogo francés E. Amileneau entre 1896 y 1902 no dejaban ninguna clase de duda.
A unos 120 kilómetros al norte de Luxor se encuentra la región de Abydos. Este árido lugar, en donde la tradición egipcia ubica la tumba del dios Osiris, se encuentra a 1.500 metros de la zona fértil del Nilo, Durante la I dinastía de la Historia de Egipto (3100 a. C.), Abydos albergó las tumbas reales de los primeros faraones. Especial interés para el asunto que nos atañe tiene la tumba del faraón Horus Aha, al noroeste del grupo de Abydos, y más en concreto las 36 tumbas anexas en donde reposaban los restos de sus sirvientes. Los estudios realizados por Amileneau no dejaron dudas acerca de aquel macabro descubrimiento. Habían sido sacrificados para acompañar a su señor en el más allá.

Las estelas que acompañaban a las tumbas ofrecieron información sobre los desdichados sirvientes que allí reposaban. Había muchos enanos -de especial consideración por los antiguos egipcios para el servicio doméstico-, mujeres e incluso algunos perros.

El sucesor de Horus Aha, el faraón Djer (3050 a. C.), continuó con la misma tradición. Alrededor de su tumba de Abydos había 338 enterramientos subsidiarios con los cuerpos de otros tantos servidores sacrificados. La mayoría de ellos eran mujeres y junto a los restos se descubrieron estelas con los nombres grabados.

La información que podemos extraer de estas primeras excavaciones en Abydos es escasa ya que Amileneau se limitó a vaciar las tumbas sin ningún rigor científico. En la actualidad, la zona está siendo estudiada de nuevo por el Instituto Arqueológico Alemán de El Cairo; Y es que, algunos de los huesos “sin importancia” que descartó Amileneau para las investigaciones, resultaron pertenecer a leones jóvenes, también sacrificados en el extraño ritual.

Canibalismo y resistencia
Esta práctica, que seguirá dando coletazos hasta finales de la I dinastía (2900 a. C.), podría encauzar con otra tradición mucho más antigua descubierta por Flinders Petrie en la región de Hieracómpolis, a 65 kilómetros al sur de Luxor. Allí, el arqueólogo británico, sobre el nivel que se correspondía con el 3500 a. C (Naqada II), descubrió vanas necrópolis de notables. En una de ellas, el llamado “cementerio T”, Petrie halló pruebas de que en esos sepulcros se habían dado ritos de canibalismo y desmembración de cuerpos.

Si descendemos más al sur y nos introducimos ya en terreno nubio, el actual Sudán, también podemos encontrar prácticas similares y mucho más cercanas en el tiempo. En la ciudad de Kerma, en la Baja Nubia y al sur de la tercera catarata del Nilo, un grupo de arqueólogos americanos de la Universidad de Boston viene estudiando varias tumbas autóctonas datadas hacia el año 2000 a. C., poco antes de la invasión egipcia de las dinastías del Imperio Medio con los Amenemhat y los Sesostris. En este lugar se desarrolló una cultura autóctona que durante muchos siglos dependió claramente del poder egipcio del norte. Junto a una de las tumbas más importantes de todas se descubrió un enterramiento multitudinario -casi 400 personas-, de hombres y mujeres que, por sus posturas, parecían haber sido sacrificados. Según el estudio preliminar que se hizo de los cadáveres, muchos de ellos aceptaron sin demora la muerte para acompañar a su Señor, hecho que se desprende de la falta de violencia en el cadáver. Pero son más espectaculares los restos de otros cadáveres de los que la simple evidencia manifestó que ofrecieron todo tipo de resistencia a la muerte. Con los brazos cubriéndose la cabeza, debieron de negarse inútilmente a los fuertes golpes que les produjeron la muerte.
La vida en diferente balanza

Desde el punto de antropológico la versión más aceptada para explicar este tipo de muertes por autosacrificio es la de consumar el deseo de la persona por seguir sirviendo a su rey en el más allá. Este extraño sentimiento que manifestaron muchos pueblos de la antigüedad no tiene ninguna relación con el mayor o menor grado evolutivo. Se nos pondrían los pelos de punta con sólo mencionar algunas de las prácticas religiosas con humanos que poseían culturas tan civilizadas como la griega y la romana. Simplemente hemos de pensar que nos hallamos en otra escala de valores en donde la vida era considerada un simple dominio divino. El rey, como representante de la divinidad, era el responsable de las vidas de todos sus súbditos. Por ello, quizá para demostrar su extraordinario poder, en ocasiones hacía gestos, de trasgresión de las reglas humanas para indicar, precisamente, que su divina figura se encontraba por encima de ellas.

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28 Abr 09

Archivo:BD Hunefer.jpg
Es la versión más conocida y más completa del Libro de los Muertos, destacando su longitud (23,6 metros). Este papiro, realizado para el escriba real Ani (dinastía XIX, h.1240s a.C ), actualmente se encuentra en el Museo Británico, registrado bajo el nº 10.470. Fue traducido por Ernest Wallis Budge, y publicado en 1895.Entre todos los textos del Libro que se han encontrado, es el que tiene el mayor número de capítulos, todos decorados con dibujos que explican cada paso del juicio. Forma parte de los fondos del Museo Británico desde 1888, cuando lo descubrió cerca de Luxor el Dr. E. Wallis Budge, agente de compras del museo, en una tumba de la dinastía XVIII.( Podeis ver la imagen completa DE TODO EL BELLISIMO PAPIRO en http://projects.vassar.edu/bookofthedead/ )

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27 Abr 09

Marzo 31, 2008 a 2:31 pm · Archivado en Biblia, Ciencia versus Religión, Iglesia Católica, Religión, ciencia, científicos británicos, creencias, dudas, fenómenos, historia, leyendas, libros sagrados, misterios, planeta tierra, religión cristiana, secretos, sorprendente, teoría, terror and etiquetado: Abraham, asteroide, colisión, destrucción, Gomorra, Lot, Sodoma, tablilla sumeria, Universidad de Bristol

Científicos británicos lograron descifrar el texto escrito en una tablilla de arcilla que contiene el relato de un testigo sobre cómo un asteroide se precipitó a la Tierra hace más de 5.000 años y que, según ellos, es la historia de la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra, como aparece en la Biblia. De acuerdo con la tradición cristiana las dos ciudades -Sodoma y Gomorra- se convirtieron en sinónimos de pecado y homosexualidad y por ello fueron destruidas tras una tempestad de fuego y azufre enviada por Dios.

Expertos habían tratado de conocer el contenido de una antigua tablilla sumeria durante el último siglo y medio.

Finalmente, astrónomos de la Universidad de Bristol consiguieron descifrar la descripción en escritura cuneiforme sobre cómo un asteroide chocó contra la Tierra.

El misterio

El hallazgo se hizo mediante la utilización de una nueva tecnología informática que permitió a los investigadores evocar imágenes del cielo de hace miles de años atrás.
Entonces el Señor lanzó una tormenta de azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra y el fuego del Señor salió del cielo
Génesis 19: 24,25
Ahora, los científicos concluyen que la tablilla data del año 700 AC y contiene las anotaciones hechas por un astrónomo de la temprana Edad de Bronce donde se describe a un enorme asteroide que se acerca a la Tierra como una inmensa y blanca bola de piedra.

Los expertos creen que se trata de un asteroide que impactó contra los Alpes austriacos con una fuerza enorme el 29 de junio 3.123 años antes de Cristo.

Los científicos señalan que este hecho podría explicar un deslizamiento gigante cerca de la población de Koefels, en Austria, el cual hasta ahora ha sido un misterio geológico.

Los astrónomos indican que el asteroide habría emitido una columna de llamas de 400 grados centígrados que se volcó sobre el Mar Mediterráneo y brevemente tocó tierra en algún lugar en el Levante mediterráneo, el Sinaí o el norte de Egipto.

El astrónomo Mark Hempsell dijo que estaba seguro de que la historia de Sodoma y Gomorra estaba vinculada a este asteroide porque todos los detalles encajan perfectamente.

La Biblia narra cómo en una mañana el fuego proveniente del cielo se precipitó contra las ciudades, y de acuerdo con Hempsell, la tablilla describe exactamente ese episodio.

Fuente

El meteorito que arrasó Sodoma y Gomorra
La inscripción tallada en esta tablilla del año 700 antes de Cristo describe la caída del meteorito que pudo destruir Sodoma y Gomorra. (Foto: Universidad de Bristol)

Según un estudio de la Universidad de Bristol, el texto de una tabilla del año 700 a.C. indica que un asteroide pudo ser la causa de la destrucción de las ciudades narrada en el Libro del Génesis de la Biblia.

Es asunto recurrente de la ciencia hurgar en la trastienda de los mitos fundacionales de la religión, casi siempre preñados de una base histórica o geográfica. Esta vez le ha tocado a Sodoma y Gomorra, símbolos del pecado y la perversión destruidos según el Génesis por Yahvé con una tempestad de fuego y azufre.

Científicos de la Universidad de Bristol dicen ahora que, anduviera o no Dios de por medio, lo de Sodoma y Gomorra fue cosa de un meteorito y sitúan la fecha del impacto con insólita precisión en el 29 de junio del año 3123 antes de Cristo. En realidad, se trata de una deducción en cadena que parte de una tablilla de arcilla que se exhibe en una de las salas del Museo Británico.

El objeto, rescatado en el siglo XIX de las ruinas del palacio de Nínive por el arqueólogo victoriano Henry Layard, está fechado en el año 700 antes de Cristo. Tiene forma de escudo e incluye un texto escrito en caracteres cuneiformes. Hasta ahora nadie lo había podido descifrar.

En realidad, hubo un excéntrico historiador azerí que presumió hace unos años de haberlo hecho y proclamó que era la prueba de un encuentro extraterrestre. Esta vez, parece que la cosa va en serio y que los científicos han descifrado el enigma de la tablilla, que no es sino la reproducción asiria del texto de un astrónomo sumerio escrito del cuarto milenio antes de Cristo.

Los responsables del hallazgo son Alan Bond, director de una compañía espacial, y Mark Hempsell, profesor de aeronáutica de la Universidad de Bristol. «Los trabajos anteriores en torno a este asunto», decía ayer Hempsell, «no han arrojado ningún resultado. Esto es un gran avance y las piezas que hemos encontrado encajan tan bien que creo que tenemos la prueba definitiva».

Como mínimo, el nuevo análisis indica que un asteroide impactó contra la tierra en esa lejana fecha, aunque no necesariamente demuestra la destrucción o la existencia de Sodoma y Gomorra. En todo caso, lo que deja fuera de toda duda es la proliferación de leyendas apocalípticas en esa época en todas las culturas de la cuenca mediterránea. Al menos 20 historias diferentes, según Hempsell, que podrían nacer del impacto del meteorito.

Una columna de fuego

Un impacto que los investigadores sitúan en los Alpes austriacos, muy lejos de la cuenca mesopotámica y que podría explicar otro misterio que ha traído de cabeza a geólogos de todo el mundo: el gigantesco desplazamiento de tierras junto a la localidad alpina de Koefels.

Los investigadores -que han utilizado un potente programa informático para descifrar el aspecto del cielo en el día del cataclismo- aseguran que el meteorito generó una columna de fuego que cayó sobre el Mediterráneo y rebotó en algún lugar del Sinaí o de Oriente Próximo, lo que explicaría la recurrencia del mito apocalíptico en las culturas del Creciente Fértil.

Las conclusiones del estudio se han publicado en un libro -”A Summerian Observation of the Koefels Impact Event”- que acaba de salir a la venta en el Reino Unido tratando de explotar el gancho comercial que es inherente al mito.

La Biblia hace un prolijo recuento de los días que precedieron a la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra y del insólito regateo que mantiene Abraham con Yahvé para que éste no las destruya en atención a los justos que viven en ellas. Sodoma y Gomorra son, además, escenario de la mítica conversión en estatua de sal de la esposa de Lot, sobrino de Abraham, que osó mirar atrás mientras escapaba. Pero de todos estos detalles la ciencia no dice ni dirá nada.

Fuente: Eduardo Suárez, Londres / El Mundo.es, 1 de abril de 2008

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27 Abr 09

Los egipcios utilizaban vino medicinal hace más de 5.000 años

Vino ypr + determinativo para vino.

Foto: EP + Ampliar

MADRID, 14 Abr. (EUROPA PRESS)

Los egipcios utilizaban vino medicinal hace más de 5.000 años, según un estudio del Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia (Estados Unidos).

La investigación se publica esta semana en la edición digital de la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ (PNAS).

Los investigadores han descubierto evidencias de que los antiguos egipcios trataban el vino con hierbas para dotarlo con propiedades médicas. El antiguo Egipto era uno de los grandes centros médicos de la antigüedad debido a una gran farmacopea de productos orgánicos que fueron utilizados para tratar enfermedades y otras dolencias.

Los científicos, dirigidos por Patrick McGovern, llevan años trás la fecha del primer vino medicinal conocido hasta el 3150 antes de Cristo al utilizar métodos biomoleculares capaces de identificar componentes clave de los constituyentes de las uvas y las hierbas medicinales.

Los autores del estudio analizaron residuos del interior de una jarra de la tumba de uno de los primeros faraones egipcios, ‘Escorpión I’, y descubrieron que había sido impregnada con hierbas, incluyendo melisa, cilantro, menta, salvia y resina de pino.

Una ánfora de vino que data de los siglos cuarto al sexto de la era cristiana del yacimiento de Gebel Adda en el sur de Egipto también se ligó a la resina de pino y el romero. Con anterioridad se han utilizado métodos menos precisos para mostrar que las jarras egipcias contenían vino.

Según los autores, los nuevos resultados muestran la contribución del uso de la arqueología biomolecular en la obtención de nueva información y la confirmación de descubrimientos previos.

Lisa Mawdsley, “A First Dynasty Egyptian wine jar with a potmark in the collection of the Australian Institute of Archaeology”

www.thekeep.org/…/egypt_alcohol.html

Buried History 2006, volume 42

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26 Abr 09

EXPOSICIÓN-ARQUEOLOGÍA
06.04.09 | 22:17 h. Agencia EFE
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Fue ayer el gran día de la egiptología española, su definitiva puesta de largo, la confirmación internacional de su importancia. “Es nuestra gran fiesta, en la casa madre de la egiptología”, destacó Pérez Die, decana del grupo, que este año ha cumplido sus bodas de plata con Herishef -el dios principal de Heracleópolis-. “Los españoles llegamos tarde a la egiptología, pero nos hemos esforzado; cumplimos y no pasamos inadvertidos”. La exhibición, organizada por Cultura y el museo, con la colaboración de otras instituciones como la fundación Aga Khan, la embajada española y el Cervantes, ocupa la sala 44 del museo, habitual para exposiciones temporales, y también, excepcionalmente, la contigua 45, un gran espacio de paso que garantiza una enorme afluencia de visitantes. Disponer de tanto espacio en el sanctasanctórum de la egiptología mundial, donde cada centímetro está abarrotado de obras maestras, es un privilegio raro, único.

La exposición cuenta ya con el reclamo de una pieza sensacional fuera: la colosal estatua de Khamerernebty, hija de Keops, que alude a las excavaciones pioneras del conde Vicente de Galarza, en Giza, en 1907. La exhibición propiamente dicha, sobria y efectiva, muy bien presentada, compuesta por 137 piezas y que puede visitarse hasta el 6 de junio (se está estudiando que pueda viajar a España), arranca con la puerta de la tumba de Sennedjem, excavada en 1886 por el verdadero primer egiptólogo español, Eduard Toda.

Senedjem y su esposa

Esa preciosa puerta simboliza, explicó Pérez Die, comisaria de la exposición, “nuestra propia entrada en la egiptología”.

Después pueden verse objetos únicos excavados por Toda: la caja de canopos (para las vísceras), el sarcófago y la tapa antropomorfa de la momia de Sennedjem, el justificado. El propio Sennedjem participa en la fiesta, pues su momia permanece en el interior del ataúd. A Toda, hombre divertido , al que le gustaba disfrazarse él mismo de momia le hubiera encantado ver su trabajo destacado tan prolijamente. Su capacidad de evocación no ha sido superada por sus sucesores; hay que ver cómo describía los restos humanos esparcidos por la arena, los cráneos “cuya órbita conserva el apagado ojo del difunto”, las mandíbulas “que guardan aún la lengua”, todo ello “pasto de las hienas y festín de los chacales”. ¡Eso sí que era crear afición! Unas fotos recuerdan el papel decisivo para la egiptología española de la colaboración de España en el salvamento de los templos de Nubia en los años sesenta.

Templo de Debod,Madrid, regalo de Egipto por la ayuda española para el salvamento de los templos de Nubia.

ya que en los años sesenta del siglo XX, como consecuencia de la construcción de la gigantesca presa de Sadd el Ali en Asuán , Egipto y Sudán fueron testigos de una serie de fenómenos de trascendencia tal importancia en el valle del Nilo.

En la sala 44 se encuentra uno de los primeros objetos de Oxirrinco, entre ellos una contundente tapa de sarcófago saíta de piedra y una vitrina con el asombroso contenido de un nicho ceremonial del templo de Osiris que se excava en el lugar.

La campaña de la misión española en Oxirrinco. Desde 1992, una misión hispano-egipcia trabaja en la necrópolis de Oxirrinco, la llamada «ciudad de los papiros». La excavación arqueológica llevada a cabo entre los meses de octubre y diciembre pasados se centró en dos escenarios distintos: por un lado, la tumba 14, de época saíta (664-525 a.C.), sita en la necrópolis alta, y, por otro, el Osireion, emplazado en pleno desierto, a unos 1.500 metros al oeste del anterior sector.
En la tumba 14 han aparecido hasta doce sarcófagos antropomorfos de piedra caliza, pertenecientes a la dinastía XXVI (672-525 a.C.). Las características del hallazgo, principalmente el desorden del material hallado, indican que este sector de la necrópolis fue saqueado en su día. Por el momento han aflorado tres sarcófagos cerrados con momias en su interior. Los restos del ajuar funerario, vasos canopos, ushebtis y amuletos han aparecido diseminados entre la tierra y degradados por la humedad. No obstante, se trata de un importante descubrimiento, pues las inscripciones de esos sarcófagos aumentarán los conocimientos sobre la necrópolis de Oxirrinco, conocida como “la ciudad de los papiros”, por la gran cantidad de ellos que allí se han encontrado.

Puerta del Osireion de Oxirrinco.templo subterráneo dedicado a Osiris, el segundo más grande de Egipto y el único que se conserva íntegro.

En el sector del Osireion, y dado que la bóveda natural del hipogeo está en proceso de restauración, los trabajos se centraron en la búsqueda de la superestructura de la catacumba que albergó muchos simulacros de momias pertenecientes al dios Osiris. Búsqueda que se ha visto coronada por el éxito al excavarse gran parte del muro de cierre del santuario, que con mucha probabilidad se edificó en superficie. Más importante aún ha sido la localización de una entrada monumental que se adentra en el subsuelo, muy próxima a la sala donde yace la estatua de Osiris. El nuevo acceso descubierto está construido en su parte más inferior con bloques calizos esmeradamente tallados y aparejados. Todo hace pensar que este umbral también puede ser la entrada a nuevos conocimientos sobre los todavía misteriosos ritos osiríacos

Las excavaciones de Heracleópolis se llevan la parte del león de la exposición y todo el mundo está de acuerdo en que es lo justo: fantásticas estelas de falsa puerta, los canopos de la sacerdotisa Tanetamun,

un collar de lapislázuli, cornalina y oro, el contundente dintel de Osorkon.

Galán ha elegido para representar las tumbas de Dra Abu el Naga que excava objetos sobre todo de madera: maravillosa la galería de rostros de tapas de ataúdes, en diferentes colores, negro, amarillo, rojo. El resto de los trabajos españoles -a excepción del de Cervelló, del que se exhiben varios bloques con inscripciones- están representados sólo por información en un gran panel. Sin embargo, ayer casi nadie se quejaba por un quítame allá ese adobe. Olvidados o aparcados los celos y las rencillas, abrazados en un ejemplar acto de camaradería, nuestros egiptólogos vivían la fiesta de lo más felices. Valor y al toro (Apis). ¡Podemos!, por Isis, ¡podemos!

De Sennedjem a Djehuty

Algunos de los hitos de la egiptología española:

- 1886. El cónsul Eduard Toda i Güell excava la tumba de Sennedjem en Deir el Medina (necrópolis tebana Luxor). Halla la momia del propietario y 18 más de la familia.

- 1907. El conde Vicente de Galarza halla una tumba de la Dinastía XVIII en el área de Giza, cerca de la esfinge.

- 1961-1964. Excavaciones

en Nubia, en el contexto

de la acción internacional de salvamento de los yacimientos amenazados por la presa de Asuán. De premio, nos regalan el templo de Debod.

- 1966-1979 y 1984-2009. Investigación y excavación de Heracleópolis Magna (Ehnasya El Medina), sede de los faraones de las dinastías IX y X.

- 1992-2009. Excavación de Oxirrinco (El-Bahnasa). Desde 2001 se desentierra un misterioso y peligroso templo subterráneo de Osiris que no cesa de deparar sorpresas.

- 2002-2009. Excavación de las tumbas de Djehuty y Hery en Dra Abu el Naga (necrópolis tebana, Luxor). Hallados objetos excepcionales como la Tabla del Maestro. En la última campaña se descubre la cámara funeraria de Djehuty, con jeroglíficos y pinturas, y varias piezas de oro de su ajuar.

Como broche de oro a una etapa que se inició hace 120 años, el Museo de El Cairo exhibe una selección de los tesoros encontrados por excavaciones españolas en Egipto.

El ministro de Cultura, César Antonio Molina (i), escucha las explicaciones de la comisaria de la exposición “120 años de arqueología española en Egipto”, Carmen Pérez Díez, durante la inauguración de la exposición hoy en el Museo Nacional de Arqueología de El Cairo. EFE

Organizada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y el Ministerio de Cultura, “120 años de arqueología española en Egipto” reivindica la aportación española a la investigación de la historia del antiguo Egipto a lo largo de más de un siglo de campañas.

Objetos funerarios, mobiliario, sarcófagos, cerámicas, esculturas, 130 piezas originales extraídas de yacimientos excavados por españoles forman la muestra presentada hoy por el ministro de Cultura, César Antonio Molina.Ahí estaban Mari Carmen Pérez Die, de Heracleópolis; Josep Padró, de Oxirrinco; José Manuel Galán, de Dra Abu el Naga -que en una iniciativa que le honra se trajo a su capataz, el inconmensurable rais Alí, para homenajear a todos los trabajadores egipcios-; Josep Cervelló, de Kom El-Khamasin; Luis Gonzálvez, de Meydum y Sharuna; Myriam Seco, que excava el templo funerario de Tutmosis III… Incluso se dejó caer Eduard Porta, el hombre vivo que más ha intimado con Nefertari.

Daban ganas de gritar, como hizo aquel dragón francés durante la expedición de Bonaparte a los científicos en medio de un ataque mameluco: “¡Los asnos y los sabios en medio!”. Han traído con ellos, los sabios, cosas maravillosas pero sobre todo su arrojo, su ilusión y su ejemplo

Para el ministro, esta exposición supone “saldar la deuda de agradecimiento que tenemos los españoles con nuestros arqueólogos, sobre todo con los que han trabajado durante los últimos 120 años en Egipto”.

Para este homenaje se han traído algunas de las piezas fundamentales que se han encontrado, comentó el ministro quien aseguró que este proyecto no se va a quedar sólo en una exposición.

“De aquí va a salir el compromiso de que por primera vez nos vamos a tomar en serio la arqueología y a los arqueólogos” y aunque los medios “no son siempre los que queremos, trataremos de aumentar el dinero”, agregó.

(¡Pues menos mal¡…..¡Más vale tarde que nunca ¡)

Molina anunció que se está en conversaciones para que esta exposición viaje a España “aunque no es fácil que dejen salir las piezas”.

La comisaria de la muestra, Carmen Pérez Die, manifestó que nunca pensó que se pudiera organizar una exposición como ésta, aunque por condiciones de espacio no se han podido traer piezas de todas las excavaciones, por lo que se han elaborado grandes paneles informativos.

Pérez, conservadora del Museo Arqueológico Nacional de Madrid y directora de la misión arqueológica de Heracleópolis Magna, ha dedicado la parte exterior de la sala a los pioneros como Eduardo Toda, que descubrió en 1886 “La tumba de Senenndjem”.

Situada en Deir el Medina, en la orilla oeste de Luxor, es una de las pocas que ha llegado intacta a manos de los investigadores, así como la primera excavada y estudiada por un arqueólogo español.

El visitante puede contemplar una docena de piezas procedentes de esta excavación como la puerta policromada de la tumba de Sennendjem; el sarcófago, una silla y un taburete también policromados.

En este espacio está también la Tumba “Galarza”, excavaciones dirigidas en 1907 por Vicente de Galarza, que encontró al oeste del Templo de la Esfinge en Giza una tumba de la que se han traído una estatua de una mujer sentada en una silla y una estatua acéfala.

Finaliza el apartado con las “Excavaciones españolas en Nubia”, dirigidas por Martín Almagro Basch entre 1961 y 1964, y en las que España participó muy activamente debido a que la Baja Nubia iba a quedar inundada por la construcción de la presa de Asuán.

Entre las compensaciones que recibió España figura el Templo de Debot y la concesión del yacimiento de Heracleópolis Magna fue la sede de los soberanos de las Dinastías IX y X (2160-2040 a.C.).

El quinto apartado profundiza en “El yacimiento de Oxirrinco, dirigido por Josep Padró desde 1992 y célebre por la cantidad de papiros que ha proporcionado.

Igualmente se incluyen piezas de las tumbas de Djehuty y Hery en Dra Abu El-Naga (Luxor), excavaciones dirigidas por José Manual Galán.

Proyecto:

Ministerio de Cultura a través de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y de la Dirección General de Política e Industrias Culturales

Organizan:

Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (Ministerio de Cultura)

Dirección General de Política e Industrias Culturales (Ministerio de Cultura)

Supreme Council of Antiquities

Museo Egipcio de El Cairo

Colaboran:

Embajada de España en El Cairo

Fundación Aga Khan

Institut Français dArchéologie Oriental

Instituto Cervantes de El Cairo (Ministerio de Asuntos Exteriores)

Comisarias:

M. Carmen Pérez Die

Wafaa el Sadek

Coordinadores:

Myriam Seco Álvarez

Feliciano Novoa

Miguel Pedrazo

Hisham El-Leithy

Diseño de la exposición:

Estudio Blg

Montaje:

Alcoarte

Fundación Aga Khan

Sede y fechas

Museo Egipcio de El Cairo

Del 6 de abril al 6 de junio de 2009

La Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), la Dirección General

de Política e Industrias Culturales del Ministerio de Cultura, el Supreme Council of

Antiquities y el Museo Egipcio de El Cairo conmemoran el 120 Aniversario de las

excavaciones españolas en Egipto con una exposición que reivindica la decisiva

aportación española a la investigación de la historia del antiguo Egipto a lo largo de más

de un siglo de campañas arqueológicas y excavaciones, desde la primera misión

arqueológica llevada a cabo por Eduardo Toda hasta nuestros días.

La exposición, que cuenta con la colaboración del Instituto Cervantes de El Cairo, la

Embajada de España en El Cairo, la Fundación Aga Khan y el Institut Français

dArchéologie Oriental, reúne más de 130 piezas originales -objetos funerarios,

Auguste Ferdinand Mariette y que dirigía Masperó cuando Toda llegó a El Cairo. Sin embargo, con la prohibición de hacer excavaciones y vender las antigüedades no se solucionó el problema, pues los saqueos se siguieron incrementando. Por ello, en 1883 se autorizó a todos los residentes del país del Nilo a hacer excavaciones arqueológicas en yacimientos siempre que se hiciera una petición oficial previa a la Dirección de Antigüedades que estudiaba la propuesta y concedía la autorización. Todos los objetos encontrados se almacenaban en un lugar seguro. Al final de la excavación se hacían dos lotes y el director de la excavación podía elegir entre ambos.

En este ambiente fue descubierta la tumba de Sennedjem. Salam Abu Duhi, vecino de

El Qurna, junto con otros tres amigos suyos, había solicitado permiso para excavar en la

necrópolis de Deir el Medina, un lugar en el que no se pensaba que pudieran hacerse

grandes hallazgos, pero inesperadamente dieron con esta tumba intacta. Se pusieron en

contacto con Masperó y el grupo de expertos que le acompañaban y éste le encargó

Eduardo Toda la catalogación y excavación de la tumba.

Para acceder a la tumba de Sennedjem, Toda y su equipo tuvieron que bajar por un pozo

de cuatro metros de profundidad. En el fondo aparecía una estrecha galería, de unos dos

metros que daba acceso a una cámara de tres metros de ancho por cinco metros de alta,

tallada en la roca y sin ningún tipo de decoración. En el lado oeste de esta cámara se

abría otro pozo de un metro de profundidad, que daba acceso a la verdadera cámara

funeraria utilizada por la familia Sennedjem como enterramiento. La entrada a esta

cámara funeraria aún se encontraba sellada por una puerta de madera policromada,

pintada por las dos caras.

Las paredes de esta cámara se encontraban decoradas con pinturas de gran calidad y

excelente estado de conservación: Sennedjem con su esposa jugando al senet, junto a

otros temas funerarios convencionales: la momia depositada en una cama funeraria

flanqueada por Isis y Neftys o por Anubis, la adoración del matrimonio ante diversas

divinidades, la realización de los trabajos agrícolas en los campos de la divinidad.

Además, la cámara albergaba los cadáveres de la familia. Los descubridores

contabilizaron nueve de ellos enterrados en sus sarcófagos, mientras que otros once

yacían directamente sobre la arena. En el suelo apareció todo el ajuar funerario: cajas de

canopos, ushebtis y cajas de ushebtis, recipientes de barro, muebles, estatuas, cestas de

mimbre y ofrendas.

Tras las investigaciones, Toda pudo establecer que la tumba fue originariamente

propiedad de Sennedjem “servidor de las invocaciones en la casa de la verdad”. A su

muerte, su hijo Khonsu desempeñó el mismo cargo pero con el paso de los años vino a

menos, coincidiendo con el final de la época ramésida, lo que explica que los últimos

miembros fueran enterrados sin ningún tipo de lujo.

Además de copiar y publicar todas las inscripciones encontradas en la tumba de

Sennedjem, Toda y su equipo recuperaron las piezas del ajuar funerario así como la

momia de Sennedjem, descrito como “aquel que escucha las invocaciones en la sala de

la verdad”, título que correspondía a funcionarios encargados por el monarca de la

vigilancia y construcción de las necrópolis reales; así como las momias de algunos

descendientes entre las que se encuentra la de su hijo Khonsu.

En este apartado de la exposición se pueden ver una docena de piezas procedentes de esta excavación como la puerta policromada de la tumba de Sennedjem; una silla y un taburete también policromados; una caja de canopos (vasos que contienen las vísceras de los difuntos lavadas y embalsamadas para mantener a salvo la imagen unitaria del cuerpo); varios jarros de cerámica decorados con policromía y dos ushebtis o respondientes (figurillas que sustituyen al difunto cuando éste es llamado para trabajaren los campos de la divinidad) así como dos cajas para albergarlos. El visitante también podrá ver el sarcófago de Sennedjem, en madera policromada y forma momiforme. Alos pies del sarcófago aparece representada la diosa Isis y en la cabecera la diosa Neftiscon los brazos levantados y con el signo Ankh, símbolos de la vida, colgados sobre ambos codos. Tanto Isis como Neftis son diosas conocidas como los dos milanos por ser las plañideras de Osiris, pues asocian el graznido del milano al lloro de una plañidera.Es muy habitual encontrar a ambas diosas en la cabecera y los pies de los ataúdes. En la parte superior del sarcófago tenemos una decoración simétrica y de arriba hacia abajo se representa a Anubis recostado. En la última escena, próxima a los pies del ataúd, una bellísima imagen de Sennedjem arrodillado bajo el árbol ishet, árbol de la vida y recibiendo el agua de éste. Por último, a ambos laterales del ataúd tenemos a los dioses Happy, Anubis, Kebehsenuef y Thot y líneas de texto cruzadas con palabras atribuidas a los dioses en una forma muy habitual que comienza con “palabras dichas por…” En la tapa de arriba, el difunto lleva el shendit largo pintado de blanco, los brazos apoyados sobre ambas ingles, el pecho descubierto y adornado con pectoral, brazaletes y las uñas pintadas de blanco. Tiene una inscripción entre las piernas que dice: “en el lugar sobre occidente de Tebas Sennedjem, el justificado”. Por último, a los pies se representa a Isis agachada, con los brazos levantados y con amuletos ankh que cuelgan de los codos.

2. Tumba “Galarza” (De Kha’Merernebti) (Excavaciones dirigidas por Vicente de

Galarza en 1907)

En 1908 personajes públicos de la sociedad civil egipcia crearon la Universidad de El

Cairo según los cánones de las universidades europeas. El único español que fue

nombrado profesor fue el conde Vicente de Galarza que comenzó la enseñanza de la

filosofía contemporánea en lengua árabe, aplicando un método crítico e influyendo

notablemente entre sus alumnos algunos de los cuales fueron destacadas figuras del

pensamiento, la cultura y el periodismo egipcio como Taha Husein, Zaki Mubarak,

May Ziadeh, etc.

Un año antes, el 28 de marzo de 1907, el Service des Antiquités d’Egypte había

concedido permiso al conde de Galarza para excavar una loma arenosa, que llegaba

hasta los 20 metros de alto en algunos puntos, situada al sur de la pasarela de Kefrén y

al oeste del Templo de la Esfinge en Giza. Pronto encontró una tumba denominada hoy

la tumbaGalarza”, en honor de su descubridor

Sus trabajos fueron continuados por el egiptólogo Ahmed Bey Kamal, quien se

encargó de retirar numerosas capas de escombros cuyos niveles superiores se

remontaban a la Dinastía XVIII (del siglo XIV al XVI a. C). El único lugar donde

encontró piedra fue en una pequeña zona próxima a la entrada de una tumba. En la

esquina noreste había una estatua de una mujer sentada en una silla cúbica de 2,30 m

de altura, lo que la convierte en la única estatua de dimensiones colosales del Reino

Antiguo. La estatua está muy deteriorada por la humedad por lo que no pueden

reconocerse los rasgos de su rostro redondo ni tampoco detalles de sus manos, que

reposan sobre las piernas.

A ambos lados de sus piernas aparecían inscripciones con el nombre de “Khamerernebty” y sus títulos, al igual que en algunos lugares de las paredes de la tumba. Unos títulos que, sin embargo, por sí solos no bastan para identificar al personaje pues los especialistas dudan si se trata de Khamerernebty I (supuestamente hija de Keops, esposa de Kefrén y madre de Micerinos) o de Khamerernebty II (esposa de Micerinos).

El 7 de febrero de 1909, Georges Daressy sustituyó a Ahmed Kamal en Giza y

comenzó a retirar la arena del interior de la tumbaGalarza”. Once días más tarde

terminó de descubrir toda la piedra de la zona y trazó un plano.

Cerca de la pared sur, Daressy encontró tres estatuas muy deterioradas por las

inclemencias del tiempo, así como una figura femenina relativamente bien conservada,

por estar hecha en calcosilicato. Aunque carece de inscripción y han desaparecido la

cabeza y las piernas de esta efigie, los expertos parece que siguen coincidiendo en que

probablemente pertenezca a la misma reina que encontró Kamal. Aquí Khamerernebty

aparece de pie, apoyada sobre un pilar trasero, y sobre el vestido lleva un largo manto

plisado verticalmente. El sofisticado vestido y el hermoso manto que lo envuelve sólo

estaban al alcance de personas importantes, por lo que sin duda, las dos estatuas de la

tumbaGalarza” reflejan el poder de los faraones de la Dinastía IV.

En este apartado de la muestra el visitante podrá ver la gran estatua de la reina

Khamerernebty, que duplica el tamaño natural, no existiendo nada comparable en el

Reino Antiguo a excepción de la colosal cabeza de granito rojo del rey Userkaf que

debió formar parte de otra estatua de grandes dimensiones. La reina está sentada en un

trono cuadrado de bajo respaldo que continua con un estrecho pilar por la espalda

llegando hasta los hombros. La reina viste una túnica ceñida hasta media pierna y está

tocada con una peluca tripartita larga. El cabello es muy abundante en la parte superior

de la cabeza y traza una sutil curva sobre su frente. Su rostro es redondeado pero

desgraciadamente sus facciones se han perdido. Dos columnas verticales de inscripción

situadas en la parte frontal del trono y flanqueando las piernas, mencionan su nombre y

sus títulos: “La hija mayor del rey de su cuerpo, esposa real, sacerdotisa de Horus y

Seth “Kha-merer-nebty”. Junto a ella se podrá ver también la escultura de calcosilicato

sin cabeza en la que la reina está representada de pié, apoyada en un estrecho pilar, en

actitud de marcha con la pierna izquierda adelantada. Viste una túnica plisada que sujeta

con tirantes; esta túnica envuelve dos veces su cuerpo dejando al descubierto el hombro

y el brazo izquierdo. La reina coloca su mano derecha sobre el pecho, mientras que el

brazo izquierdo está apoyado a lo largo del cuerpo con la palma de la mano abierta. La

vestimenta de la reina es única en toda la escultura del Reino Antiguo.

3. Excavaciones españolas en Nubia (Excavaciones dirigidas por Martín Almagro

Basch entre 1961 y 1964)

Nubia designa el territorio atravesado por el Nilo Medio entre Asuán (Egipto) y Jartum

(Sudán). En la antigüedad Nubia fue un territorio independiente llamado Wawat o Baja

Nubia y Kush o Alta Nubia. En ambas regiones se desarrollaron una serie de culturas

autóctonas que establecieron contactos con sus vecinos. En ciertas épocas fueron los

egipcios los que ocuparon Nubia; en otras, fueron los soberanos kushitas los que se

apoderaron del trono de Egipto. Las luchas por el control del comercio entre el

Mediterráneo y el corazón de África, así como de los productos y bienes de prestigio, de

los hombres y de los territorios fueron constantes, pero estos contactos supusieron

también el mutuo reconocimiento de sus caracteres específicos y el descubrimiento de

unas concepciones religiosas, funerarias y tecnológicas diferentes

.

En 1959 la Baja Nubia, que ocupaba parte de Egipto y parte de Sudán, concretamente el

territorio situado entre la primera y la segunda catarata del Nilo, iba a quedar inundada

con motivo de la construcción de la presa de Asuán, lo que suponía la pérdida de todos

los yacimientos, monumentos y restos antiguos. Ante esta perspectiva, la UNESCO hizo

un llamamiento oficial solicitando ayudas económicas, personal técnico y misiones

arqueológicas. Desde el inicio de la campaña hubo un amplio espíritu de colaboración

entre muchos países y pronto se formaron un buen número de expediciones que se

constituyeron en la vanguardia de la campaña. En nuestro país se creó el Comité

Español para el Salvamento de Nubia, dirigido por Martín Almagro Basch, y un equipo

de arqueólogos españoles se incorporó de inmediato al proyecto, trabajando

intensamente entre 1961 y 1964.

Las excavaciones españolas se realizaron en la Nubia egipcia en Sheik Daud, y en

Masmás (cementerio de Nag Gamus), y en la Nubia sudanesa en el área de Argín

(cementerios de Nag Shayeg, Nelluah y Nag el Arab) así como en las islas de Ksar ico y

Abkanarti. En total se excavaron dos yacimientos prehistóricos, tres poblados cristianos,

unos trescientos conjuntos de arte rupestre, y varias necrópolis de distintas épocas: seis

faraónicas, cinco meroíticas, tres cristianas, cuatro del “Grupo C” y dos del “Grupo X” -

de acuerdo con la denominación dada por el arqueólogo americano Reisner a las

culturas autóctonas de Nubia- con más de 1.500 tumbas. Al final de la campaña, España

recibió de Egipto como compensación varios miles de objetos hallados en las

excavaciones que se conservan en el Museo Arqueológico Nacional; la concesión del

yacimiento de Heracleópolis Magna, donde se sigue excavando en la actualidad y el

Templo de Debod dedicado a Amón y a Isis e instalado hoy en Madrid. El núcleo inicial

de este templo fue erigido por Ptolomeo IV Filopator y decorado posteriormente por el

rey nubio Adjalamani. Posee varios añadidos de época ptolemaica y romano imperial.

Este apartado de la muestra reúne fotografías y paneles que documentan el Templo de

Debod así como las excavaciones y los hallazgos de los investigadores españoles que

supusieron el conocimiento de toda la secuencia histórica de Nubia, desde el Neolítico

hasta la época islámica.

4. Proyecto de investigación y Excavación de Heracleopolis Magna (Ehnasya El

Medina) (Excavaciones dirigidas por Martín Almagro Basch, de 1966 a 1979, y por

M. Carmen Pérez Díe, desde 1984 hasta la actualidad).

La actual Ehnasya el Medina, Heracleópolis Magna de los griegos y Nen-nesut de los

antiguos egipcios, fue la capital del XX nomo (provincia) del Alto Egipto. Esta ciudad,

situada en el Medio Egipto, constituye el primer yacimiento egipcio otorgado en 1966 a

los españoles y cuyo primer director fue Martín Almagro Basch. Desde 1984 hasta la

actualidad han tenido lugar veinticinco campañas de excavación continuadas, que han sido

dirigidas por M. Carmen Pérez Die, comisaria de esta exposición.

Heracleópolis Magna fue la sede de los soberanos de las Dinastías IX y X (2160-2040

a.C.). Las construcciones del Faraón Ramsés II son muy numerosas y el protagonismo de

Ehnasya durante el Tercer Periodo Intermedio (Dinastías XXI-XXV) se confirma con la

presencia en la ciudad de libios, fenicios y sudaneses. En época greco-romana

Heracleópolis mantuvo su importancia y posteriormente los coptos hicieron de Ehnasya

uno de sus centros de cultura. La divinidad principal, Herishef, identificada por los griegos

con Heracles, de donde surgió el nombre de Heracleópolis Magna, constituyó un dios

esencial en el pensamiento religioso egipcio. En la actualidad la misión española está

realizando trabajos de limpieza y puesta en valor de su templo en Heracleópolis.

Las excavaciones se han centrados en dos cementerios. El primero data del Primer

Periodo Intermedio y los inicios del Reino Medio (Dinastías IX-XI, 2160-1991 a.C.) y

alberga los cuerpos de dignatarios y funcionarios que se relacionaron con el entorno de

la corte real instalada en la ciudad durante la llamada época heracleopolitana, así como

los de aquellos que vivieron durante los primeros años del Reino Medio. La excavación

ha proporcionado tumbas con cámaras de piedra y de adobe abovedadas, asociadas a

estelas de falsa puerta y a mesas de ofrendas con los nombres y los títulos del difunto.

Asimismo, han sido encontradas dos tumbas decoradas con pinturas que recogen temas

funerarios, fundamentalmente procesiones de ofrendas y textos rituales. Se ha

confirmado que la necrópolis fue saqueada intencionadamente, incendiada y en parte

destruida, quizá por los tebanos tras la guerra civil que asoló el país a finales del Primer

Periodo Intermedio.

De esta primera necrópolis la exposición alberga tres estelas policromadas de falsa

puerta (situadas en la capilla de las tumbas para separar el mundo de los vivos y el de

los muertos y en las que aparece representado el propietario de la tumba así como el

oficio o cargo que desempeñaba). Las que se pueden ver en este apartado pertenecen a

la “concubina real” Meret, a Ipy, “conocido del Rey” y a Khety, “amado verdadero de

su señor, sacerdote funerario y superintendente de los almacenes del vino”. El visitante

también podrá ver dos mesas de ofrendas anónimas. Las mesas de ofrendas fueron la

figuración estilizada en piedra de la esterilla de junco o papiro colocada ante la tumba

sobre la que se servía la comida y la bebida para el difunto; contenía en su origen una

escudilla con agua y alimentos, es decir la ofrenda, que los egipcios llamaron “hetep”. Al

representarlas como monumentos aislados adoptaron la forma cuadrada, con un pico por el

que caía el agua que se vertía sobre ellas. La superficie superior se podía cubrir con

representaciones en relieve de productos alimenticios y recipientes para líquidos. Estos

objetos se colocaban delante de la estela de falsa puerta.

En este apartado de la exposición también pueden verse dos fragmentos de paredes. En

el primero se representa a un pastor mientras que el segundo contiene un relieve con dos

escenas de cocina superpuestas. En el registro superior de esta última aparecen dos

hombres que están realizando trabajos seguramente relacionados con la elaboración de

la cerveza, uno de los elementos básicos, junto con el pan, de la dieta egipcia. La

inscripción que le acompaña relata Llenado de la jarra-des por el udepu. En el centro

del registro inferior se encuentra una gran marmita semicircular llena de carne y

pescado; a su derecha, el cocinero sujeta con ambas manos un pincho en el que ha

insertado un trozo de carne que retira del recipiente para verificar el grado de cocción.

Enfrente, el ayudante trae un pescado para añadir a la marmita. Esta escena está relatada

en la inscripción Mira! esto está cocinándose. Tomándolo y asando la carne. En la

escena inferior, cuya iconografía no se conserva, podrían aparece trabajos de panadería

ya que en la inscripción puede leerse: “amasando/mezclando la mas(a)….No está

(?)…Amasado por el sirviente.

La otra necrópolis excavada por los españoles ha podido fecharse principalmente entre

las Dinastías XXII y la XXV (mediados del siglo IX hasta mediados del siglo VII a.C.),

aunque también han aparecido restos de otras tumbas de la Dinastía XXI en los que se

menciona a los masauesh, la tribu libia que tomó el poder y gobernó Egipto durante la

Dinastía XXII. Las tumbas de este cementerio fueron la última morada de los altos

dignatarios locales, de los sacerdotes, de los gobernadores y de los militares de alto

rango que se hicieron acompañar de ajuares funerarios acordes con su jerarquía, como

vasos canopos, vasos de alabastro, collares de oro, ushebtis y escarabeos de corazón.

Durante la Dinastía XXV (finales del siglo VIII, primera mitad del VII a.C.), se constata

una reutilización masiva de la necrópolis por lo que los ajuares que acompañaron a estos

enterramientos se limitaron a simples escarabeos (amuletos de vida y poder, con forma

de escarabajo que representaba al Sol naciente y era símbolo de la resurrección en la

mitología egipcia), amuletos y algunos collares de fayenza.

El visitante podrá ver varios objetos recuperados de la tumba de Tanetamón, sacerdotisa y

superiora del harem de Herishef como un pedestal (en dos partes); cuatro vasos canopos y

un ojo “udjat” de plata. Este último objeto fue elegido por la sacerdotisa como amuleto

para proteger su cadáver como lo había sido antes el de Osiris. De acuerdo con la

mitología egipcia, Horus libró una batalla contra Seth, perdiendo un ojo que fue

fragmentado en seis pedazos, más tarde reconstruidos por la magia de Thot. Para

designarlo como “udjat”, es decir “en buena salud, puro”, catorce divinidades

recompusieron su pupila con ayuda de elementos tomados de los reinos mineral y vegetal;

cada sustancia evocaba un aspecto de Horus y una etapa en la reconquista de su ojo que

pronto se convirtió en un amuleto de salud. Una vez reconstruido, Horus se lo ofreció a su

padre Osiris, llegando a ser símbolo de la ofrenda.

Este apartado de la exposición incluye también un collar de lapislázuli, cornalina y oro

recuperado de una tumba anónima; cuatro vasos canopos hallados en la última morada del

sacerdote Ankhesmatauy y una selección de ushebtis encontrados en la tumba del

sacerdote Ipy.

5. El yacimiento de Oxirrinco (El-Bahnasa, Mina) (Excavaciones dirigidas por

Josep Padró desde 1992).

Oxirrinco es una ciudad faraónica (Permedyed) y grecorromana, situada a unos 200 km

al sur de El Cairo, junto a la orilla izquierda del Bahr Yussef, que fue capital del nomo

XIX del Alto Egipto. El yacimiento, célebre por la ingente cantidad de papiros que ha

proporcionado, sobre todo escritos en griego, no había sido objeto sin embargo de

trabajos arqueológicos desde los años treinta hasta 1982, en que el Servicio de

Antigüedades egipcio inició excavaciones en la posteriormente denominada Necrópolis

Alta. En 1992 se constituyó la Misión Mixta Hispano-Egipcia que, desde entonces y

hasta 2008, ha proseguido de manera ininterrumpida, a razón de una campaña anual, las

excavaciones en el yacimiento, dirigidas en la actualidad por Josep Padró.

Oxirrinco es uno de los yacimientos de mayor extensión puesto bajo la responsabilidad

de una misión española en Egipto. El recinto amurallado de la ciudad mide 2 x 1,5 km

aproximadamente, pero más allá de estos muros se siguen hallando restos y

monumentos hasta una distancia de varios km. en todas direcciones.

Los trabajos de la Misión española se concentraron desde un primer momento en el

conjunto de la ciudad, usando para ellos diversos métodos (sondeos, radar, fotos

aéreas), sobre todo en la Necrópolis Alta, que se encuentra dentro del recinto

amurallado de la misma. Esta necrópolis tiene tres fases esenciales de ocupación. La

más antigua corresponde a tumbas monumentales de piedra, con cámaras cubiertas con

bóvedas de cañón, pertenecientes al Período Saíta (Dinastía XXVI, siglo VI a. C.). En

dichas tumbas se han hallado numerosos sarcófagos antropomorfos de piedra, algunos

cubiertos de inscripciones jeroglíficas, como también los muros de algunas de sus

cámaras. En torno a las tumbas saítas se han hallado también numerosas tumbas

grecorromanas, pertenecientes a la segunda fase de ocupación, de similares

características aunque de menor tamaño. Algunas de ellas poseen decoración pictórica

mural, con escenas mitológicas entre las que destaca la representación de algunos peces

oxirrinco, símbolo de la diosa Tueris, el cual da nombre a la ciudad. Algunas de estas

tumbas monumentales están siendo restauradas por los españoles. Sobre las tumbas de

piedra, por último, se han encontrado estructuras de culto funerario, así como criptas,

inscripciones griegas y pinturas, de época cristiana correspondientes a la tercera y más

moderna fase de ocupación.

Un monumento de excepcional importancia, ubicado a 1,5 km. al oeste de la ciudad, se

empezó a excavar en 2001: se trata de un Osireion subterráneo, único por ahora en

Egipto dado su excepcional estado de conservación y la importancia de sus textos y de

los ajuares funerarios hallados, que documentan el ritual anual consagrado a Osiris. El

templo, llamado Perjef, estuvo en funcionamiento durante la Dinastía Ptolemaica y su

estudio ha exigido importantes y complejos trabajos de consolidación.

Por último, hay que señalar la gran villa fortificada de época bizantina situada

extramuros y al noroeste de la ciudad, que se empezó a excavar en 2005 y que ha

proporcionado ya importante información religiosa y económica.

Este apartado reúne más de una quincena de objetos entre los que destacan varias mesas

funerarias; un sarcófago anónimo; vasos canopos y tapaderas de vasos canopos; grupo

de ushebtis, procedentes también de tumbas anónimas, un vaso de vidiro con forma de

rostro humano encontrado en la fortaleza bizantina y un escarabeo de corazón,

destinado a ser colocado entre las vendas de la momia. Las características morfológicas

del animal, el Scarabaeus sacer, están excelentemente reproducidas en esta pieza. El

escarabeo sagrado, símbolo de Khepri, el sol naciente, era un amuleto muy popular

entre los egipcios que garantizaba su resurrección en el Más Allá. También se pueden

ver tres amuletos de oro de los que acompañaban a la momia del difunto. El primero

representa el nudo sagrado de Isis, de factura bastante tosca; el segundo, un corazón, ib,

de relativa buena factura y el tercero, el ojo indestructible de Horus, u ojo udjat, de

factura regular. Los tres amuletos cuentan con un anillo de suspensión.

6. Las tumbas de Djehuty y Hery en Dra Abu El-Naga (Luxor) (Excavación

dirigida por José Manuel Galán desde 2002)

Dra Abu el-Naga es el nombre moderno que recibe la colina que se eleva en el extremo

norte de la necrópolis de la antigua Tebas, en la orilla occidental de la actual Luxor. Allí

se enterraron los reyes de la Dinastía XVII, c. 1600 a. C., lo que añadió al lugar un

carácter legendario. También muchos nobles al servicio de la monarquía ubicaron allí

sus monumentos funerarios, por lo que la colina acabó teniendo una alta densidad de

enterramientos, siendo utilizada como necrópolis desde la Dinastía XI hasta el Tercer

Periodo Intermedio (c. 2000 – 1000 a. C.).

Una misión Hispano-Egipcia comenzó a trabajar en la parte central de Dra Abu-el Naga,

al pie de la colina, en enero del año 2002. Hasta la fecha se han realizado ocho

campañas arqueológicas dirigidas por José Manuel Galán. El objetivo principal del

denominado “Proyecto Djehuty” es la investigación, documentación, restauración y

publicación de las tumbas de Djehuty y Hery, excavadas una junto a otra en la roca de la

colina.

Djehuty fue un alto dignatario al servicio de la reina Hatshepsut (c. 1480 a. C.). Nació

muy probablemente en la provincia de Hermópolis, en el Egipto Medio, y se trasladó a

la capital, Tebas, para servir en la administración real como “supervisor de los trabajos

y “supervisor del Tesoro”. Dirigió los trabajos de los artesanos que recubrieron con

electro una pareja de obeliscos que levantó la reina en el templo de Karnak, y a los que

tallaron en madera de cedro del Líbano la barca sagrada de Amón. Por otro lado, fue el

encargado de contabilizar y registrar las “maravillas” que llegaron a Tebas procedentes

del país del Punt (Eritrea/Yemen) en el año 8 de Hatshepsut. Conocemos los detalles de

su vida, su familia, sus creencias y costumbres funerarias a través de las inscripciones y

escenas en relieve que decoran las paredes interiores de su tumba. Su estado de

conservación varía dependiendo del lugar, pues en época antigua corrió agua por dentro,

se encendieron varios fuegos y se abrieron huecos en las paredes para acceder por

dentro a los monumentos funerarios vecinos. Como consecuencia de todo ello, en la

excavación del patio de entrada se han recuperado casi 1000 fragmentos procedentes de

las paredes interiores por lo que las tareas de limpieza, consolidación y restauración del

monumento son una parte esencial del proyecto.

Hery vivió unos cincuenta años antes, al comienzo de la Dinastía XVIII y murió,

probablemente, bajo el reinado de Amenhotep I. La importancia de su monumento

funerario radica en que se conocen muy pocos con decoración fechados en ese reinado.

El cargo que ejerció en vida fue el de “supervisor del doble granero de la esposa real y

madre del rey Ahhotep”, pero tal vez fuera gracias al papel desempeñado por su madre,

llamada Ahmose, como habría conseguido relacionarse con la familia real. Aunque

parte de las escenas en relieve se conserva en relativo buen estado, en la excavación del

exterior han sido hallados unos 200 fragmentos que deberán ser recolocados en los

lugares de las paredes de dónde proceden.

Una veintena de piezas recrean en este apartado los pormenores de la excavación. Entre

ellos se encuentran varios conos funerarios que se moldeaban en arcilla y sobre la base

circular plana se estampaba un sello con el nombre y cargos principales del individuo.

Luego, para darles dureza, se cocían en un horno o se dejaban secar al sol, para después

colocarlos en la fachada de un monumento funerario, empotrados en la roca de la colina

formando una o varias hileras sobre la puerta de entrada. Son característicos de la

antigua Tebas durante la Dinastía XVIII, y suelen tener alrededor de diez centímetros de

diámetro y veinte de largo. Un detalle interesante de los conos funerarios de Djehuty es

el hecho de que su nombre se haya conservado legible, en buen estado, y que, por tanto,

no haya sufrido la misma damnatio memoriae que sufrieron las inscripciones, escenas

en relieve y estatuas de su tumba, tanto de la fachada como del interior. Así, gracias a

los conos funerarios de arcilla, puede confirmarse la identidad del propietario de la

tumba. Un hecho que lleva a pregutarse ¿por qué quienes sistemáticamente golpearon

con saña el nombre y el rostro de Djehuty en todos los rincones de su monumento

funerario dejaron sin tocar su nombre grabado en las decenas de conos funerarios de la

fachada? Tal vez fuera debido a que en aquel momento los conos se habían desprendido

de la fachada, yacían desperdigados por el suelo y la mayoría de ellos estaban ya ocultos

bajo la tierra que rápidamente comenzaba a acumularse sobre el patio de entrada. Esta

circunstancia tal vez pueda servir de pista para hacerse una composición de lugar sobre

cuándo Djehuty sufrió su damnatio memoriae y si habría que relacionarla o no con la de

la reina Hatshepsut, que parece ser ocurrió a finales del reinado de Tutmosis III, en

torno al año 1435 a. C.

En este apartado de la muestra también se pueden contemplar seis ushebtis; tapas de

vasos canopos y un sarcófago de madera pintado de blanco procedente de una tumba

anónima que contenía el cuerpo de una mujer de mediana edad, que fue momificada y

envuelta en un sudario de tela algo tosca, cosida a la espalda y anudada por los pies. La

“Dama Blanca” fue depositada sobre el suelo a nueve metros de la fachada de la tumba

de Djehuty, unos quinientos años después de que éste fuera introducido en su cámara

sepulcral. Su enterramiento fue mucho más humilde que el de su predecesor: se allanó

el terreno y se calzó el ataúd con algunos bloques de piedra de mediano tamaño,

quedando sólo protegida de la intemperie por un pequeño túmulo de piedras y adobes.

También se pueden contemplar varias máscaras o rostros de sarcófagos entre las que

destaca un rostro de ataúd de madera pintado de negro, con las cejas y el contorno de los

ojos marcados en amarillo. Las inscripciones y figuras que habrían decorado la caja del

ataúd también habrían estado pintadas en amarillo. La combinación de estos dos colores

comienza a utilizarse para pintar los ataúdes a comienzos de la Dinastía XVIII,

aproximadamente bajo el reinado de Hatshepsut–Tutmosis III, y se mantiene en boga

hasta el final de la dinastía. El color negro, al igual que el verde, simboliza la capacidad

de volver a la vida, de renacer, de resucitar, por lo que se utilizaba para colorear la piel

en las representaciones del dios Osiris y, por su asociación con él, también para pintar

ataúdes. El rostro es redondeado, con ojos grandes, nariz delgada y labios carnosos,

insinuando una leve sonrisa mediante hoyuelos en la comisura de los labios. Estas

características parecen coincidir bien con el estilo de los maestros de época de

Hatshepsut–Tutmosis III. La barba postiza que en su día se colocó debajo de la barbilla

no se encontró.

7. Prospección y documentación epigráfica en Saqqara. Necrópolis de Kom El-

Khamasin (Excavación dirigida por Josep Cervelló en 1997)

Kom el-Khamasin es una pequeña necrópolis de fines del Reino Antiguo y principios

del Primer Período Intermedio situada en Saqqara sur, a unos 3 km. al oeste de la

pirámide de Djedkare Isesi. Su aislamiento y lejanía la ha hecho presa fácil de los

saqueadores. Un peso de piedra inscrito con los nombres y títulos de uno de los

personajes enterrados allí, comprado por H. Brugsch a fines del siglo XIX en Saqqara y

hoy en el Museo de Berlín, prueba que el expolio del lugar viene de antiguo.

En 1997 un equipo del Instituto de Estudios del Próximo Oriente Antiguo (IEPOA) de

la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), en colaboración con el Inspectorado de

Saqqara del Supreme Council of Antiquities de Egipto, bajo la dirección de Josep

Cervelló, llevó a cabo una prospección arqueológica en el lugar, durante la cual se

documentaron cuatro bloques de caliza con inscripciones y relieves. En 1999 tuvo lugar

un violento saqueo que destruyó el yacimiento. El Inspectorado de Saqqara pudo

recuperar un total de 62 bloques o fragmentos de bloques de caliza (57) o granito (5)

con inscripciones o iconografía, de los que 52 son elementos de construcción (muros, cubiertas, jambas, dinteles…) y 10 son pequeños fragmentos de estelas de falsa puerta o de mesas de ofrendas.

En 2005 y 2006, un nuevo equipo del IEPOA de la UAB, dirigido por Josep Cervelló,

estudió estos bloques en el marco del proyecto “Documentación epigráfica en Saqqara:

yacimientos de Kom el-Khamasin y Menawat”. Las inscripciones conservadas en los

bloques, aunque muy fragmentarias, proporcionan los nombres y algunos títulos (en un

caso sólo los títulos) de una serie de personajes de la corte menfita de la Dinastía VI y

de tiempos algo posteriores (de 2500 a 2.200 años a.d. C). Entre ellos se debe

mencionar al “amigo único, sacerdote lector, jefe de los auxiliares nubios” de nombre

desconocido; a la dama Khenut, “sacerdotisa de Hathor”, tal vez esposa del anterior; al

inspector de equipo Seankhhathor-Pepy”, que, por la compatibilidad de los títulos,

podría identificarse con el primero; al “amigo”, “gobernador de instalación real-hut,

chambelán del rey Menkhi”; y al “gobernador”, “sacerdote-sem”, “sacerdote lector en

jefe”, “grande de los jefes de los artesanos” “Imephor, cuyo nombre grande es

Nikauptah y cuyo nombre hermoso es Impy”.

El último de estos personajes es el más importante y el mejor conocido, puesto que

proceden de su tumba 25 de los bloques o fragmentos de bloques de caliza y los 5

fragmentos de bloques de granito. Se trata de Imephor-Impy, “grande de los jefes de los

artesanos”, es decir, sumo sacerdote de Ptah de Menfis, un cargo de gran relevancia en

la corte egipcia de fines del Reino Antiguo (muchos sumos sacerdotes de Ptah fueron

los arquitectos de los reyes, constructores de sus recintos piramidales).

En la exposición se presentan cinco bloques o fragmentos de bloques procedentes de

Kom el-Khamasin, uno con el cartucho del rey Neferkara (Pepi II) y otros tres (entre

ellos, un fragmento de granito) relacionados con Imephor-Impy. Entre ellos destaca la

mitad izquierda de un bloque de caliza con el nombre, títulos e imágenes de Menkhi. En

él el difunto, de nombre Menkhi, aparece representado tres veces de la misma manera:

de pie, mirando hacia la derecha, ataviado con un faldellín plisado, un collar y una

peluca, y sosteniendo con la mano derecha un bastón vertical y con la izquierda una

vara kherep horizontal cuyo mango queda oculto tras el faldellín.

En la última parte de la exposición se pueden ver paneles y fotografías de otras

excavaciones dirigidas, codirigidas o integradas por arqueólogos españoles como la

Misión de la Fundación Arqueológica de Clos en Méydum; el proyecto epigráfico del

Templo de Debod; el proyecto epigráfico de la Universidad de la Laguna en las tumbas

de Harwa y de Pabasa (de la misión italiana en Luxor); la misión hispano-egipcia de

Arqueoastronomía; La tumba de Puiemra; La tumba de Montuemhat; la participación

del Museo Egipcio de Barcelona y el Instituto de Egiptología de la Universidad de

Tübingen en Kom al Akhmar; el proyecto Qubbet el Hawa y el Templo funerario de

Tutmosis III.

Catálogo

Con motivo de la exposición se ha editado un catálogo que está dividido en dos partes.

En la primera se pueden leer textos que relatan las excavaciones dirigidas por españoles

en distintos lugares de Egipto así como los trabajos que se han realizado en

colaboración con otros países. La mayoría de estos textos, que guardan un orden

cronológico, han sido escritos por los directores de las excavaciones. También hay un

capítulo dedicado a la conservación del patrimonio. La segunda parte del catálogo está

consagrada a la descripción y al estudio de las piezas que pueden verse en esta

exposición.

Más información:

Gabinete de Prensa SECC / Rosa Valdelomar. Tel: 913100021 ó 616422636 [email protected]

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