El misterio del zar Alejandro I(1777-1825?)
Alejandro I de Rusia (en ruso Александр I Павлович). Nacido en San Petersburgo el 23 de diciembre de 1777 y fallecido en Taganrog el 1 de diciembre de 1825). Fue Zar de Rusia desde el 23 de marzo de 1801, Rey de Polonia desde 1815 y el primer Gran Duque de Finlandia.
El zar Alejandro I de Rusia
Alejandro era hijo del Gran Duque Pablo Petrovich, después Zar Pablo I, e hijo de Maria Fedorovna, hija del Duque de Wurtemberg, además de nieto de Catalina la Grande
Estableció amistad con Napoleón por un periodo de tiempo muy breve, pero por presión de los nobles y de los familiares la alianza se rompió y Alejandro se convirtió nuevamente en enemigo de Francia.
De su matrimonio con Luisa de Baden solamente tuvo dos hijas, que murieron a corta edad.
Alejandro falleció el ¿1 de diciembre? de ¿1825? en ¿Taganrog?, (en ruso: Таганрог), una ciudad del Óblast de Rostov, en la Federación Rusa, fundada por Pedro I de Rusia que hizo construir la fortaleza y la ciudad del puerto de Taganróg en 1698.
Su apogeo y desarrollo están íntimamente ligados a la historia del imperio ruso, con su larga lucha para el acceso a los mares meridionales. Aquí se vieron por primera vez los fuegos artificiales en honor de las victorias de la marina rusa, creada por Pedro I de Rusia. Aquí nació Antón Chéjov y se hallan los sitios notables donde pasó la niñez y la juventud el dramaturgo y escritor ruso.-
Monumento a Alejandro I en Taganrog
La tumba de Alejandro I se halla en San Petersburgo, pero , abierta en 1926, estaba vacía. La muerte del zar siempre estuvo cubierta de sospechas. Presuntamente murió durante un viaje a Crimea, y circuló la leyenda de que había fingido la muerte para retirarse a hacer vida de ermitaño (bajo el nombre de Fédor Kusmitch).
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Un vagabundo que podría ser el zar
A la muerte del zar Alejandro I, Rusia lloró al vencedor de Napoleón. Sin embargo, nadie pudo dar un testimonio certero sobre la identidad del cadáver presentado como el del zar, por lo que corrió el rumor de que Alejandro no había muerto. Diez años más tarde, un extraño vagabundo llamado Fedor Kusmich recorría las llanuras de Siberia…
![]() El zar en familia con su hermana, la gran duquesa Catalina, en Bohemia del norte en 1813. Pintura de B. H. Mitouard. |
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El drama de Alejandro I empezó una noche de marzo de 1801.
El zar Alejandro I
El joven zarevitz, Alejandro, aceptó participar en un complot contra su padre, el impopular Pablo I. Los conjurados, el propio estado mayor de Pablo I, prometieron al joven exiliar al soberano depuesto a un retiro apacible. Pero no cumplieron lo prometido y, el 23 de marzo, se llevó a cabo una verdadera carnicería en los aposentos del zar. Cuando Alejandro I se enteró, era demasiado tarde. Él no deseaba la muerte de su padre, pero se sintió responsable. De naturaleza muy creyente, casi místico, un sentimiento de culpa y un profundo arrepentimiento por lo sucedido lo acompañarán por el resto de su vida.
Un zar melancólico
Alejandro era un príncipe amado por el pueblo ruso. No era un gran demócrata, pero tras los autócratas Catalina II y Pablo I, su gobierno paracía moderado, permitiendo por ejemplo, a los siervos comprar su libertad. En 1812, salvó Rusia, expulsando a las tropas francesas del país.
![]() Los últimos momentos de Alejandro I, grabado del siglo XIX |
Tres años después, a la caída de Napoleón, se encontraba en el apogeo de su gloria pero la melancolía le carcomía, la inacción le pesaba y recorría sin cesar su imperio, buscando escapar de sus recuerdos. Es entonces cuando unos misteriosos personajes, la mística baronesa de Krüdener y el visionario lionés Bergasse, le convierten al protestantismo metodista. Hace mucho tiempo que Alejandro soñaba con abandonar el poder. No dejaba de repetir a sus cercanos que abdicaría antes de cumplir 50 años. Un año antes de su desaparición, escribió a Guillermo de Prusia diciéndole que quería dejar la corona a su hermana Nicolás y retirarse para vivir como ermitaño.
¿Murió Alejandro en Taganrog?
El 16 de noviembre de 1825, Alejandro llegó a su castillo de Taganrog, en las costas del mar de Azov. Acababa de cumplir cincuenta años. Quince días más tarde, anunciaron su muerte. Oficialmente, el zar murió de un ataque de paludismo. Numerosos documentos lo atestiguan, pero, lamentablemente, son poco confiables: analizados más detenidamente, los relatos de los “testigos” de la muerte de Alejandro son contradictorios.
Tumbas de los Romanov,fortaleza de Pedro y Pablo,San Petersburgo
El informe de la autopsia lleva las firmas de médicos que confesaron no haber estado en Taganrog ese día: se trata evidentemente de un documento falso. Por lo demás, las conclusiones de este documento están en contradicción con lo que se sabe de Alejandro: Ninguna mención de hipertrofia del bazo, síntoma evidente del paludismo; la descripción de una cicatriz en la pierna derecha, cuando la que tenía Alejandro estaba en la izquierda; rastros de una lesión encefálica secuela de una sífilis que Alejandro jamás padeció.
![]() ¿El ermitaño Fedor Kusmich y Alejandro I, eran el mismo? (madera grabada del siglo XIX) |
Conforme a la costumbre rusa , el cadáver fue expuesto varios días al público. En la iglesia de Taganrog, los visitantes quedaron sorprendidos: la cara del soberano estaba irreconocible, casi descompuesta. El príncipe Volkonsky, encargado de los restos, escribe: “La cara está ennegrecida por el aire húmedo y los rasgos del difunto están completamente cambiados”, Finalmente, cuando, 40 años después de la muerte del zar, su sobrino nieto Alejandro III hizo abrir la tumba para terminar con los rumores, sólo encuentra ¡un ataúd vacío!
El extraño starets de Krasnoretchensk
Doce años después de la muerte del zar, en el otoño de 1836, un sorprendente personaje de unos sesenta años fue detenido en la provincia de Perm. Este caballero de ademanes nobles se presentaba coma un vagabundo de nombre Fedor Kusmich, de vuelta de un largo viaje por Tierra Santa. Los policías quedaron sorprendidos por su soltura y sus aires de gran señor. Pero, conforme a las leyes en contra de la vagancia, el prisionero fue deportado a Siberia. Y no protestó. Durante largos años trabajó en una destilería y después en una mina de oro. Pero Kusmich no era un hombre ordinario. Brotaba de él una nobleza moral solo igualada por su piedad y, poco a poco, llegó a ser considerado como un starets , un hombre santo. Instalado en una pequeña casa en Krasnoretchensk, Fedor Kusmich no pedía nada. Sin embargo, numerosos visitantes, como el obispo de Irkutsk, venían a entrevistarse con él. El hombre sorprendía: hablaba varios idiomas extranjeros, conocía perfectamente todos los acontecimientos políticos y a los grandes dirigentes, se apasionaba cuando contaba, con una precisión increíble, la guerra de 1812 y los detalles de la entrada del zar Alejandro en Paris. Todos los testimonios concuerdan: sólo se puede tratar de una persona que haya vivido esos acontecimientos desde una alta posición en el Estado. Un antiguo soldado de vuelta de campaña, cruzándose un día con el hombre santo (al que no conoce, se arrodilla frente a él: reconoció a su amo, el zar Alejandro. Fedor Kusmich se enoja y calla al soldado: “yo soy sólo un vagabundo”. repite varias veces.
Desde entonces los historiadores están en busca de la verdadera identidad del starets . Algunos documentos prueban que el vagabundo recibió en secreto la visita de varios miembros de la familia imperial: no es imposible que Fedor Kusmich y Alejandro I fuesen el mismo hombre.
Monarcas que renunciaron al poder :Alejandro I es un caso sin paralelo. Sería el único soberano conocido en haber simulado su muerte para dejar el poder y sumirse en el anonimato. Podemos encontrar en cambio cierto número de casos de abdicación, cuya frecuencia varía según la época, la cultura y el país. Así, en España, durante mucho tiempo fue normal que llegada cierta edad el soberano abdicara en favor de su primogénito; un retiro que fue asumido en primer rugar por Carlos V y ruego por su sucesor Felipe V, que deja el poder a su hijo Luis en 1724. Sin embargo, debe volver a subir al trono ocho meses más tarde, tras la muerte prematura del joven rey. Reina hasta el año 1746, es decir, 22 años después de su abdicación… Sus descendientes, Carlos IV y Fernando VII, también abdicaron.
En Francia, ningún soberano abdica antes de Carlos X, en 1830 . El hermano de Luis XVI abandonó el poder después de la sublevación de Paris; Luis Felipe hizo lo mismo en 1848. Durante el siglo XX, en otros países, distintos monarcas debieron renunciar a su cargo bajo presiones políticas: el zar Nicolás II en 1917, el emperador Guillermo II, en 1918, y el rey Víctor Emanuel III de Italia, en 1946. El caso de Eduardo VIII, rey de Inglaterra, es el más emocionante: fue por amor por lo que abdicó en 1936. |
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