El adivino de Napoleón

Retrato del General Antoine-Henri Jomini (1779-1869), ya al servicio del zar Alejandro I , Dawe, c.1823.

Sobre un personaje que supuestamente era clarividente y que mantuvo una estrecha relación con el emperador Napoleón Bonaparte de Francia pesan algunas acusaciones de magia y persisten numerosas incógnitas.

Se trata del general Henri Jomini, suizo de origen, autodidacta , dotado de una gran inteligencia y animado toda su vida por una única pasión: la estrategia militar. No en vano, Sainte Beuve le dedicó un libro titulado El general Jomini (1869), donde escribió este elogio: “Jomini ha sido el estratega militar más extraordinario que ha conocido el mundo. Puede buscarse en vano en la historia de las batallas y no se encontrará otro que haya podido igualarle”.

Sin embargo, las ideas casi místicas de Jomini de que estaba predestinado a enseñar el arte de la guerra a todas las naciones sugieren que probablemente era un psicópata. Estuvo aquejado de múltiples dolencias toda su vida y dio muestras de un comportamiento paranoico en diversas ocasiones.

¿Adivino y… “doble” del emperador?

En octubre de 1805, Jomini se había encontrado con el emperador por primera vez. Al parecer, la batalla iba mal para los franceses, que no habían previsto tener que replegarse sobre la ribera del Danubio. Jomini pensaba que era mejor hacerlo, pero se encontró con la oposición de su superior, Murat. Desobedeció sus órdenes y dispuso lo que consideró más conveniente. Después, en plena noche y bajo un fuerte aguacero, llegó la escolta del emperador para rectificar las órdenes erróneas dadas por Murat. Napoleón comprobó entonces, para su gran sorpresa, que las buenas disposiciones ya se habían tomado. Jomini explicó al emperador los motivos de su desobediencia al mariscal y fue felicitado calurosamente por Napoleón.

Retrato de Napoleón I, Emperador de los Franceses (1769-1821).

A partir de entonces, se repitieron situaciones similares. Jomini preveía el desarrollo y el lugar de las batallas, de forma independiente pero paralela al emperador, como si conociera sus pensamientos. En su Vie politique et militaire de Napoléon, escrita en primera persona por Jomini y publicada en cuatro volúmenes tras la muerte del emperador, el estratega suizo contó la extraordinaria experiencia de desdoblamiento que supuestamente había protagonizado y por medio de la cual se habría “identificado” con Napoleón. A veces, afirmaba, llegaba a percibir como si estuvieran simultáneamente el uno en el otro. Si esto hubiera sido cierto, podría pensarse que Napoleón estuvo “doblado” y aconsejado por un médium, pero tal idea, aunque no totalmente desechable, es muy difícil de creer.

Una extraña experiencia

Retrato del General Antoine-Henri Jomini (1779-1869), ya al servicio del zar Alejandro I,por Dawe, c.1823.

LA PREDICCION DE LA MUERTE DE NAPOLEÓN

Jomini dio una prueba de sus dotes precisamente el día de la muerte de Napoleón. Se encontraba entonces al servicio del zar Alejandro I, tras haber abandonado el ejército francés por no sentirse suficientemente apreciado. Ese día, Jomini había escrito en su diario:

Me encontraba en el monte de Moineaux y había perdido la noción de mí mismo… Me caí del caballo y mi desmayo duró mucho tiempo. Al volver en mí un joven paisano me estaba mirando. Había puesto su chaqueta en mi cabeza para protegerme del sol y me cuidaba.”

Era el 5 de mayo de 1821. Más tarde, el zar Alejandro, muy pálido, me dijo en voz baja que Napoleón había muerto y que su cuerpo reposaba en una isla perdida en los trópicos”.

Retrato oval del Zar Alejandro I (1777-1825), Emperador de Rusia.

Este episodio no es desdeñable, pero eso no significa que Napoleón dependiera tanto de él como Jomini pretendía. Su política militar muestra que el emperador parecía gozar de una suerte anómala que le permitía salir indemne de las situaciones más peligrosas. Buen ejemplo es el episodio del puente de Arcole: avanzó solo bajo la metralla, ordenó a la tropa que le siguiera y controló la situación.

Por otro lado, está comprobado históricamente que Napoleón poseía una memoria prodigiosa, un espíritu matemático de una claridad excepcional y una resistencia física muy por encima de lo normal, además de una audacia fuera de serie. Su habilidad estratégica parecía ir pareja con su suerte. ¿O tal vez sus dotes lindaban con la videncia?

Fenómenos en el umbral de la muerte

Retrato de Charles-Marie de Bonaparte o Carlo-Maria de Buonaparte (1746-1785), padre de Napoleón I.

Al parecer, el propio padre de Napoleón también las poseía, o al menos dio muestras de ello el día de su fallecimiento. En 1785, a los 38 años, Charles-Marie Bonaparte, moribundo por un cáncer de estómago, hizo unas revelaciones sobre la carrera de su hijo. En sus últimos momentos, su hijo Joseph y su cuñado Fesch estaban a su lado. Pensando en Napoleón exclamó: “¿Dónde está Napoleón? ¡Su espada hará temblar a reyes, cambiará la faz de este mundo! ¡Me defenderá de mis enemigos! ¡Me salvará la vida!”.

Estas frases, transmitidas por G. Lacour-Cayet en su libro Napoléon, sa vie, son oeuvre, son temps (1921), tienen fuertes presunciones de autenticidad. Por aquel entonces Napoleón tenía 15 años y estudiaba en la Escuela Militar de París. Tal vez se trate de otra invención sobre su vida, pero dados los vínculos extrasensoriales que se observan a veces entre padres e hijos, no es posible rechazar este testimonio de antemano.

En el momento de la muerte suceden fenómenos extraños difíciles de explicar y comprender. Probablemente Charles-Marie Bonaparte visionó en el lecho de muerte la carrera meteórica de su hijo, mientras que Henri Jomini percibió la muerte de Napoleón cuando cabalgaba solo por el monte. Los dos dieron muestras de clarividencia en circunstancias muy distintas, pero en ambos casos relacionadas con la muerte y con la misma persona.

“Los Adivinos de Napoleon” en “Mas Alla” Nº199, Septiembre 2005.- Isabela Herranz-

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