Los griegos eran unos incurables, incorregibles y fenomenales mentirosos. Cuentan que hubo 600.000 persas en la batalla de Maratón con el mismo descaro con que hoy algunos políticos se ufanan de concentraciones masivas de varios cientos de miles de personas en una plaza de 10.000 metros cuadrados. Si dudan de lo que digo, hagan una cosa muy simple: tomen un mapa de Grecia. Fíjense en la superficie de la llanura de Maratón.
Escenario de las guerras médicas
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Si alguien consigue meter a 600.000 guerreros peleando en ese espacio, que me lo diga
Cuando, en el verano del 490 AC, la flota persa se hizo a la mar para ajustar cuentas con los griegos, el pánico entre las ciudades del continente se hizo bastante difícil de disimular. El miedo les hizo ver los famosos 600.000 persas con sus 600 trirremes allí en dónde solo había unas 100 naves y aproximadamente 20.000 hombres.
Datis, el Comandante en Jefe de los persas, no era sanguinario. Pero era efectivo. La isla de Delos cayó en sus manos. Eretria también.
Atenas,aterrada, porque estaba en primera línes, pidió socorro y Cleomenes de Esparta prometió ayudarla, pero necesitaba tiempo para juntar al ejército espartano.
Los persas zarparon de Eretria y desembarcaron en Maratón. La cosa se hacía una cuestión de horas. No había tiempo para esperar a los espartanos.
Así lo comprendió también Milcíades y de perdidos al río: se lo jugó todo a una sola carta. Salió de Atenas con unos 10.000 hombres en total y le hizo frente a Datis en Maratón.
La Acróplis de Atenas
Los persas tiraron su famosa nube de flechas, pero Milcíades lanzó a sus hoplitas a la carrera y todos pasaron por debajo de los proyectiles. El truco resultó. Los atenienses ganaron la batalla y los persas huyeron para volver a sus barcos y partir.
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El emisario de Maratón
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El ejército griego, extenuado, no pudo perseguirlos. Pero un hombre cubrió corriendo los 42 kilómetros que hay entre Maratón y Atenas para llevar la noticia de la victoria a la ciudad. Cuando llegó, dió la buena nueva y cayó muerto, agotado. La Historia ha sido terriblemente injusta con él. Se llamaba Filípides y hoy ya nadie lo recuerda porque la carrera que le costó la vida, y que aun se corre en todas las Olimpíadas, ha tomado el nombre de “maratón” por el lugar de la batalla.
El ejército ateniense volvió a marchas forzadas a Atenas. Para cuando la armada persa también llegó al puerto de la ciudad, el Pireo, los militares persas casi no pudieron creer lo que veían sus ojos. Las tropas griegas estaban otra vez allí, dispuestas a hacerles frente. Datis era un hombre práctico. Decidió dejar el ajuste de cuentas para otra oportunidad.
Dijo: “¡Volveremos!” como Mac Arthur, dio la media vuelta y regresó a Asia Menor.
Exactamente al día siguiente llegaran los espartanos. Justo veinticuatro horas demasiado tarde.
Atenas había producido lo increíble: había vencido sola a los persas sola.
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