13 Mar 10

Sicilia (antigua Trinacria), isla italiana, la más grande del mar Mediterráneo, situada al sur del país. Está separada de tierra firme por el estrecho de Messina. La isla tiene forma triangular y, junto con varias pequeñas islas contiguas, constituye una región de Italia.
El territorio siciliano está compuesto fundamentalmente por una meseta, que se eleva entre 150 y 580 m de altitud. Al norte, las montañas Nebrodi y Madonie son las únicas cadenas montañosas bien definidas, aunque también posee numerosos picos aislados, como el volcán Etna, con una altitud de 3.323 m, situado al este de la isla, y el monte San Giuliano (antiguo Eryx), con 750 m, al noroeste.
Las ciudades griegas de Sicilia (Agrigento, Selinunte, Segesta, Siracusa) estaban entre las más hermosas del mundo helénico. Visitar el Valle de los Templos en Agrigento o asistir en verano a un espectáculo en el grandioso teatro griego de Siracusa, es un salto al remoto pasado helénico. Y esto sucede en Sicilia con muchas otras épocas y civilizaciones, de la española a la francesa, con la única excepción del dominio árabe, que ha dejado escasas pruebas físicas.
Sicilia es un compendio de las mayores civilizaciones y culturas de todas las épocas. Una isla soleada, con una naturaleza rica en contrastes, con una costa espléndida y una gastronomía refinada, gustosa y variada, de sabores antiguos y aromas exquisitos: la quintaesencia de la “mediterraneidad”, y sin embargo compleja y densa de refinamiento intelectual, muy bien representada por las obras maestras literarias de Luiggi Pirandello, Giuseppe Tomasi di Lampedusa, Leonardo Sciascia, Gesualdo Bufalino y, actualmente de Andrea Camilleri.
Cada estilo, cada corriente de arte están representados conspicuamente en Sicilia. En ciudades como Palermo, Catania, Caltanissetta, Enna, Siracusa, Ragusa, Trapani, Agrigento y Mesina. Y en los centros menores como Cefalú, agrupada alrededor de la catedral normanda, o Noto, con su extraordinaria catedral barroca, o bien Taormina, con su espléndido teatro greco-romano.

AGRIGENTO

Agrigento (Girgenti en siciliano) es una ciudad y municipio italianos, capital de la provincia homónima, que se encuentra en la costa sur de la isla de Sicilia. Es conocida como el lugar donde se alzaba la antigua ciudad griega de Akragras (esto es, Acragas en griego, Agrigentum en latín y Kerkent en árabe), una de las ciudades más destacadas de la Magna Graecia durante la edad de oro de la Antigua Grecia.

Tiene unos 60.000 habitantes, y otras ciudades importantes de la provincia son Licata y Naro, la última de estas conocida por sus bien conservadas catacumbas, o lugares secretos para la plegaria de los primeros cristianos.

La antigua Akragas se fundó sobre una meseta con vistas al mar, en la costa suroeste de Sicilia, entre Selinunte y Gela, a orillas del río Akragas; tenía cerca, además, otro río, el Hypsas y una cresta de colinas al norte que ofrecía una cierta protección natural . Fue una colonia de Gela fundada el 582 a. C., que la llamaron Akragas. El significado de la palabra no está claro, aunque es lugar común atribuirlo a un fundador legendario epónimo, un Akragante, aparentemente no más que una etimología retrospectiva de un nombre oscuro. Los primeros líderes fueron Aristonoo y Pistilo y recibieron instituciones dóricas derivadas de Rodas (de la que Gela fue colonia).

Valle de los templos, Agrigento

Akragas creció rápidamente, convirtiéndose en una de las colonias de la Magna Grecia más ricas y famosas. Hacia el 570 a. C. fue sometida a la tiranía de Falaris que la va a llevar a ser la ciudad más poderosa y extendió sus domino por las armas sobre buena parte de la isla. Una revuelta popular derrocó y mató a Falaris.

Durante los siguientes años fue una ciudad libre y de los siguientes sesenta años se conoce muy poco, sólo que entre sus gobernantes estuvieron Alcámenes y Alcandro. Después la ciudad fue gobernada por Terón (hacia el 488 a. C.) quien se alió con Gelón de Siracusa, y expulsó a Terilo de Hímera anexando sus dominios. La ciudad se engrandeció con la invasión cartaginesa del 480 a. C. cuando se hicieron muchos prisioneros cartagineses, que se emplearon para el cultivo de los campos y construcción de obras pública y edificios en la ciudad. Terón murió el 472 a. C. y le sucedió su hijo Trasideo, que al contrario que el padre, fue odiado por los ciudadanos y fue derrocado un año después.

Dracma griego de Akragas, 490-483 BC

Se estableció la democracia que duró hasta casi el año 406 a. C., con la invasión cartaginesa, y que fue una época muy próspera; según Diodoro Sículo llegó a los veinte mil habitantes pero dos veces más contando a los residentes y esclavos.

La expulsión de la dinastía geloniana de Siracusa fue seguida por revoluciones en muchas partes de Sicilia. Estalló la guerra entre Agrigento y Siracusa y la primera fue completamente derrotada a la orilla del río Hímera (446 a. C.). Después el moderado Empédocles (famoso filósofo originario de esta ciudad) controló las luchas de facciones.

El 415 a. C. los atenienses llevaron a cabo la gran expedición a Sicilia y Agrigento se mantuvo neutral, neutralidad que mantendrá cuando Atenas ya estaba prácticamente derrotada.

Segesta solicitó por motivos internos la intervención de los cartagineses; la primera expedición cartaginesa fue rechazada (409 a. C.), pero la segunda, tres años después, triunfó con la conquista de Selinunte e Hímera. Los agrigentinos, poco predispuestos a la guerra, dispusieron de un ejército mercenario lacedemonio bajo el mando de Dexipo y tuvieron también la ayuda de un ejército siracusano bajo el mando de Dafneo, pero fueron asediados y hubieron de capitular por hambre al cabo de ocho meses. Muchos habitantes fueron masacrados y los que sobrevivieron emigraron a Gela. Los cartagineses ocuparon la ciudad y a la primavera siguiente (405 a. C.) la destruyeron y la abandonaron. Cuando Dionisio I de Siracusa firmó la paz con Cartago, Agrigento, a pesar de los habitantes que pudieron volver, ya no se recuperó. Las murallas no podían ser reconstruidas según el acuerdo de paz.

Empedocles de Akragas

Unos años después pero, se sustrajeron a la dominación cartaginesa y se aliaron otra vez con Dionisio. La paz del 383 a. C. fijó la frontera de los dominios cartagineses en el Halico.

La victoria de Timoleón en Crimisos el 340 a. C. permitió una reorganización general. Agrigento, que estaba medio destruida, sería colonizada por ciudadanos de Velia (Italia). Así la ciudad revivió hasta cierto punto, aunque nunca recuperó plenamente su situación previa a la destrucción cartaginesa.

Agatocles desde el comienzo de su gobierno en Siracusa aspiraba a dominar la isla. Agrigento se alió con Gela y Mesenia y recibió ayuda de Esparta que envió a Acrobato, hijo de Cleómenes. Acrobato fue derrotado y Agrigento tuvo que comprar la paz y hubo de reconocer la hegemonía de Siracusa. (314 a. C.).

Ausente Agatocles (que estaba África) el 309 a. C., sus partidarios sufrieron algunas derrotas en Sicilia, Agrigento pensó en lograr la hegemonía insular y eligió como jefe al general Jenódoco; muchas ciudades se hicieron independientes. Enna y Gela se unieron a Agrigento y Herbessus y Echetla fueron conquistadas. Pero Jenódoco fue derrotado por los generales de Agatocles, Leptines y Demófilo, y la ciudad fue asediada. Al regresar Agatocles poco después recuperó todo el terreno perdido. Leptines invadió el territorio agrigentino, derrotó a su vez a Jenódoco y obligó a la ciudad a pedir la paz.

Al morir Agatocles, Agrigento pasó a Fintias, que fue déspota de la ciudad y después asumió el título de rey. En esta época Agyrium y otras ciudades del interior fueron sometidas, así como Gela (que fue destruida y reconstruida con el nombre de Fintias). No se sabe cómo acabó porque la siguiente noticia es la llegada de Pirro rey de los molosos (Epiro) a Agrigento, que estaba dominada por Sosístrates con una fuerza de mercenarios, que se sometió al epirota.

La ciudad fue saqueada tanto por los romanos como por los cartagineses en el siglo III a. C.: por los romanos en 262 a. C. y por los cartagineses en 255 a. C. En efecto, en la primera guerra púnica, Agrigento, se alió con los cartagineses y el general Aníbal Giscón fortificó la ciudadela y estableció una guarnición en la ciudad. Los romanos atacaron la ciudad el 262 a. C. bajo a dirección de los cónsules L. Postumius y Q. Mamilius y la asediaron, pero las epidemias hicieron sufrir mucho a asediadores y asediados durante siete meses. El general cartaginés Hannón auxilió a la ciudad con un ejército pero fue derrotado por los cónsules romanos y el general Aníbal Giscón, comandante en el interior, viendo imposible resistir, se escapó de noche con los mercenarios y los soldados cartagineses. Los romanos la ocuparon y 25.000 ciudadanos se convirtieron en esclavos. El 255 a. C., después de algunas derrotas romanas en el mar, el general cartaginés Cartal recuperó Agrigento, y destruyó las fortificaciones. Ya no se sabe nada más hasta el final de la guerra cuando quedó bajo el dominio de Roma.

Padeció profundamente durante la segunda guerra púnica (218-201 a. C.) cuando tamto Roma como Cartago lucharon por controlarla. Fue inicialmente fiel a los romanos, pero fue sorprendida por el general cartaginés Himilcón, y Marcelo no la pudo socorrer a tiempo. Fue la última ciudad que el cónsul Lavinius ocupó cuando ya toda la isla había estado reocupada por los romanos, aunque finalmente fue sencillo porque los mercenarios númidas, ofendidos por Hannón, la entregaron al romano sin lucha en el (210 a. C.). Los jefes locales fueron condenados a muerte y el resto esclavizados. Los romanos renombraron Akragas como Agrigentum, aunque durante los siglos posteriores siguió siendo en gran medida una comunidad de habla griega.

Tres años después fueron establecidos colonos de otras partes de la isla por orden del pretor Mamilius. Dos años después obtendrá privilegios municipales y de ciudadanía gracias a Escipión el Africano. Se volvió próspera de nuevo bajo el gobierno de Roma y sus habitantes recibieron la plena ciudadanía romana después de la muerte de Julio César en el año 44 a. C. Emitió moneda con la inscripción «Agkigentum», hasta la época de César Augusto.

Después de la caída del Imperio Romano, la ciudad pasó a manos del reino ostrogodo de Italia y luego del Imperio bizantino. Durante este periodo los habitantes de Agrigento abandonaron en general las partes bajas de la ciudad y se trasladaron a la antigua acrópolis, en la parte alta de la colina. Las razones para este traslado no quedan claras, pero probablemente se relacionen con las destructivas razias de los sarracenos bereberes y otros pueblos de estas misma época. En el año 828 los sarracenos capturaron los disminuidos restos de la ciudad y le dieron el nombre de Kerkent en árabe; fue entonces sicilianizado como «Girgenti». Conservó este nombre hasta 1927, cuando el gobierno de Mussolini reintrodujo una versión italianizada del nombre en latín.

Agrigento fue capturada por los normandos del conde Roger I en 1087, quien estableció un obispado latino allí. La población disminuyó durante la mayor parte de la Edad Media. Revivió algo después del siglo XVIII. En 1860, los habitantes apoyaron con entusiasmo a Giuseppe Garibaldi en su campaña para unificar Italia (el Risorgimento). La ciudad sufrió varios destructivos bombardeos Aliados durante la segunda guerra mundial.

EMPEDOCLES DE AGRIGENTO

Empédocles de Agrigento (en griego Εμπεδοκλής) (Agrigento, h.495/490 - h.435/430 a. C.), fue un filósofo y político democrático griego. Cuando perdió las elecciones fue desterrado y se dedicó al saber. Postuló la teoría de las cuatro raíces, a las que Aristóteles más tarde llamó elementos, juntando el agua de Tales de Mileto, el fuego de Heráclito, el aire de Anaxímenes y la tierra de Jenófanes las cuales se mezclan en los distintos entes sobre la tierra. Estas raíces están sometidas a dos fuerzas, que pretenden explicar el movimiento (generación y corrupción) en el mundo: el Amor, que las une, y el Odio, que las separa. Estamos, por tanto, en la actualidad, en un equilibrio. Esta teoría explica el cambio y a la vez la permanencia de los seres del mundo. Posteriormente Demócrito postularía que estos elementos están hechos de átomos.

Sostiene una curiosa teoría sobre la evolución orgánica por su teoría de las raíces. Suponía que en un principio habría numerosas partes de hombres y animales distribuidas por azar: piernas, ojos, etc. Se formarían combinaciones aleatorias por atracción o Amor, dando lugar a criaturas aberrantes e inviables que no habrían sobrevivido:

Muchas especies de criaturas vivas tienen que haber sido incapaces de propagar su linaje, ya que en cada una de las especies hoy día existentes o la industria o el valor o la velocidad ha protegido desde el principio su existencia, conservándola. (Empédocles citado por Stephen F. Mason, Historia de las ciencias)

Aristóteles le atribuye un experimento para demostrar la presión del aire como sustancia independiente usando una clepsidra. También descubrió la fuerza centrífuga y el sexo de las plantas.

En astronomía identificó correctamente que la luz de la Luna procedía del Sol reflejado y que la Tierra era una esfera.

Una leyenda afirma que murió lanzándose al Etna para tener un final digno de su divinidad, aunque parece más probable que muriese en el Peloponeso.

Archivo:Empedokles.jpeg

Empedocles

Empédocles nació en Agrigento (Sicilia), el año 495 a. C.(?) y murió probablemente en 435 a. C. Fue un destacado filósofo y poeta griego.

Realmente se conoce muy poco de la biografía de Empédocles; su personalidad está envuelta en la leyenda, que lo hace aparecer como mago y profeta, autor de milagros y revelador de verdades ocultas y misterios escondidos.

Se sabe, no obstante, que Empédocles nació en el seno de una familia ilustre, y llegó a ser jefe de la facción democrática de su ciudad natal. Su fama como científico y médico-taumaturgo, unida a su posición social, le permitió ocupar importantes cargos en la vida pública. El final de su vida lo pasó exiliado en el Peloponeso. Se forjaron varias versiones en torno a su muerte, la más conocida de todas es aquella según la cual se habría arrojado al volcán Etna para ser venerado como un dios por sus conciudadanos.

De sus escritos se conservan únicamente Los Políticos, el tratado Sobre la medicina, el Proemio a Apolo, Sobre la naturaleza (sólo se conservan unos 450 versos de los 5.000 de que constaba la obra) y Las Purificaciones (de argumento místico e inspirado en el orfismo). Parece que hay que considerar espurias las tragedias que se le atribuyen. Escribió sus obras en forma de poemas. Su doctrina parece depender en muchos puntos de Parménides, a quien se supone que conoció en un viaje a Elea.

En sus obras Empédocles comienza, como Parménides, estableciendo la necesidad y perennidad del ser. Pero su originalidad consiste en conciliar dicha necesidad con el devenir, con el transcurrir de todo. Intentando responder a esta cuestión, nos habla de cuatro “raíces” (rhicómata) eternas, los cuatro elementos naturales: . (en realidad esto lo dijo Aristóteles)

Estas raíces corresponden a los principios (arjé) de los jónicos, mas, a diferencia de éstos, -que se transforman cualitativamente y se convierten en todas las cosas-, las raíces de Empédocles permanecen cualitativamente inalteradas: son originarias e inmutables (se prepara así la noción de “elementos”). Lo que provoca el cambio son dos fuerzas cósmicas que él llama Amor y Odio. (También en esto Empédocles prepara el camino para la causa o fuerza natural).

Para Empédocles, el Amor tiende a unir los cuatro elementos, como atracción de lo diferente; el Odio actúa como separación de lo semejante. Cuando predomina totalmente el Amor, se genera una pura y perfecta esfera toda ella igual e infinita, que goza de su envolvente soledad. El Odio comienza entonces su obra, deshaciendo toda la armonía hasta la separación completa del caos. De nuevo al Amor interviene para volver a unir lo que el odio ha separado, y así, las dos fuerzas, en sus cíclicas contiendas, dan vida a las diversas manifestaciones del cosmos. Los cuatro elementos y las dos fuerzas que lo mueven explican asimismo el conocimiento, según el principio de que lo semejante se conoce con lo semejante. Las cosas emanan flujos que, pasando a través de los poros de los elementos, determinan el contacto y el reconocimiento.

Sobre estas bases Empédocles dedicó gran interés a la observación de la naturaleza (botánica, zoología y fisiología), y expuso originales concepciones sobre la evolución de los organismos vivos, la circulación de la sangre, y la sede del pensamiento en el corazón, tesis acogida durante mucho tiempo por la medicina.

Esta doctrina de la evolución y transformación de todos los seres le da pie para la teoría de la metempsícosis: por ley necesaria los seres expían sus delitos a través de una serie de reencarnaciones. “Yo he sido ya, anteriormente, muchacho y muchacha, arbusto, pájaro y pez habitante del mar”. Solamente los hombres que logren purificarse podrán escapar por completo del círculo de los nacimientos y volver a morar entre los dioses.

Escribió los poemas De la naturaleza (Peri physeos) y Las purificaciones, de los cuales se conservan fragmentos. Fuentes verificables afirman que Empédocles fue un filosofo de gran envergadura también entre los egipcios.

Natural de Agrigento, en Sicilia. Una leyenda cuenta que se arrojó al Etna con el fin de que, desaparecido, sus paisanos lo tuvieran por un dios inmortal, y que fue descubierta la superchería cuando se encontró a los pocos días una sandalia del filósofo en la boca del volcán. Una leyenda más benigna dice que se arrojó al Etna para conocer el interior de la Tierra y del fuego. De acuerdo con lo que hemos dicho del pluralismo, la física de Empédocles trata de compaginar el carácter inmutable del ser parmenídeo con la constatación de la generación y la corrupción. El resultado es que no existen generación y corrupción en sentido absoluto, sino sólo mezcla y separación de elementos inmutables. Los elementos para Empédocles son cuatro: agua, aire, tierra y fuego, como afirmaban respectivamente Tales, Anaxímenes, Jenófanes (que suele contarse entre los eléatas) y Heráclito. A estas sustancias hay que añadir dos fuerzas, encargadas de realizar la mezcla y la separación: el amor y el odio. El amor une y el odio separa. Al principio reina en soledad el amor y todo es una esfera: el Uno, eterno e inmóvil, en el que los cuatro elementos están mezclados. Luego sobreviene el odio, y, así, la separación. El mundo es una sucesión de ciclos unión-separación. El hombre es también un compuesto de los cuatro elementos. La salud consiste en cierto equilibrio entre ellos. El conocimiento es posible porque lo semejante conoce lo semejante: por el fuego conocemos el fuego, por el odio, el odio, por el amor, el amor.

EL VALLE DE LOS TEMPLOS

http://www.lasicilia.es/imagenes/valle_templos_agrigento2.jpg

Templo de la Concordia,Agrigento

Tetradracma de Akragas, dos aguilas con un animal, el monstruo Scylla y un cangrejo, Text0 AKRAGANTINON.

Agrigentum (Akragas), The Valley of Temples, Vista desde el espacio

La ciudad italiana de Agrigento está situada en el sur de Sicilia, en la costa del mar Mediterráneo. Colonia griega , Akragas ,desde el siglo VI a.C., en su término municipal se encuentra uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Italia: el llamado valle de los Templos, donde se alberga un apreciado testimonio arquitectónico de la edad antigua. Se trata de un complejo de templos dóricos construidos durante los siglos VI y V a.C. En la imagen, el templo de la Concordia, uno de los mejor conservados de cuantos existen en Sicilia. Desde 1967, el valle de los Templos es la sede del Museo Arqueológico Nacional.

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Vazquez Hoys,Ana Maria; Historia del Mundo Antiguo. Tomo II. Grecia. Editorial Sanz y Torres, Noviembre 2007

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Vazquez Hoys,Ana Maria: Introducción a la Historia Antigua II. El mundo griego tomo II. Grecia desde el siglo IV. Alejandro Magno. El Helenismo. CU 118, UNED, Madrid 1994(Capitulo Ligas y Confederaciones)

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